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Domingo, 14 de septiembre de 2003

AGRO

Greenpeace, soja transgénica y OMC > ¿Dónde está el demonio?

Por Susana Díaz

Una de las cuestiones que debe resolver en fecha próxima la Organización Mundial de Comercio es un recurso de queja presentado contra la Unión Europea por Argentina, Estados Unidos y Canadá. El motivo son las restricciones dispuestas en el viejo continente contra el ingreso de los demonizados transgénicos. Bajo la excusa de la seguridad alimentaria, Europa utiliza la cuestión de los “organismos genéticamente modificados” para imponer barreras paraarancelarias que refuerzan la batería de subsidios recibidos por su sector agropecuario, subsidios que según el Banco Mundial llegan a los 100 mil millones de dólares por año.
Decir “excusa” no es una apreciación subjetiva, ya que no existen argumentos reconocidos por la comunidad científica que demuestren efectos nocivos sobre la salud humana o el medio ambiente, por ejemplo, de la soja transgénica. El extraño argumento con el que se intenta rebatir la falta de evidencia científica resulta insólito. Algunas ONG sostienen que, visto que no fue posible demostrar en ningún caso efectos nocivos de la soja transgénica, de lo que se trata es de demostrar que tales efectos no se producirán en el futuro. Es decir, que un cuerpo caiga “hacia abajo” por efecto de la ley de la gravedad no invalidaría que en el futuro pueda hacerlo hacia arriba.
Con motivo de la V reunión ministerial de la OMC, la multinacional Greenpeace decidió en Buenos Aires dejar de lado todo subterfugio en su tradicional defensa de los intereses de los subsidiados campesinos europeos. En esta oportunidad pidió directamente a la Cancillería argentina que “se retire de la demanda de Estados Unidos”. El argumento de tinte antiimperialista utilizado por una militante de la agrupación fue que “continuar con este proceso ante la OMC no es más que acompañar los intereses de la administración Bush que pretende someter al resto del mundo a su política unilateral”.
La realidad es menos geopolítica. Dado que Argentina es el segundo productor mundial de soja, detrás de Estados Unidos y seguido de cerca por Brasil, y considerando que el grueso de la producción local de soja es transgénica, resulta lógico que acompañe a la potencia mundial en una de las pocas cuestiones en las que existen intereses comunes. Vale recordar que las restricciones europeas también llegarán a los derivados, como por ejemplo los aceites, una de las principales Manufacturas de Origen Agropecuario exportadas por Argentina.

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