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Domingo, 31 de diciembre de 2006

INTERNACIONALES › AMARGO ANIVERSARIO PARA LOS CINCO AñOS DEL EURO

La moneda única sigue siendo poco querida

 Por Isabelle le Page

desde Francfort

Cinco años después de la introducción de monedas y billetes en euros, convirtiendo en realidad uno de los sueños de los padres fundadores de Europa, el entusiasmo cede su lugar al escepticismo entre quienes en la opinión pública asocian la divisa única con un alza de precios. Las autoridades monetarias aseguran que la llegada del euro no causó cambios globales en las etiquetas de los precios, pero persiste entre los consumidores la percepción de que el nivel de vida se ha encarecido cinco años después de la entrada en circulación de la moneda única europea.

Desde la introducción del euro en 2002, se constata en todos los países europeos una gran diferencia entre la evolución de los precios y la percepción de los consumidores sobre la carestía de la vida, señala en un estudio de fines de noviembre el economista belga Philippe Defeyt, del Instituto para un Desarrollo Sostenible.

En Alemania se sigue sospechando que los propietarios de bares y restaurantes han sustituido simplemente el signo de DM (deutschemark, marco alemán) por el del euro en las etiquetas, pero manteniendo las mismas cifras, lo que ha desembocado en una duplicación de los precios del café o de la cerveza. La moneda única sigue siendo poco querida: según un reciente sondeo, tres cuartas partes de los alemanes siguen contando en marcos. Las ventajas del euro, que permite viajar por 12 países europeos sin cambiar de moneda, siguen siendo olvidadas o ignoradas. En Francia, tres de cada cuatro personas continúan achacando la degradación de sus ingresos al paso del franco al euro, según un estudio de TNS Sofres. El euro es percibido todavía hoy entre los consumidores de Alemania como teuro, en un juego de palabras con el adjetivo teuer (que quiere decir caro, en alemán).

Sin embargo, la inflación sigue estando globalmente controlada desde la puesta en circulación de billetes y monedas de euro y la mayoría de estudios al respecto de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y de las oficinas de estadísticas llegan a la misma conclusión: el euro no ha causado una aceleración de los precios. La Oficina Alemana de Estadísticas publicó un estudio revelador en julio de 2004, en el que muestra que los precios en Alemania habían aumentado menos en dos años de euro que en el período de los dos años y medio últimos del deutschemark.

¿Por qué entonces siguen pensando los consumidores lo contrario?

El euro no tuvo suerte, subraya en síntesis el economista belga. Antes de su advenimiento, dos categorías de productos –alimentarios (frutas y verduras) y petroleros– registraron un aumento que no estaba ligado al euro, pero que pudo deformar la percepción de los consumidores. Y en los cafés y restaurantes, los precios aumentaron efectivamente más que el promedio durante el período 2001-2002, agregó.

“El carácter simbólico y sensible de estas categorías de productos pudo engendrar una percepción perdurable de parte de los consumidores”, que han asociado estas evoluciones a la llegada del euro, estimó Philippe Defeyt. Aun cuando los precios de otros productos importantes en la vida cotidiana, pero que no se compran todos los días, hayan bajado claramente, como los televisores y los equipos de alta fidelidad.

El alza sustancial de los alquileres, acompañada de un ligero aumento o estancamiento de los salarios en el período, ha desempeñado también un gran papel, al reducirse el presupuesto disponible y alimentar la idea de que el euro es el responsable de todos los males.

Hoy, incluso si Eslovenia se apresta a convertirse desde el 1º de enero en el 13º país miembro de la zona euro, la moneda única ya no hace soñar a los nuevos integrantes de la Unión europea, cada vez menos impacientes por adoptar el euro. La Comisión Europea es consciente de ello. “No basta una gestión inteligente de la Unión económica y monetaria por los responsables políticos si el ciudadano no está convencido”, reconoció la Comisión a fines de noviembre, en su Balance de la economía europea en 2006.

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El euro ya superó al dólar como la mayor moneda de circulación mundial.
 
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