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Domingo, 19 de agosto de 2007

RECUPERACION DE LA INDUSTRIA NACIONAL DE MAQUINARIAS AGRICOLAS

El avance de los fierros

El boom del campo y las favorables condiciones para la producción local con un tipo de cambio competitivo impulsaron a las fábricas de maquinarias agrícolas.

 Por Diego Rubinzal *

La década del ’90 tuvo efectos destructivos para la industria nacional de maquinarias agrícolas. De acuerdo con datos oficiales, entre 1990 y el 2000 cerró sus puertas el 70 por ciento de las fábricas de cosechadoras y la producción de tractores cayó de 6135 en 1990 a 98 en el 2001. Ese escenario desolador se revirtió con el abandono de la convertibilidad. La alteración de la paridad cambiaria permitió a las empresas nacionales ponerse en carrera nuevamente. Un caso paradigmático fue la recuperación de la ex fábrica Zanello (Pauny). Abandonada por sus dueños en septiembre de 2001, Zanello había dejado en Las Varillas (Córdoba) a 380 personas en la calle. El 2 de enero de 2002, 30 trabajadores y personal jerárquico de la empresa quebrada reabrieron las puertas. En los meses siguientes, aprovechando los planes Crear Trabajo y Jefas y Jefes de Hogar, tomaron a otros 105 trabajadores. Hoy, la fábrica cuenta con 340 empleados.

En distintas escalas, el mismo proceso se repitió en varios establecimientos localizados en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. El mercado se amplió por dos motivos: 1. por el aumento de la demanda doméstica y 2. por el incremento de su competitividad frente a las maquinarias importadas, fundamentalmente de origen brasileño.

El año pasado, las ventas de maquinarias agrícolas alcanzaron los 2249 millones de pesos. Foto: Télam

Mientras que en 2004 los equipos nacionales representaban el 35 por ciento del total, el año pasado la proporción había crecido al 46. Ese promedio de equipamiento local se reduce en el caso de las cosechadoras y tractores al 23 y el 19 por ciento, respectivamente. El fuerte incremento del acero desde la megadevaluación (duplicó la suba del dólar) conspiró contra el desarrollo de una industria nacional de tractores. Consultados por Cash, especialistas del sector sostienen que si hubiera un programa de fomento oficial sería posible impulsar la fabricación nacional. Y agregan que aunque la maquinaria local resulte más cara que la brasileña se pueden explotar dos ventajas comparativas: menores costos de mantenimiento y mayor adaptabilidad a las necesidades locales. El caso de las sembradores es distinto: casi la totalidad de las máquinas comercializadas en el mercado interno es de origen nacional. En los implementos (abarca una amplia gama de bienes, desde rastras hasta pulverizadoras autopropulsadas), los equipos de fabricación nacional capturan el 72 por ciento del mercado.

El año pasado, las ventas totales de maquinarias agrícolas nacionales e importadas alcanzaron los 2249 millones de pesos. De ese total, el 33 por ciento correspondió a cosechadoras, el 28 a tractores, el 20 a sembradoras y el 19 por ciento a implementos.

En un ilustrativo documento (Crecimiento de la industria de la maquinaria agrícola nacional en las ventas totales al mercado interno, “Saber Cómo”, del INTI, abril 2007), elaborado por Diego Hybel, se advierte que “si lo que se desea es sostener la tendencia creciente en la participación de las maquinarias agrícolas nacionales sobre el total comercializado en el mercado interno y hacer frente a una creciente demanda externa (Venezuela, Este de Europa y otros), deberá reforzarse el apoyo del Estado al sector mediante políticas que incentiven nuevas inversiones y amplíen la capacidad de producir localmente estas maquinarias”. Hybel propone intervención estatal focalizada en el mejoramiento tecnológico-productivo del sector, formación de un equipo de trabajo interdisciplinario con el personal del Instituto Nacional de Tecnología Industrial y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y localizar estratégicamente el equipo de trabajo en un espacio geográfico que le permita brindar servicios a la mayor cantidad posible de empresas del sector.

Algunas de estas iniciativas están siendo impulsadas por el INTI y la Secretaría de Ciencia y Técnica a través de un proyecto conjunto denominado “Estudio para la reorganización productiva en empresas argentinas manufactureras de maquinarias agrícolas”. En ese marco, se han propuesto acciones concretas para la articulación de las capacidades técnicas existentes en el INTI, el INTA y el sector industrial privado. La idea es trabajar juntamente con las empresas del sector en la detección y solución de los cuellos de botella críticos para su desarrollo y productividad, articular capacidades y generar sinergias entre las instituciones tecnológicas nacionales y fortalecer la capacidad competitiva de las empresas fabricantes de maquinaria agrícola.

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La década del ’90 tuvo efectos destructivos para la industria nacional de maquinarias agrícolas.

El escenario desolador se revirtió con el abandono de la convertibilidad.

El mercado se amplió por dos motivos: por el aumento de la demanda doméstica y por el incremento de su competitividad frente a las maquinarias importadas.

Mientras que en 2004 los equipos nacionales representaban el 35 por ciento del total, el año pasado la proporción había crecido al 46.

De las ventas totales, el 33 por ciento correspondió a cosechadoras, el 28 a tractores, el 20 a sembradoras y el 19 por ciento a implementos.

 
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