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Domingo, 20 de julio de 2008

EL BAUL DE MANUEL

 Por Manuel Fernández López

Ya lo dijo Platón

“La primera [necesidad en una ciudad] es la alimentación. La segunda necesidad es la vivienda; la tercera, la del vestido y el calzado. ¿No será necesario que un hombre sea labrador, otro albañil y otro tejedor? ¿Habremos de agregar que otro sea zapatero, y que otro provea a las necesidades materiales? [Hacen falta] Alimentos, casa, ropa, calzado; [pero] el Labrador no se fabricará el arado por sí mismo; ni la azada, ni las demás herramientas. Otro tanto diremos del albañil, que necesita también de muchas herramientas. Y del tejedor, y del zapatero. Para que el labrador pueda disponer de bueyes para arar y el albañil de bestias de carga para el acarreo de sus materiales, y los tejedores y zapateros de lanas y cueros que necesitan. De tal manera [harán falta] muchos carpinteros, herreros y demás artesanos similares; vaqueros, pastores y zagales de toda clase.” El texto anterior no pertenece a ninguna organización rural, aunque cualquiera podría suscribirlo. Fue escrito por Platón, hace algún tiempo, en la Grecia clásica. En él se expresa que la principal necesidad de toda población –bienes alimenticios– proviene del campo, de modo tal que debe existir una buena relación entre el campo y la ciudad, pues, si bien el campo crea los bienes destinados a la alimentación, es principalmente la ciudad la compradora (el mercado) de tales bienes. En una economía cerrada, la ciudad es el mercado de la producción rural. En una economía abierta –posibilidad que Platón también consideró– al mercado interno se suma el mercado externo. Y ello compromete también al gobernante, pues si éste interfiriese reduciendo la producción rural, dejaría sin satisfacer la necesidad de alimentación, que no puede comprimirse ni suprimirse. Pero también de otra forma el campo afecta a la ciudad: en el campo no se producen las herramientas agrícolas, como palas, azadas o arados. Ellas se fabrican en las ciudades, en las herrerías. Luego, como la reducción de la producción rural naturalmente reduce el empleo de trabajadores rurales y la demanda de herramientas agrícolas, la menor escala de producción rural provoca una menor escala de producción urbana, inicialmente localizada en las herrerías, pero a través de la menor demanda de bienes por parte de los trabajadores rurales y de herrerías, pronto se refleja en un menor nivel general de empleo. La economía “se enfría”, como se dice.

Y lo confirmó Cantillon

Richard Cantillon fue otro que representó el vínculo del campo y la ciudad. Imaginó una sociedad cuyos miembros viven en el campo o en la ciudad, en números iguales. En el campo, colonos y labradores. En la ciudad, artesanos y comerciantes. Sin una adscripción espacial determinada, los propietarios de la tierra. Salvo los propietarios, cada cual obtiene sus medios de vida y comodidad a través de un aporte laboral o empresarial. El campo provee los alimentos requeridos por la gente y las materias primas para la producción. La ciudad suministra manufacturas. Los propietarios alquilan tierra. La especialización obliga a vender y comprar, y por tanto a tener saldos monetarios. La agricultura es la más compleja en cuanto a insumos, pues requiere materiales y alimentos –que produce ella misma–, manufacturas –que adquiere en la ciudad– y tierra que obtiene por cesión de los propietarios a cambio de una renta. Por tanto la agricultura, para ser sustentable, debe generar un producto suficiente para atender esos tres gastos o ingresos: el primero, el cobro de una renta por los dueños de la tierra; el segundo, el valor del mantenimiento del colono, su personal y los animales de labor usados; el tercero, el lucro que le deja su empresa. ¿Qué proporción guardan mutuamente los ingresos? Cantillon supone un producto agrícola de 15 mil libras, del que salen los tres ingresos en tercios. ¿Cómo se emplean esos ingresos? De sus 5 mil, los propietarios gastan una fracción mínima en alimentos, y casi todo lo entregan directa o indirectamente a los habitantes de la ciudad a cambio de mercancías urbanas. Los 5 mil correspondientes a insumos de trabajo y materiales, se gastan en alimentos para labradores y animales y en materias primas, todos producidos en el mismo sector. El tercer ingreso, los 5 mil del lucro de los colonos, se gasta en partes iguales (= 2,5 mil) en aumentar el consumo de objetos rurales y en compras de manufacturas en las ciudades. En el campo los productores compran alimentos y materia prima por 7,5 mil. Los artesanos y comerciantes de la ciudad hacen compras de manufacturas por 5 mil (de los propietarios) y por 2,5 mil (de los colonos), que les permiten comprar alimentos y materias primas a los colonos por 7,5 mil. En fin, el producto agrícola es utilizado por partes iguales en el campo y en la ciudad, de acuerdo con la distribución geográfica de la población.

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