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Domingo, 6 de enero de 2002

DANIEL KOSTZER, EXPERTO EN ECONOMIA LABORAL

Buen momento para remarcar

Los precios se remarcan porque, luego de una recesión tan prolongada, es muy pequeño el ajuste que pueden hacer los hogares en sus gastos; en especial la clase media, que ya se movió hacia las segundas marcas y hoy concentra sus consumos en lo imprescindible. Así, el argumento de que después de cuatro años de depresión y deflación no puede haber aumento de precios queda desvirtuado. Más aún, se puede decir lo contrario: hoy hay más margen para remarcar, es un buen momento, porque buena parte de la demanda existente es de bienes absolutamente necesarios.
Las devaluaciones en Argentina siempre fueron reivindicaciones de la oligarquía pampeana y la Sociedad Rural. Las defendieron Alsogaray, Krieger Vassena, Alemann y las dictaduras militares.
Los impactos históricos de las devaluaciones fueron la caída de los salarios reales y el ajuste de la balanza comercial básicamente por la recesión posterior y no por la sustitución de importaciones e inducción de exportaciones. El trabajo seminal de Díaz-Alejandro sobre las devaluaciones de fines de los años cincuenta en Argentina lo confirma. También hay un excelente trabajo de Krugman y Taylor del año ‘79 que es muy claro analizando varias experiencias.
Hoy ya se revelan las prácticas más perversas en lo que hace a desabastecimientos y remarcación de precios que inducen a la recesión en el corto plazo.
¿Cómo defender el salario? En este contexto es poco lo que se puede hacer. Porque, al profundizarse la recesión, se reducirán tanto los salarios nominales así como la masa salarial por mayor desempleo o menos horas trabajadas.
Uno de los principales problemas de la competitividad argentina está dado hoy por el costo de las tarifas públicas. Con la pesificación de las tarifas, previa a la devaluación, se sigue manteniendo la carga de estos servicios en la canasta básica, la cual era de por sí muy alta. Así, en lugar de discutirse cómo reducir el peso de las tarifas de servicios públicos en el presupuesto familiar, ahora la pelea será por mantenerlo.
En la Argentina actual, menos de un centenar de empresas fijan precios de los insumos industriales. Si no existen controles, como se vio hasta ahora, el aumento de estos precios se trasladarán a los precios finales en proporciones similares o aún mayores a la devaluación.

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