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Jueves, 24 de julio de 2008

TEATRO › CAROLINA TEJEDA, PROTAGONISTA FEMENINA DE GRABADO

“Salgo con tapones de punta”

La actriz y directora, que se hizo marca registrada del off con su unipersonal Harina, se destaca en Grabado, con dirección de Inés Estévez. “Analizamos la manera en que funciona la psiquis humana con los recuerdos”, dice.

 Por Emanuel Respighi

El de Carolina Tejeda es uno de esos nombres que desde hace algunos años viene sonando dentro de la escena porteña de teatro independiente. Formada en la Escuela Nacional de Arte Dramático (IUNA), la actriz se destacó en distintas obras autogestionadas y ganó, con Harina, el premio ACE como revelación en 2006. Fundadora del grupo 69 a la Cabeza, con el cual hace seis años que representa obras de títeres porno en diferentes lugares de Capital Federal, Tejeda se encuentra actualmente en uno de esos momentos relevantes en la vida de una actriz, aquel que posiblemente marque un antes y un después: tras años dedicada a la autogestión, a la actriz le llegó la hora de dar sus primeros pasos en el teatro comercial como protagonista de Grabado, la obra con la que de miércoles a domingo comparte el escenario junto a Fabián Vena y Guillermo Pfening en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131). Un salto que Tejeda da con la solvencia de quien tiene muy claro que el espacio físico en el que actúa no interfiere con la interpretación.

Debutante absoluta en “las grandes ligas”, Tejeda cuenta que es la primera vez que la convocan para formar parte de una obra de estas características. “Soy una mina muy autogestiva”, se presenta ante PáginaI12. Acostumbrada a ponerse al hombro hasta el mínimo detalle de las obras que interpreta, la actriz detalla que cuando escuchó en el contestador de su casa que Inés Estévez la buscaba para dirigir su primera pieza, lo primero que pensó es que se trataba de una broma. “Un día llegué a casa y en el teléfono había un mensaje de alguien que decía ser Inés Estévez y que me estaba buscando para un proyecto... La verdad es que no lo podía creer y pensé que se trataba de una broma: sobre todo porque cuando me iba a dejar su teléfono para que la llamara se cortó el mensaje”, recuerda a carcajadas. Sin embargo, luego supo que realmente Estévez quería contactarla porque también le había dejado un mensaje en su celular. “Y esa vez sí quedó su número”, detalla, aún incrédula.

El final feliz de la anécdota es su presente en Grabado (Tape), la obra de Stephen Belber donde interpreta a Ana, una mujer que 15 años después de haberse graduado en el colegio secundario recibe un llamado de un ex novio suyo para verse. Al llegar al encuentro, Ana se da cuenta de que en la cita no sólo está Vicente (Vena) sino también Juan (Pfening), un amigo de ambos y con el que vivió una confusa relación sexual que estuvo al borde de ser una violación. Ana irrumpe en una habitación de un hotelucho luego de que los amigos discutieran una y otra vez el real valor de sacar a la luz nuevamente aquel hecho con el que cada uno convivió todo este tiempo de diferente manera, sea escondiéndolo entre sus recuerdos (Juan), padeciéndolo (Vicente) o superándolo (Ana). Tres personas, un mismo hecho y percepciones tan diferentes como en sintonía con sus maneras de encarar la vida.

“Grabado es una obra sumamente interesante para analizar la manera en que funciona la psiquis humana con los recuerdos y el paso del tiempo, en este caso con uno confuso que persigue a tres amigos y del que se intenta atrapar la verdad”, comenta la actriz. “El interrogante sobre si Ana fue violada o no es, en realidad, la excusa de la obra para reflexionar sobre la amistad, las frustraciones, la relevancia de las decisiones individuales, los mecanismos psíquicos de defensa, el egoísmo y hasta la manera en que la realidad se construye de acuerdo con los ojos de quien la ve. Creo que la realidad es tan disímil como ojos existen. De hecho, la obra juega con la dualidad de las percepciones y, más que certezas, brinda herramientas o indicios para que el espectador sea finalmente el que haga su propia lectura sobre qué fue aquella relación amorosa y cuáles son las motivaciones que llevaron a cada uno de los amigos a cargar con el recuerdo de esa forma y no de otra”, analiza.

La relación de Tejeda con el teatro es una de esas historias como las muchas que surgen en plena adolescencia, donde se busca matar el tiempo libre y darle lugar al mundo interior que está empezando aflorar. “Me anoté en unas clases de teatro con una amiga, con la que por entonces hacíamos todo juntas, y mientras ella duró dos días a mí el teatro me voló la cabeza desde la primera clase”, dice. Luego vendrían años en el Conservatorio, donde se nutrió de una formación muy heterogénea. “En esos años la coherencia académica no existió, pero mientras otros padecían eso, a mí me encantaba, me nutrí de todas esas herramientas”, subraya. Así fue que junto a un grupo de compañeros, nucleados en el grupo 69 a la Cabeza, comenzaron a hacer obras de títeres porno en Te mataré Ramírez, como 12 polvos o Títeres bien hot, que aún mantiene en cartel los martes y jueves a las 22.30.

Pero el reconocimiento recién le iba a llegar con Harina, un unipersonal que escribió y actuó con inusual repercusión, al punto de llegar a presentarlo en Nueva York. “Fue una obra que me presentaba el desafío de salir a escena sola por primera vez y que me terminó dando muchas satisfacciones”, puntualiza Tejeda, a la que luego convocaron para Mujeres en el baño y ahora se destaca en Grabado con una composición simple pero a la vez contundente. “No sentí –admite– el paso de la autogestión a la producción porque el teatro es un terreno muy conocido por mí. Es un lugar en el que sé que salgo con los tapones de punta. Lo más complicado, en todo caso, fue que cambié ensayos de nueve meses por un intenso ensayo de sólo dos. Esa diferencia la sentí porque estaba acostumbrado a tiempos más largos, donde se genera un mayor vínculo entre los actores y la obra decanta de otra manera. Por eso, voy a seguir autogestionando mis propias obras porque no hay nada más enriquecedor que, desde la nada, lograr comunicar ideas o reflexiones sobre lo que nos pasa como seres humanos.”

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Carolina Tejeda creyó que era un chiste cuando Inés Estévez la llamó para protagonizar.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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