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Domingo, 5 de mayo de 2002

AVENTURAS DE PAUL O’NEILL EN EL SENADO DE EE.UU.

1 O’Neill=menos de U$S 1

El desempleo en EE.UU. aumentó al 6 por ciento en abril, el nivel más alto desde 1994. Y caen las expectativas de reactivación.

Por Claudio Uriarte

Las cosas no están saliendo de acuerdo con el libreto económico de la administración Bush, que postulaba una reactivación fulgurante a partir de una masiva reducción de impuestos. Pese a una fuerte expansión del PBI en el primer trimestre –que ahora está pasando a ser reinterpretada como una simple reposición de inventarios–, abril sorprendió con un alza de la tasa de desempleo al 6 por ciento, la más alta desde la recesión de 1994, cuando un malestar electoral generalizado produjo una arrasadora victoria conservadora contra Bill Clinton en las elecciones parlamentarias de noviembre. Considerando el interés con que la administración conservadora de George Bush está mirando sus propias parlamentarias de noviembre de este año, las cifras divulgadas el viernes por el Departamento de Trabajo pueden considerarse el último de los campanillazos de alarma que han estado sonando.
Porque los signos de nerviosismo, alimentados por la tendencia decreciente en los balances de las corporaciones y en las operaciones de Wall Street, ya estaban en todas partes. Entonces, el miércoles, lo que todos sospechaban se traicionó en un aparente equívoco a varias puntas, cuando el secretario del Tesoro Paul O’Neill, en testimonio ante el Comité de Bancos del Senado, e interrogado sobre su política monetaria, contestó: “Creo que hay verdaderas dudas respecto de la efectividad de las intervenciones o de las palabras sobre intervenciones”. El mercado interpretó este galimatías como signo de que Estados Unidos, bajo la presión de los estados industriales del norte para poder competir en los mercados globales, se preparaba a abandonar su política de dólar fuerte en favor de un enfoque de laissez-faire. El resultado fue el desplome del dólar a su más bajo nivel en seis meses contra las mayores monedas extranjeras, así como la especulación de que su reino de siete años estaba llegando a su fin.
Hay que decir que los mercados tenían razones para pensar así, sobre todo en vista de la electoralera decisión de la administración Bush de subir los aranceles a las importaciones de acero para ganar los Estados que necesita para reconquistar la mayoría en el Senado y ampliar la que mantiene tenuemente en la Cámara de Representantes. Posteriormente, la administración se apresuró a desmentir que O’Neill pensara lo que dijo, pero es evidente que el dólar está bajo presión por tres razones:
1. Los inversores internacionales han calibrado el pulso de la “reactivación” estadounidense, y lo que han medido no le gusta: creen que la cosa será lenta, y que como consecuencia las ganancias de las corporaciones y los precios de las acciones seguirán deprimidos.
2. Efectivamente existe una percepción entre economistas, empresarios y sindicatos de que el dólar está sobrevaluado, y que esto está costando ganancias y puestos de trabajo dentro de Estados Unidos. Eso le dijeron al Comité de Bancos del Senado representantes de esos tres sectores después de la intervención de O’Neill.
3. Hay preocupación por el creciente déficit de cuenta corriente: más capital, bienes y servicios están entrando al país que saliendo de él. Algunos economistas dicen que éste es un buen signo, que refleja el atractivo de la economía norteamericana para los inversores internacionales, pero otros se preocupan de que su actual nivel –4 por ciento– ya lo aproxima a lo que en otras economías ha resultado ser una inequívoca luz roja.
Por el momento, todo esto ha causado como consecuencia que se abandonara toda especulación de que la Reserva Federal se preparaba a subir la tasa de interés. Nadie sabe si esto bastará para sacar a la economía del letargo, pero algo parece claro: las reducciones de impuestos no están operando un efecto reactivatorio y los déficit fiscales resultantes sí están empujando un efecto recesivo.

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O’Neill y la desconfianza desplomaron al dólar.

El mundo

- El ministro de Hacienda de Brasil, Pedro Malán, opinó que “los bancos se equivocan” al recomendar a sus clientes una reducción de las inversiones en Brasil debido al avance de la candidatura presidencial de Luiz Inacio Lula da Silva.
- El gobierno de México amortizará anticipadamente la serie D de Bonos Brady Descuento por un monto de 589 millones de dólares, informó la Secretaría de Hacienda. Esta es la última serie vigente de Bonos Descuento del total emitido en 1990 en dólares americanos y otras monedas
- En Colombia viven unos 27 millones de pobres sobre una población total de 42 millones, y el 23 por ciento de aquellos se encuentran en situación de miseria extrema, reveló un estudio realizado por el Banco Mundial.

 
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