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Domingo, 1 de abril de 2012

ENFOQUE

Sintonía fina en el BCRA

 Por Juan Latrichano* y Gustavo Eidlin**

Desde hace más de dos siglos se debate a nivel mundial cuál debería ser el rol del Banco Central. Si el de defender el valor de su moneda, supervisar a las entidades financieras, actuar como prestamista de última instancia, financiar al Estado Nacional, dirigir la orientación del crédito, promover el desarrollo económico, entre otras posibles funciones.

Luego de una extensa historia de devaluaciones de la moneda local causadas por corridas cambiarias, en 1992 se modifica el texto de la Carta Orgánica del BCRA, en base a las necesidades de la nueva ley de convertibilidad, eliminándose la mayoría de estas facultades, quitándole especialmente la posibilidad de hacer política monetaria y cambiaria y, por ende, el rol del BC consistiría sólo en preservar el valor de su moneda y supervisar a las entidades financieras.

Esta medida no sólo no ayudó al desarrollo de nuestro país sino todo lo contrario: lo ató de pies y manos, permitiendo al gobierno nacional promover el crecimiento económico únicamente mediante la política fiscal y por la toma de empréstitos con el exterior cuando la recaudación no era suficiente para afrontar el gasto público, situación que se repitió en casi toda la década del ‘90 y hasta la devaluación del 2002, año que todos recuerdan por el corralón, la fuerte devaluación del peso y la emisión de monedas alternativas para paliar la falta de emisión de pesos.

Tuvieron que pasar muchos años para que se pueda nuevamente discutir una modificación de la Carta Orgánica, reforma que permitirá al BCRA recuperar las facultades perdidas y es por ello que aunque las modificaciones solicitadas fueron varias, se destacan los siguientes puntos:

1. Promover la estabilidad monetaria, financiera y el desarrollo económico con equidad social y no sólo preservar el valor de la moneda.

2. Estimular y orientar el crédito a la inversión productiva a mediano y largo plazo, ayudando a sostener el crecimiento económico y el nivel de empleo.

Estos cambios están relacionados con la propuesta de modificación de la Ley de Entidades Financieras del diputado de Nuevo Encuentro Carlos Heller, donde se postula que se habilite al BC para regular tasas de interés, plazos y comisiones; y a su vez establecer políticas diferenciadas orientadas a las pequeñas y medianas empresas y a las economías regionales. No es menor que el sector privado pueda expandir producción y por ende empleo en el interior del país, descentralizando la actividad productiva de los principales conglomerados urbanos.

3. Determinar el nivel de reservas en base a la evolución de las cuentas externas.

Esta medida está estrechamente ligada a las políticas económicas que está llevando a cabo el Secretario de Comercio, sea por el control a las importaciones como por la obligatoriedad para las empresas multinacionales de reinvertir parte de sus utilidades en el país. Ambas conducen al mismo destino: que el resultado de la cuenta corriente del balance de pagos sea superavitario; teniendo en cuenta como condimento adicional que la compleja situación de déficit de los países desarrollados no colabora con dicho objetivo.

4. Poder aplicar las reservas para el pago de obligaciones contraídas con organismos internacionales o con acreedores privados.

Este punto es más que importante ya que este año no sólo se intentará ordenar la deuda con el Club de París, sino también se deben atender vencimientos del Boden 2012 y los pagos de los cupones atados al PBI en dólares. Para ello se necesitará que la balanza comercial sea superavitaria. Por último, se apunta a evitar que la reducción de reservas no obligue al Banco Central a reducir su oferta monetaria con sus consabidos efectos recesivos.

Es por ello que surge la imperiosa necesidad de dejar sin efecto el artículo 4 de la ley de convertibilidad, que establecía lo siguiente:

“En todo momento, las reservas de libre disponibilidad del Banco Central de la República Argentina en oro y divisas extranjeras serán equivalentes a por lo menos el ciento por ciento (100%) de la base monetaria. Cuando las reservas se inviertan en depósitos, otras operaciones a interés, o en títulos públicos nacionales o extranjeros pagaderos en oro, metales preciosos, dólares estadounidenses u otras divisas de similar solvencia, su cómputo a los fines de esta ley se efectuará a valores de mercado.”

Es decir, la utilización de reservas para atender los pagos de la deuda externa no estaría limitada a las reservas de libre disponibilidad. Es interesante recordar que en la génesis del BCRA (año 1935) la carta orgánica de aquel entonces exigía un nivel de solamente el 25 por ciento de reservas con respecto a la base monetaria.

Hay otro punto muy favorable de esta nueva medida. Hasta ahora el Banco Central estaba obligado a mantener una cierta cantidad de pesos en el mercado en función del ingreso de divisas; es decir, por cada entrada de dólares el BCRA debía incrementar la base monetaria, produciendo dos posibles efectos: aumento de la emisión de pesos o aumento de la emisión de Lebacs (deuda del BCRA) o ambas cosas a la vez. De acuerdo con la teoría monetarista que invocan los economistas ortodoxos, los efectos de emitir más dinero de lo necesario provoca un exceso de oferta de dinero que impacta como un aumento en la demanda real de bienes y como consecuencia no deseada, una aceleración en la inflación.

Esta medida le brinda al Banco Central la posibilidad de elegir cuándo y cuánto emitir y no estar tan supeditado a los vaivenes del comercio exterior. En consecuencia, la política resultante podría ser seguramente menos inflacionaria.

En diferentes medios masivos de comunicación se han expuesto planteos que apuntan a exacerbar el miedo de que el Gobierno pueda volver a hacer un uso desmedido de las reservas y utilizar al Banco Central como financista de los excesos del sector público. Se intenta mantener vivo el recuerdo de las inflaciones de los ‘70 y los ‘80, y se omite que a diferencia de esas etapas nuestra actual situación muestra un superávit externo y equilibrio fiscal.

En algún momento tenemos que crecer como sociedad, vencer los temores del pasado y propiciar que los organismos estatales sean útiles al crecimiento en conjunto, favoreciendo el desarrollo productivo y social

* Presidente Grupo Periferia. Asesor económico CGE Metropolitana. Profesor de Ciencias Económicas UNLZ y Univ. de La Matanza. [email protected]

** Economista Grupo Periferia, asesor en finanzas personales.

[email protected]

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