SOCIEDAD › REDUCIR CALORIAS PROLONGA LA JUVENTUD DEL CORAZON

Retrasando el envejecimiento

Un estudio mostró que, en las personas que siguen una dieta hipocalórica, el corazón funciona como si fueran 15 años más jóvenes.

Por Ester Riu *
Desde Boston


Ingerir menos calorías hace que las personas se mantengan más jóvenes durante más tiempo. Todavía no está comprobada esta hipótesis, pero un estudio reciente sienta las bases para pensar que puede ser cierta. Un equipo de investigadores del envejecimiento humano ha observado el efecto rejuvenecedor que tiene sobre el funcionamiento del corazón una dieta equilibrada y baja en calorías. Dicho estudio, dirigido por Luigi Fontana, de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, y del Instituto Superior de Sanidad de Roma (Italia), comparó los corazones de dos grupos de personas, uno que había seguido una dieta hipocalórica y otro que había comido con normalidad, y observó que los de las personas del primer grupo funcionaban como si fueran más jóvenes, generalmente unos 15 años menores.

“Comiendo menos, si seguimos una dieta totalmente equilibrada, podemos mejorar nuestra salud, retrasar el envejecimiento y aumentar las posibilidades de tener una vida más larga, sana y feliz”, señala Fontana desde su despacho de Roma. Hasta ahora sólo se habían hecho este tipo de estudios con animales y se había comprobado que una ingesta restringida de calorías podía prolongar su esperanza de vida. “Intuíamos que con los seres humanos podría pasar lo mismo, pero siempre había sido muy difícil hacer un estudio riguroso por la dificultad y constancia que requiere seguir este tipo de dieta”, explica Fontana. “Pero tuvimos suerte porque los participantes de nuestro estudio formaban parte de la llamada Sociedad de Restricción Calórica, una organización estadounidense sin ánimo de lucro, cuyos miembros llevan años practicando una dieta hipocalórica y, al mismo tiempo, equilibrada y con la aportación de todos los nutrientes necesarios”, añade Fontana.

Varias pruebas de ultrasonido determinaron que los corazones de aquellos que habían restringido el consumo de calorías eran mucho más elásticos y la manera en que se relajaban entre latidos era similar a la de los corazones de gente más joven. Los participantes tenían entre 41 y 65 años y habían seguido este tipo de dieta durante una media de seis años. En una típica dieta de los países occidentales se consumen entre 2000 y 3000 calorías al día y el grupo estudiado consumió entre 1400 y 2000. “Hay que tener en cuenta que estas personas siguieron una dieta equilibrada con todos los nutrientes necesarios, éste es un punto clave”, subraya Fontana. “La restricción calórica no significa comer media hamburguesa y medio paquete de patatas fritas, y beber la mitad de una bebida azucarada”, advierte. “Estas personas siguen una buena dieta eliminando calorías y comiendo alimentos altamente nutritivos.”

Esta restricción constante de calorías acaba provocando tanto una pérdida de peso como de grasa corporal. El grupo de participantes de la Sociedad de Restricción Calórica pesaba de media unos 59 kilos, mientras que el otro grupo, el que siguió una dieta normal, unos 85. El índice de masa corporal también era distinto: los primeros tenían un 19,7 de media y los segundos un 27 (se considera que una persona tiene el peso ideal si está entre 20 y 25). El dato más dispar, sin embargo, fue el de la proporción de grasa corporal, que en las personas que seguían una dieta hipocalórica era del 9 por ciento, mientras que en las otras era del 26 por ciento (la normal está entre el 20 y el 30 por ciento).

La dieta hipocalórica se parece mucho a la tradicional dieta mediterránea, señala Fontana, que se caracteriza por una ingesta elevada de verduras, legumbres, frutas y cereales; una ingesta de pescado entre moderada y alta; un bajo consumo de grasas saturadas pero elevado de insaturadas, especialmente aceite de oliva, y una ingesta reducida de productos lácteos y carne. La dieta hipocalórica evita los alimentos refinados y procesados, como las galletas, el pan blanco y otras fuentes de las llamadas “calorías vacías”.

Sin embargo, esta dieta baja en calorías no la pueden seguir muchas personas por los riesgos que comporta. “Si se sigue esta dieta tan estricta sin la ayuda de expertos, se corre el riesgo de sufrir malnutrición –insiste Fontana–, pero lo que sí podemos hacer es reducir un poco la ingesta de calorías, porque sabemos que mejoraremos nuestra salud en general.” “Al iniciar el estudio, nuestro principal interés era profundizar en nuestros conocimientos sobre el proceso de envejecimiento del cuerpo humano y descubrir si es posible retrasarlo. Nuestra intención no es recomendar a la gente que siga esta dieta”, puntualiza el investigador.

Aproximadamente el 40 por ciento de las muertes en los países occidentales se debe a problemas cardiovasculares, que a la vez son atribuibles a lo que los científicos han bautizado como “envejecimiento secundario”, según Fontana. Este término se utiliza para definir los problemas de salud relacionados con niveles altos de colesterol, diabetes e hipertensión, prevenibles en muchas ocasiones y que desempeñan un papel muy importante en las muertes prematuras. Si el corazón pudiese permanecer joven y sano durante más tiempo, todos estos riesgos se reducirían.

Lo que ahora queda por probar es si una dieta hipocalórica puede prolongar la esperanza de vida de sus seguidores. “Debido a la dificultad de hacer este seguimiento con humanos, habrá que esperar unos 10 o 15 años para ver los resultados de estudios que ahora mismo se están haciendo con monos”, dice Fontana. Hasta entonces, el investigador recomienda: “Si queremos mejorar nuestra salud, deberíamos seguir la tradicional dieta mediterránea”.


* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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La dieta hipocalórica debe ser equilibrada y nutritiva.
 
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