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Domingo, 20 de mayo de 2007

LA ENERGIA IMPULSA LA INTEGRACION REGIONAL

El corazón de la unidad

El gas y el petróleo pueden servir en Sudamérica para alentar su industrialización y desarrollo socioeconómico.

 Por Federico Bernal

El proceso de unidad política y socioeconómica de los países sudamericanos se vio robustecido por los resultados de la pasada Cumbre Energética en Venezuela. El flamante bloque regional –rebautizado Unasur– profundiza su coalición a partir de la unidad energética. Con ese espíritu nació el Tratado Energético Suramericano, una hoja de ruta que incluye cuatro líneas básicas de desarrollo: gas, petróleo, energías alternativas y ahorro energético. Su planificación estratégica será responsabilidad del Consejo Energético Suramericano, instancia que congregará a todos los ministros de Energía de la región.

De las cuatro líneas básicas de desarrollo, la gasífera ha sido la niña mimada de la cumbre. En este sentido, los proyectos presentados –algunos ya iniciados– fueron: 1) el Gran Gasoducto del Sur, 2) el Gasoducto del Noreste Argentino, 3) la Organización de Países Productores y Exportadores de Gas de Suramérica (OPPEGaSur).

1. Sin dudas, el Gran Gasoducto del Sur es un proyecto faraónico y es la columna vertebral del proceso de unidad gasífera sudamericana. De una extensión aproximada de 8 mil kilómetros y una inversión superior a los 25 mil millones de dólares, se extenderá desde Venezuela hasta el Río de la Plata. Según BP y OPEP-2005, Venezuela es la novena reserva gasífera del planeta y la primera sudamericana. Si se juntan las reservas probadas de los países de la región, se está en presencia de la quinta reserva mundial, apenas detrás de Arabia Saudita. Es evidente que el citado gasoducto tiene razón de ser. En primer lugar, materia prima abunda y mucho. En segundo lugar, conforme prevé la Organización Nacional de la Industria del Petróleo Brasilera, un 26 por ciento de la demanda de energía primaria de América del Sur en 2010 será cubierta en base a este recurso. A contramano de la creencia instalada por los analistas del subdesarrollo de que el Gran Gasoducto además de ser innecesario es un delirio, el proyecto forma parte de una tendencia mundial. Para citar un ejemplo, con el único propósito de disminuir la dependencia del gas ruso, la Unión Europea planea la construcción del mega-gasoducto Nabucco, de 3300 kilómetros de longitud, que la unirá a los países de la Cuenca del Caspio y que espera finalizar en 2011.

2. El Gasoducto del Noreste Argentino es, en realidad, parte integral del Gran Gasoducto del Sur. Su extensión es de 1500 kilómetros y demandará una inversión de 1940 millones de dólares. Conectará Bolivia con siete provincias argentinas, entre ellas Chaco, Misiones, Corrientes, Formosa y norte de Santa Fe, las cuales carecen de acceso por redes al recurso. Su puesta en marcha permitirá a la empresa argentina de energía Enarsa (que tiene la exclusividad de la importación y comercialización del combustible boliviano por un lapso de 35 años) quebrar el oligopolio hidrocarburífero en la Argentina. Según la Secretaría de Energía de la Nación, en 2005 el 90 por ciento de la extracción gasífera estuvo a cargo de seis empresas: Repsol YPF, Total Austral, Pan American Energy, Pluspetrol, Petrobras y Tecpetrol. Una vez operable el Gasoducto del Noreste (estimado para 2010), Enarsa participará con el 30,7 por ciento de los 42.152 millones de m3 a consumir. Para el año 2014, cuando las reservas de gas natural argentinas se hayan agotado, Enarsa controlará a través de la importación la oferta primaria de gas natural.

3. OPPEGaSur cuenta con la sexta reserva gasífera mundial, seguida por Estados Unidos (fuente: BP/OPEP-2005). En una primera etapa, deberá revertir el proceso “desintegrador” energético apuntalado durante la década del ’90, donde el país más empobrecido de Sudamérica, Bolivia (segunda reserva gasífera, con el 97 por ciento de la población sin acceso al gas natural en 2005), “regalaba” el gas a las dos potencias regionales: Argentina y Brasil. Chile, país sin hidrocarburos, se hacía dependiente de estos energéticos importando el gas natural de un país no gasífero, la Argentina, con cinco provincias en su haber sin acceso al gas natural por redes. OPPEGaSur deberá equilibrar y asegurar el suministro sostenible en el largo plazo de los países miembro, evitar competencias internas, acordar la homogeneidad de precios, permitir una industrialización equitativa del recurso, abordar conjuntamente proyectos de exploración, producción y transporte entre las empresas nacionales.

Los hidrocarburos constituyen hoy el factor aglutinante o atomizador por excelencia tanto de los bloques de poder regionales como de las potencias mundiales aisladas. Sudamérica no es la excepción. No obstante, la originalidad de la unión gasífera y petrolera sudamericana radica en el objetivo. Mientras que Europa, China o EE.UU. precisan de la energía por ser importadores netos, Sudamérica la requiere para dar definitivo impulso a su industrialización y desarrollo socioeconómico. La energía es el corazón de la unidad política y económica de Unasur.

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El Tratado Energético Suramericano es una hoja de ruta para el desarrollo regional.
Imagen: DyN

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El proceso de unidad política y socioeconómica de los países sudamericanos se vio robustecido por los resultados de la pasada Cumbre Energética en Venezuela.

El flamante bloque regional –rebautizado Unasur– profundiza su coalición a partir de la unidad energética.

El capítulo del gas ha sido la niña mimada de la cumbre.

Los proyectos presentados fueron el Gran Gasoducto del Sur, el Gasoducto del Noreste Argentino y la Organización de Países Productores y Exportadores de Gas de Suramérica.

 
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