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Lunes, 28 de noviembre de 2011

TEATRO › MARTíN SEIJO, DIRECTOR Y DRAMATURGISTA DE ¿QUé, CóMO?, HOY EN LA FUNDACIóN PROA

“Si sale bien, esto es pura alegría”

La única función que se ofrecerá hoy de ¿Qué, Cómo? permite una experiencia teatral intensa para el público y los artistas. La puesta forma parte de un ciclo que retrata sucesos y personajes de la historia argentina pasada y presente.

 Por Hilda Cabrera

“Lo que da identidad a nuestra propuesta es la incorporación del Himno Nacional dentro de la estructura de una función patriótica, donde se habla del sentimiento patrio y de hechos relevantes y anecdóticos de la historia de nuestro país en una fecha determinada”, señala Martín Seijo, director y dramaturgista de ¿Qué, Cómo?, espectáculo que se verá en única función hoy, a las 18, en la Fundación PROA. La “excusa” de la Compañía de Funciones Patrióticas –que cuenta con un elenco hábil en distintas disciplinas– es la celebración del Día de la Soberanía Nacional, que se cumplió el domingo 20. Este trabajo viene precedido de otros vinculados a sucesos y personajes de la historia argentina pasada y presente. Ya vieron la luz El gigante Amapolas, sátira de Juan Bautista Alberdi sobre el régimen rosista; La neurosis de los hombres célebres en la historia argentina, ensayo de José Ramos Mejía; Política casera, obra de Ezequiel Soria; Tres jueces para un largo silencio, de Andrés Lizarraga (sobre la Revolución de Mayo y la exposición y juicio, no consumado, a Juan José Castelli, el “orador de Mayo” que murió de un cáncer de lengua); Historia de cómo nuestro amigo Panchito González se sintió responsable de la epidemia de peste bubónica en Zona Sur, de Osvaldo Dragún (Historias para ser contadas), y Educación y Distancia, performance en homenaje a Domingo Faustino Sarmiento (ciclo en el Centro Cultural Rojas). En ¿Qué, Cómo?, la compañía relaciona la intencionalidad política con la gastronomía. Inspirándose en un fragmento de Cabezas de Tormenta (“ensayos sobre lo ingobernable”), del sociólogo y profesor Christian Ferrer, se ironiza sobre las facturas que deleitan a los argentinos: “Vigilantes, bolas de fraile, bombas, cañones, sacramentos y suspiros de monja derivan de la inventiva de panaderos anarquistas de fines del siglo XIX y comienzos del XX”, ilustra Seijo, en diálogo con Página/12. A este director le corresponde la dramaturgia que enlaza esa inventiva con preguntas tales como qué es soberanía, Nación, territorio, Estado y gobierno, sin despreciar al ideario anarquista ni las políticas actuales.

–¿Opina que es momento de revalorizar algunas contribuciones?

–El ideario anarquista fue perdiendo representación masiva, pero subsisten algunas de sus herramientas: las luchas cuyo eje son las libertades individuales tienen fuerte impacto en la sociedad. El significado de la palabra anarquía se desdibujó. Hoy es sinónimo de caos y no de construcción de una sociedad con nuevos valores. Se enfatiza el carácter violento del anarquismo –que lo tuvo históricamente– y se prescinde del moral.

–¿A qué se debe el gusto por las fechas patrias?

–Mi primer contacto con lo teatral, y creo que el de muchos otros, fue durante el período escolar. Ahí es donde nos hablan de Patria y participamos del ritual de la bandera. De chico fui a un colegio religioso y ya entonces me gustaba organizar algo teatral, como un via crucis. Después, mientras estudiaba Ciencias de la Comunicación, en la UBA, me interesé por el teatro. En la facultad hay materias artísticas que se aprovechan: ahora se puede presentar una tesina sobre teatro. El arte está hoy cerca del estudio, como está cerca la mirada crítica sobre los medios.

–¿Cómo se dio la asociación entre política y alimento?

–Hace tiempo que venimos trabajando sobre la comida. Me decidí al leer el texto de Ferrer, a quien tuve de profesor en la facultad. Como en los otros espectáculos, el público será testigo de algo que no se repetirá, aunque esta obra es la excepción, porque la presentamos en el festival de Espacios Escénicos Autónomos (Escena), del cual participo. Además, por ser función única, agasajamos al público, Esta vez, con una merienda patria.

–¿Qué aporta el hecho de ser función única?

–En primer lugar, la vinculación con el público es diferente. Si sale bien es pura alegría, y si sale mal, sabemos que no nos perdonarán. Eso nos incentiva. Este año, por ejemplo, realizamos tres puestas, algo que por ahí a otro grupo le llevaría más tiempo. Hacer función única es no sufrir el desgaste que produce sostener la presencia del público, algo complicado, en parte por la saturación de la oferta teatral. Los grupos no logran mantenerse y las cooperativas se rompen.

–¿La merienda patria es otro incentivo?

–Sí, porque tenemos que encontrar variantes. En ¿Qué, Cómo?, deseamos transmitir la intención de aquellos panaderos anarquistas que generaron un hecho político elaborando facturas. Tratamos de actualizar aquel gesto a través de las galletitas que ofrecemos. En el caso de la historia de Panchito González (inspirada en la obra de Dragún), entregamos una lata de colores con nuestra ficha técnica y detalles referidos a la obra. En realidad, estamos recuperando una discusión entre empresarios que actualizamos, entre otros con episodios de ocupación de predios en la zona sur. Pero aclaro que no bajamos línea.

–¿Qué fechas prefieren?

–Las olvidadas. La obra de Lizarraga (Tres jueces...) la presentamos un 12 de octubre para recordar la muerte de Castelli (ese mismo día y mes, pero de 1812), y no para instalarnos en el Descubrimiento de América. Castelli fue enemigo de las fuerzas realistas. La historia de Panchito (texto de Dragún) la estrenamos un 23 de julio. En esa fecha de 1935 fue asesinado Enzo Bordabehere en el Senado (por un matón a sueldo). Bordabehere estaba trabajando junto a Lisandro de la Torre, el senador por Santa Fe que denunció el tráfico de carne argentina a Gran Bretaña. Vinculamos esa fecha con otros hechos de corrupción recientes sobre alimentos.

–¿Cuál es la limitación?

–El calendario, aunque ahora se sumaron feriados y eso ayuda a encontrar salas disponibles. Pensemos que es sólo para una función. Adriana Rosenberg, presidenta de la Fundación PROA, había visto un montaje nuestro en la Sala Escalada, y nos convocó. Es el lugar ideal para la obra. En el predio de PROA funcionó la Federación de Obreros en Construcciones Navales, de inspiración anarquista (entre 1941 y 1970), y se realizó el último congreso de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina).

–¿Cómo fue la experiencia con Educación y Distancia?

–Ahí decidimos trabajar con todos los temores y terrores que tienen los maestros. Armamos una obra donde el tema era el lanzamiento de un nuevo programa educacional a nivel Nación, por el cual se cerraban las escuelas y se establecía la educación a distancia. El público era invitado a presenciar el acto de lanzamiento. Se producía un revuelo por la presencia de infiltrados que decían pertenecer a una escuadra sarmientina. En ese clima, una actriz se encargó de interpretar un monólogo sobre las virtudes del vino. Al público le ofrecimos un vino que etiquetamos Vinos Menem. No todos se atrevieron a tomarlo.

–¿Qué rédito trae este tipo de espectáculos?

–En la presentación del Rojas, nos organizamos para recuperar algo, pero fuera de ésa y alguna otra oportunidad, no tenemos rédito. Enfatizamos el carácter efímero del teatro, y no sé si corresponde decir que nuestras propuestas son anticapitalistas, pero sí que están corridas de la lógica que se ha instalado incluso en el teatro independiente y artesanal. Mientras tanto, yo, como mis compañeros, participamos de otras producciones.

–¿Qué opina de la reciente declaración de la Legislatura porteña sobre Espacios Escénicos Autónomos?

–Esa formalidad cambia el panorama. Las salas dejan de estar en la clandestinidad impostada en la que se hallaban por temor. En la gestación de ese reconocimiento participó la Defensoría del Pueblo: Gerardo Gómez Coronado y la titular Alicia Pierini. La “preferencia” fue pedida por el secretario parlamentario Héctor Maggi a instancias del diputado Sergio Abrebaya. Espacios... crece. En 2010 organizamos el primer festival con veinte obras y este año presentamos sesenta mientras se desarrollaba el Festival Internacional de Buenos Aires, cuya permanencia defendemos, esté quien esté en el gobierno. Nuestro festival completó el panorama teatral de la ciudad, fomentando una escena cara a cara con el público.

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“El arte está hoy cerca del estudio, como está cerca la mirada crítica sobre los medios.”
Imagen: Daniel Dabove
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