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Lunes, 30 de abril de 2012

TEATRO › MARIELA ASENSIO, VALENTINA BASSI Y LA OBRA MUJERES EN EL AIRE

Contra un ideal de belleza inalcanzable

La dramaturga y directora estrenó la segunda parte de Mujeres en 3D, con Bassi como una de las protagonistas. La pieza cuestiona a los medios de comunicación y el lugar en el que ubican a la mujer. Pero lo hace sin solemnidad, con coreografías y música en vivo.

 Por María Daniela Yaccar

Mariela Asensio va camino a convertirse en una especialista en temas femeninos. Los aborda con acidez y belleza. La dramaturga y directora acaba de estrenar la segunda parte de Mujeres en 3D, una trilogía que comenzó con Mujeres en el baño (sobre la intimidad), continúa con Mujeres en el aire y cuminará con Mujeres en ningún lugar (sobre la trata de personas). Mujeres en el aire (viernes y sábados a las 23 en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131) es un ataque feroz a los medios de comunicación, al lugar en el que ubican a la mujer, atrapada en una decepcionante carrera en pos de alcanzar un ideal de belleza inalcanzable. Dietas, cirugías, cremas y hasta la industria del juguete como determinante de identidades fomentan el delirio. Lectora de Naomi Wolf, Asensio culpa al sistema capitalista: “El ideal de belleza quiere que yo consuma sin parar. Necesita de mi frustración”.

“El feminismo es un movimiento ideológico que aboga por la igualdad y la felicidad de todos los seres humanos”, define y se define la autora, que tiene otra obra en cartel (Lisboa, el viaje etílico, sábados a las 20 en Teatro del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943). Pese a su mirada crítica sobre las problemáticas de género, hace todo lo posible para no caer en un lugar solemne. “No quiero encasillar mis obras por mi ideología: hago lo que me sale, trabajo con temas que me nacen e inquietan”, subraya a Página/12. Acostumbra a montar obras que son, también, shows: en Mujeres en el aire hay coreografías, música en vivo y videos que la tienen como protagonista. “Estoy desnuda en varios momentos. Quería poner mi cuerpo al servicio del relato, mostrar mi cuerpo real, mis tetas súper chicas. Era un plus bueno ideológicamente”, explica, acompañada por Valentina Bassi, una de las actrices del elenco.

No es sólo desde la puesta en escena que Mujeres en el aire está emparentada con la idea de show. En esta obra, José María Muscari es el conductor de un programa de televisión que incita a cinco mujeres a convertirse en reinas de la belleza cueste lo que cueste. Bassi, Raquel Ameri, Pamela Rodríguez, Débora Zanolli y Valeria Alonso interpretan a cinco chicas atormentadas, vestidas de conejitas. Cada una de ellas vive la tortura mediática de un modo diferente.

–¿Coinciden en que el tema es trillado y en que la novedad de la obra está en la forma en que lo presenta?

Mariela Asensio: –Es cierto que si intentara teorizar nadie me querría escuchar. Ahí está lo interesante de la herramienta teatral: permite poetizar los temas y generar interés sin hacerte la maestra ciruela. Sin embargo, el tema está naturalizado, porque el uso del cuerpo de la mujer en los medios se acepta como normal.

Valentina Bassi: –Al tiempo que invita a reflexionar, la propuesta es lúdica. No es una bajada de línea panfletaria de la que te aburrís apenas entrás. La cosa de show te atrapa y te pega.

M. A.: –En mis obras siempre hay una idea de musical muy adelante. Me interesa para narrar, pero además me sale así. Si pudiera sería Madonna. Hotel melancólico era la guarania paraguaya, Lisboa es el fado, Mujeres en el baño era el pop y ésta es el rock and roll. La música que voy a abordar define el estilo que después adopta la obra.

–¿En los ensayos trabajaron con un afán de entretenimiento?

M. A.: –Siempre pienso en eso, también en divertirme yo. Quiero hacer cosas que puedan hacernos compartir un momento feliz aunque estemos hablando de algo terrible. Como el mundo es muy trash, si hablo de algo trash en el teatro quiero poetizarlo. Hay pibes de la edad de mi hijo pidiendo en el subte, descalzos, solos. ¿Puedo contar en un espectáculo algo más doloroso? No quiero que la gente se vaya de mis obras sólo con dolor. Quiero que encuentre poesía y belleza aun en la devastación.

V. B.: –El teatro siempre es catártico. Después de las funciones me siento feliz. Más allá de que un espectáculo sea una comedia o un drama, el vivenciarlo encontrándole la poesía y la metáfora hace que haya una liberación, una limpieza.

–La participación de Muscari es llamativa. El trabajó con Tinelli. Teniendo en cuenta el espíritu de la obra, ¿no es un ruido en la comunicación con el espectador?

M. A.: –Muscari es mi mejor amigo, somos felices juntos. Esa era una razón para trabajar con él. Además, el personaje masculino era para él. El suyo es un rol totalmente crítico: es obvio que les pego a Tinelli y a los programas de la tarde. Y me parece altamente peligroso que sea Muscari quien hace ese rol, en el buen sentido. Su presencia es una paradoja. El va a Animales sueltos y yo jamás iría, él bailó por un sueño y yo detesto ese programa. Sin embargo, él tiene una mirada crítica sobre eso porque es una persona pensante. Por otro lado, está buenísimo que un montón de gente que lo conoce por la televisión venga a verlo. Quiero llegar a ellos también. Yo hago esta obra desde la contradicción.

–¿En qué sentido?

M. A.: –No es que la tengo re clara. Cuando hago una obra transmito lo que me duele. Me indigno viendo una publicidad de Axe. Pero a la vez acabo de ponerle edulcorante a mi café. Estoy inmersa en este sistema. Sólo que me lo cuestiono todo el tiempo. Cuestiono al sistema capitalista, me parece machista. Pero soy parte y víctima de eso. El ideal de belleza construido por este sistema quiere que yo consuma y consuma. Si no estuviera frustrada y tuviese mi autoestima bien no estaría preocupada por no envejecer o por ser como alguien que no existe.

V. B.: –La contradicción está en todas todo el tiempo. La solución es no caer en los extremos. Todas queremos ser lindas. Pero ser lindas y estar bien. La sociedad te lleva a caer en un extremo, como el de la eterna juventud.

–El ideal de belleza siempre fue lo que costó. En la época de las gordas de Rubens, ser gorda y blanca era sinónimo de ser linda, porque significaba tener dinero y no tener que salir de la casa.

M. A.: –Y ese ideal de belleza que cambia lo impone el sistema, que es patriarcal. Está construido por una visión machista del mundo. No le sirve que haya igualdad. No digo “hombres malos, mujeres buenas”. Pero la mujer se lleva la peor parte: cada 36 horas muere una porque un tipo la mata. Cuando hablo de feminismo me refiero a una visión humanista que tiene que ver con igualdad de hombres y mujeres. Las ideas feministas molestan porque cuestionan un montón de cosas detrás de las cuales hay intereses económicos.

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Asensio y Bassi proponen Mujeres en el aire los viernes y sábados a las 23 en Ciudad Cultural Konex.
Imagen: Pablo Piovano
 
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