SOCIEDAD › LOS TRANSBORDADORES, SEGUN UN EXPERTO ARGENTINO

Un proyecto de origen militar

 Por Pedro Lipcovich

El programa norteamericano de trasbordadores espaciales está viciado desde su origen, según expuso para este diario un investigador argentino radicado en Estados Unidos: el proyecto inicial de la NASA, que se proponía construir naves más pequeñas y baratas, se modificó en obediencia a requerimientos militares, que necesitaban lanzaderas aptas para poner en órbita satélites espías. Todo el programa habría quedado entrampado en la paradoja de una tecnología demasiado sofisticada, sin los fondos correspondientes a su mantenimiento y que, por razones políticas, nunca viró a sistemas más baratos y eficientes.
–El proyecto de los trasbordadores espaciales fue, desde el principio, demasiado ambicioso –afirmó Andrés Gaeris, científico del Centro de Investigación de Energía de la Universidad de California en San Diego–. En los años 70, en ingeniería militar y aeroespacial se había impuesto la idea de que un solo vehículo cubriera distintas funciones: que un solo tipo de avión fuese bombardero, caza y transporte, o que un solo vehículo espacial fuese transporte y carguero.
–¿La idea del trasbordador se ligaba así de entrada con criterios militares?
–Inicialmente la NASA quería trasbordadores mucho más chicos, con la tercera parte de la capacidad que en definitiva tuvieron. Y, para transporte pesado, seguir usando los cohetes Saturno, esos “lanzadores grandes y estúpidos”, como se los conoce en la profesión, pero confiables. Sin embargo ese proyecto le quedaba chico a la Fuerza Aérea, que necesitaba mayor capacidad de bodega para poner en órbita sus satélites de reconocimiento. Como la NASA, por razones políticas, necesitaba el apoyo de los militares, rediseñó la lanzadera para transportar satélites enormes como el KH-11 y el KH-17. La bodega del trasbordador pasó a tener 18 metros de largo y la capacidad de carga se elevó de 10 a 30 toneladas.
–¿Qué consecuencias tuvo ese cambio?
–Fue como transformar una combi en un gran camión. La tecnología de la época no daba para ese tamaño. En ingeniería hay dos maneras de hacer proyectos: una es tomar la tecnología ya disponible y aplicarla; otra, más riesgosa, es desarrollar una tecnología específica, y esto es lo que hizo la NASA. Este criterio les dio buenos resultados a los norteamericanos en el área militar, donde disponen de presupuestos prácticamente ilimitados. En la NASA pretendieron hacer lo mismo pero, especialmente desde los ‘90, siempre estuvieron cortos de plata.
–¿Entonces?
–El mantenimiento de las lanzaderas es demasiado sofisticado. Hay miles de personas controlando cada tornillo, pero los niveles de integración tecnológica son tan complicados que sería improbable un funcionamiento sin problemas a lo largo de casi 30 años. Lo sorprendente es que no haya habido más accidentes. Actualmente existe tecnología para hacer trasbordadores chicos más baratos y confiables pero a los gobiernos norteamericanos no les interesa demasiado desarrollar una tecnología que pondría los viajes espaciales al alcance de cualquier nación dotada de tecnología básica, por ejemplo la Argentina, o Libia, o Irán...

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