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Martes, 20 de octubre de 2009

TEATRO › LA XXIX EDICIóN DE LAS TRANSLATINAS ESTá DEDICADA AL TEATRO ARGENTINO

Fuerza de vida y de resistencia

El festival realizado en el País Vasco contará en esta edición con la participación de Eduardo Pavlovsky, Rafael Spregelburd, Daniel Veronese y Claudio Tolcachir, entre otros, y habrá un espectáculo basado en dos obras de Copi.

 Por Silvina Friera

Desde Bayona

Las imágenes que proyecta la ciudad de Bayona durante el otoño se integran y desintegran; las lenguas se mezclan, se contaminan. En el País Vasco y a las puertas de España, el festival de teatro franco-ibérico y latinoamericano Las Translatinas es el punto de conexión de la creación teatral del mundo hispánico. La edición XXIX, dedicada al teatro argentino, “alejado por varios miles de kilómetros y aún así tan cerca, íntimo y universal, extranjero y familiar”, como lo define Jean-Marie Broucaret, el director artístico del festival, contará con la participación de Eduardo Pavlovsky, Daniel Veronese, Rafael Spregelburd, Emilio García Wehbi, Claudio Tolcachir, Sergio Mercurio, César Brie (argentino que vive en Bolivia) y Federico León. Pero ellos no serán los únicos que arrimarán “los buenos aires” por Bayona y sus adyacencias, Anglet, Boucau y Biarritz. Completan este imperdible menú otoñal el teatro Lliure, inevitable referencia catalana, y una evocación a Copi del Théatre des Chimères, dirigida por Broucaret.

El director artístico de Las Translatinas le cuenta a Página/12 que en su viaje a Buenos Aires, el año pasado, descubrió una vida creativa tan intensa como apabullante en todas partes de la ciudad donde experimentó las propuestas argentinas. Sobre todo en lugares que no son teatros, como las casas de Veronese o de Tolcachir. “De esa manera de hacer teatro nace una estética de la intimidad y de la cercanía que me parece interesantísima. Esa relación muy estrecha entre el teatro y la vida, mezclando los espacios de uno y de otra, tratando temas familiares que nos pertenecen íntimamente, es una manera muy actual de hacer teatro y de hablar del ser humano y del mundo”, explica el director. Como un argentino más que conoce al dedillo a sus invitados, Broucaret traza un identikit de algunas de las puestas que circularán por el festival hasta el próximo sábado. En Potestad, Pavlovsky “muestra la marca que la historia imprime en la vida íntima de cada uno; une lo individual y lo colectivo, lo personal y lo político, lo íntimo y universal”, subraya el director, un entusiasta del teatro argentino. “Hemos elegido esa obra emblemática por su tema tan fuerte y su contenido político. El hecho de la apropiación de menores durante la última dictadura militar argentina se conoce en Francia. Verlo sobre un escenario va a tener un gran impacto en el público francés”, pronostica el director.

“¿Quiénes mejores que García Wehbi y Maricel Alvarez para hablar de la pena de amor? ¿Y quién mejor que ellos para hacerlo con tanta universalidad, gracias a las palabras de Sophie Calle y a una estética muy actual?”, analiza Broucaret la puesta de Dolor exquisito. “El encuentro entre la actuación sensible y corporal de la actriz y la proyección del video ilustra muy bien esa relación.” Del teatro de Spregelburd, que presentará con su compañía El Patrón Vázquez su última creación, Buenos Aires, tercera parte de la trilogía “Three Cities”, el director francés confiesa que le atrae mucho la mezcla de la realidad casi cotidiana y del imaginario. “De ese encuentro nace una poesía contemporánea. Y también la risa. Esta es una dimensión de este teatro argentino actual: la risa que da vitalidad.” Sobre Sergio Mercurio, “el titiritero de Banfield” que ofrecerá su segundo espectáculo para jóvenes y adultos, En camino, el director francés destaca “la relación tan íntima y humana que tiene con sus títeres”.

¿Por qué América latina se impuso rápidamente como un polo indispensable de la línea artística elegida en Las Translatinas? “Los teatros latinoamericanos nos traen una fuerza de vida y de resistencia que necesitamos, como la emergencia de lo político, de las raíces, el choque entre la tradición y la novedad, la coexistencia de lo íntimo y de lo universal, del realismo y de lo imaginario, de la gravedad y de la risa. Y sobre todo, sus ganas de existir, de avanzar, de inventarse un porvenir”, plantea el director. “Me gustaría que el teatro francés se nutriera más del teatro latinoamericano”, admite Broucaret. “En general ocurre, de vez en cuando, que unos directores franceses, después de escuchar un texto en Bayona durante el festival, deciden montar la obra.”

“No sé si la autogestión del teatro argentino es un modelo a seguir”, duda el director francés. “Pero las dificultades económicas que conocemos, el desencanto social y político que vivimos, el reino del individualismo y el alejamiento del sentido de lo colectivo nos obligan a pensar y a hacer teatro de otra manera, y a encontrar modos de gestión nuevos. Vivir tu propia historia es indispensable. Si esto se llama autogestión a la argentina, ¡adelante con la autogestión celeste y blanca!”, bromea Broucaret. En veintinueve años, por este festival han pasado algunas de las compañías más importantes, como La Fura del Baus, La Cuadra de Sevilla, Els Joglars, Teatro del Silencio, El Periférico de Objetos, el Teatro de los Andes, La Carnicería Teatro, Yuyachkani y La Troppa, entre otros grupos, actores y directores. Y cada año se proyectan películas, se realizan lecturas, debates, conferencias y exposiciones de fotografías.

Copirécup, espectáculo articulado a partir de dos obras de Copi, Eva Perón y El homosexual o la dificultad de existir, explora el “travestimiento” de maneras distintas. “La primera aborda la problemática en un sentido político”, asegura Broucaret. “¿Tiene Eva verdaderamente cáncer o no? ¿Tiene dinero en Suiza o no? ¿Perón está asesinándola o no? Al final, la verdadera Eva mata a su enfermera, disfrazada de falsa Eva, y se marcha. La historia va a enterrar a Eva en un carnaval trágico. Copi conoce muy bien ese carnaval de muerte en su propia vida. El era el exiliado de la tierra, del cuerpo, de la vida.” La segunda indaga sobre el “travestimiento” sexual de un modo más íntimo: “Narra la historia de tres travestis exiliados en un gulag perdido, que intentan escaparse sin conseguirlo. ¿Quién es quién? ¿Lo que estás viendo es mujer, hombre, transexual femenino cambiado en masculino o lo contrario?” Para el director de Las Translatinas, lo que le confiere una impactante actualidad a las obras de Copi es la diferencia, el exilio, la identidad. “Su teatro es un acto de provocación, de teatralidad como respuesta a la muerte, de carcajadas en vez de llanto, de rapidez vital, saltos, salidas, entradas, de ‘como que’, de ‘como si’, de un imaginario estupendo. Copi volaba para no morir. Y el teatro permite volar: sólo hace falta abrir los brazos”, sugiere Broucaret. En Bayona, dice, habrá “teatro para los enfermos de la vida, pero teatro de la salud”.

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Pavlovsky juega de local en Francia.
Imagen: Bernardino Avila
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