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Domingo, 7 de marzo de 2004

ENFOQUE › ENRON, WORLDCOM, GLOBAL CROSSING, VIVENDI, AHOLD, PARMALAT

¿Cuál será el próximo escándalo?

Por Eric Toussaint *

Veinte años de desregulación y de apertura de los mercados a escala mundial suprimieron las vallas de seguridad que hubieran podido limitar los efectos en cascada de las crisis que atravesaron Enron & Cía. El conjunto de las empresas capitalistas de la Tríada y de los mercados emergentes evolucionaron, ciertamente con sus particularidades, en el mismo sentido que en los Estados Unidos. Las instituciones privadas bancarias y financieras, así como las empresas de seguros, se encuentran en mala posición: adoptaron prácticas cada vez más aventureras. Todos los grandes grupos industriales conocieron un esquema que privilegió las finanzas y por ende se han vuelto muy vulnerables. Enron, Worldcom, Global Crossing, Vivendi Universal, Ahold, Parmalat, la sucesión de escándalos muestran la vacuidad de las afirmaciones de los dirigentes de los Estados Unidos y de sus laudatorios en los cuatro puntos cardinales. Es tiempo de pensar en otro sistema, tanto en los Estados Unidos como en otras partes.
Desde fines de los ‘90 hasta el 2001, el funcionamiento del capitalismo de los Estados Unidos había sido erigido como modelo. En Europa, la mayor parte de los periodistas y de los responsables políticos, incluidos los socialistas o laboristas, les hacían el juego. Ese modelo, que fue impulsado por los gobiernos de todos los colores políticos, se extendió progresivamente a la gestión de las empresas multinacionales “europeas” (Vivendi, Vodafone, Arcelor). Las críticas más corrientes que se escuchaban en la época decían que no se iba lo suficientemente rápido en la aplicación de dicho modelo.
Lejos de apreciar el carácter no reproductible y artificial del crecimiento sostenido de los Estados Unidos entre 1995 y el 2000 (la burbuja financiera en formación, la inflación del crédito y el enorme flujo de capitales europeos y japoneses a los Estados Unidos), los candidatos imitadores de todas partes del mundo estaban obnubilados por la corporate governance y por el “gobierno de empresa”, que según aquéllos permitirían valorizar lo máximo posible los intereses de los accionistas devenidos en su mayoría zinzins: inversores institucionales, fondos de pensión seguros, bancos de negocios.
Al adoptar el “gobierno de empresa” querían resolver la contradicción entre los intereses de los accionistas y los de los managers. En efecto, según los partidarios del “gobierno de empresa”, los managers buscan acrecentar su poder y su remuneración beneficiándose de las informaciones privilegiadas de las que disponen en razón de su función en la empresa. El “gobierno de empresa” tiene particularmente el objetivo de impedirlo, o sea, trata de reducir las “asimetrías de información” entre managers y accionistas. Trata de obligar a los managers a abastecer regularmente a los accionistas vía informes trimestrales. El “gobierno de empresa” trata de incitar a los managers a gestionar las empresas en interés de los accionistas, haciendo todo lo posible para que aumente el valor de las acciones. A fin de lograr este objetivo, la remuneración de los managers se establece (en principio) en función de los resultados de la empresa.
A partir de 2001-2002, tanto las quiebras monumentales como los escándalos sucesivos sirvieron para mostrar que ese esquema deriva en prácticas delictivas sistemáticas que nos recordaron el final de los años ‘20 y la crisis de los años ‘30.

* Historiador y politólogo, presidente del Cadtm (Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo), miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial y del Consejo científico de Attac.

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