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Domingo, 11 de mayo de 2003

AGRO

Millones bajo el agua

PERDIDAS POR LA INUNDACION DE SANTA FE

Por Susana DIaz

Aunque el cuadro más dramático se presente en el paisaje urbano, las inundaciones de la provincia de Santa Fe afectan también a una de las regiones agrícolas más importantes del país. No solamente la capital se encuentra bajo las aguas, sino también una extensa zona destinada a la producción de carne, leche, cereales, oleaginosas, frutas y verduras. La verdadera magnitud del “desastre”, según la calificación del propio gobierno provincial, todavía no ha podido ser debidamente cuantificada, pero las estimaciones más optimistas evalúan las pérdidas en valores que oscilan entre 900 y 1200 millones de pesos.
Sobre un total de 5,9 millones de cabezas de ganado bovino, fueron afectadas 3,5 millones. Y de ellas, cerca de 1 millón quedaron literalmente en el agua. Muchas han muerto y se teme por las consecuencias sanitarias presentes y futuras. En muchos casos, el ganado se encuentra en establos que han quedado aislados. Cuando no mueren, las vacadas padecen significativas disminuciones de peso y calidad, lo que significa que no sólo se pierde kilaje, sino también parte del precio. Mientras tanto, el costo de arriende de los campos para refugiar la hacienda damnificada se duplicó, mostrando que no todos se perjudican con las lluvias. Sólo en el sector ganadero el quebranto ya superaría los 500 millones de pesos.
En el caso de las pasturas, en las zonas inundadas la pérdida llega al ciento por ciento, pero el principal problema reside en las secuelas de aumento de salinización de los suelos, situación que puede tardar años en revertirse.
Solamente de soja se calculan un millón de hectáreas inundadas. Aunque las pérdidas no fueron totales porque cerca del 70 por ciento de la cosecha ya había sido levantada. Considerando los rendimientos actuales de la zafra sojera, Santa Fe perdería alrededor de medio millón de toneladas de la oleaginosa. En otros cultivos, como maíz y sorgo, la situación puede haber sido peor dado que los avances eran menores.
En tanto, la actividad lechera se vio damnificada no solo por los campos bajo agua, sino también por la intransitabilidad de los caminos, lo que imposibilita el traslado de los forrajes y la recolección de la producción donde el ordeñe todavía es posible.

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