Domingo, 28 de septiembre de 2008 | Hoy
AGRO > LIMITES A LAS EXPORTACIONES FRUTICOLAS
Desde el 1º de octubre próximo quedará cerrado el principal mercado de destino para las frutas argentinas, luego de que se detectaran 82 incumplimientos en los embarques.
Por Claudio Scaletta
La semana que pasó trajo las peores noticias para los exportadores frutícolas. El principal mercado de destino, Rusia, anunció la suspensión de las importaciones de frutas provenientes de la Argentina a partir del próximo 1º de octubre. Fue luego de que durante el primer semestre del año se detectaran 82 incumplimientos a los protocolos rusos de Límites Máximos de Residuos (LMR) de agroquímicos. Rusia es el primer comprador de peras, manzanas, cítricos y uvas. Para algunas de estas frutas, como las de pepita, el problema no es inmediato: la temporada de exportaciones estaba prácticamente terminada. Para otras, en cambio, las pérdidas inmediatas podrían ser importantes. Un envío marítimo al puerto de San Petersburgo, sobre el Báltico, demora poco menos de 30 días. Se estima que en este momento se encuentran en viaje unos 10 mil pallets de cítricos, muchos de los cuales no arribarán antes de la death line del 1º de octubre.
La restricción “temporaria” impuesta a la fruta argentina no responde a que posea una particular toxicidad sino a los altísimos estándares que intenta imponer Rusia al menos desde 2007, cuando sus autoridades sanitarias les transmitieron a sus pares del Senasa la decisión de hacer cumplir unos protocolos que datan de 1998. Desde el 1º de septiembre pasado, la Unión Europea también estableció nuevos parámetros muy exigentes de LMR. Para tener una idea de los requerimientos rusos, en algunos productos los LMR exigidos son entre 100 y 500 veces menores que los de la UE. Los estándares pretendidos son tan altos que al parecer nadie creyó que la cosa iba en serio. Algunos analistas internacionales enmarcaron las exigencias como una posible prenda en la negociación para acuerdos más amplios con la UE, por ejemplo en materia energética. Incluso ahora interpretan que las restricciones para la fruta argentina, como las ya sufridas por Turquía, son “un mensaje” para el resto de los exportadores, especialmente los europeos.
Cualquiera sea la razón, verdaderamente sanitaria o de estrategia comercial internacional, para los circuitos frutícolas argentinos, con ventas externas fiscalizadas en torno de los mil millones de dólares, la caída del principal comprador, con alrededor de un tercio de la demanda total, es ciertamente un problema. No será fácil reorientar rápidamente esta producción hacia otros mercados. En el camino seguramente se perderán precios por mayor oferta. Fronteras adentro se trata de una importantísima señal de largo plazo. La tendencia a trabajar con LMR mínimos llegó para quedarse, lo que sin dudas obligará a un cambio de mentalidad en la producción. No obstante, el problema también puede ser un desafío para continuar trabajando en la apertura de nuevos mercados, como los africanos y el muy prometedor de India.
Vale recordar que uno de los efectos más palpables de la recuperación económica de los últimos años fue el crecimiento sostenido de las economías regionales, muchas de ellas reducidas a la desesperación a fines de los ‘90. En la expansión no influyó sólo el nuevo diferencial cambiario sino también los muy buenos precios internacionales ayudados por la revaluación del euro, el rublo y el real frente al dólar. Entre los circuitos regionales favorecidos se encontraron los frutícolas, algunos tradicionales, como las pepitas, y otros emergentes, como los limones. Este año, los limones, de los que la Argentina se convirtió en el primer exportador mundial, superaron en el ranking a las exportaciones de peras, fruta de la que el país también es el primer exportador mundial (no sólo soja hay en el agro argentino). Pero los elementos que impulsaron la recuperación muestran hoy señales de agotamiento. Los mayores costos internos redujeron el diferencial cambiario y en los últimos dos meses el euro se devaluó fuerte frente al dólar. La restricción rusa llueve sobre mojado.
El gobierno de Chaco confirmó que a causa de la sequía se perderán 650 millones de pesos, el equivalente a más del 40 por ciento del producto geográfico de la provincia.
El Senasa fue condenado a pagar una indemnización de 90 mil pesos a un empresario que padeció la muerte de medio centenar de cabezas de ganado por un brote de garrapatas. El fallo judicial consideró que el organismo sanitario no cumplió con el deber de evitar el contagio de animales sanos.
De acuerdo con la cámara de maquinaria agrícola, las ventas de tractores y cosechadoras usados sumarían este año no menos de 800 millones de dólares. Se transarían unas 5 mil cosechadoras y cerca de 16 mil tractores.
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