Lunes, 20 de agosto de 2012 | Hoy
TEATRO › LANZAMIENTO DE LA TEMPORADA 2012 DE TEATRO X LA IDENTIDAD, EN EL CERVANTES
Una platea fervorosa acompañó a las Abuelas de Plaza de Mayo y a los teatristas, generadores de estos encuentros desde hace doce años. El disparador de todas las reflexiones fue el clásico dilema de Hamlet: “Ser o no ser, ésa es la cuestión”.
Por Hilda Cabrera
”Ser o no ser, ésa es la cuestión.” El famoso dilema que plantea el poeta y dramaturgo inglés William Shakespeare, a través del personaje del príncipe Hamlet, se convirtió en inicial motivo de reflexión del lanzamiento de Teatro x la Identidad, concretado el jueves en el Teatro Nacional Cervantes ante una platea fervorosa que acompañó a las Abuelas de Plaza de Mayo y a los teatristas, generadores de estos encuentros desde hace doce años. La ceremonia de apertura, conducida por la actriz Georgina Barbarossa y Alejo “Chino” Amado (el cantante Alejandro Viola), director del grupo Los Amados, dio paso a un video en el que distintas personalidades vinculadas a la escena hacían suya la célebre frase, disparadora de innumerables lecturas. Y esto se comprobó en las diferencias de tono y ritmo empleados por quienes participaban. El final de ese video fue para el actor Alfredo Alcón, que sumó al dilema un pedido: “Acercate a Teatro x la Identidad. Nosotros te ayudaremos”. En la pantalla se vieron luego imágenes de gente en la calle, en una clase y otros espacios, en los que alguien llevaba una máscara blanca. Tras la proyección, Georgina y el Chino Amado reanudaron en escena la parodia de los presentadores confundidos, por torpeza personal o por el guión que los mareaba. No acertaban sobre el turno que correspondía a cada uno de los ubicados en el escenario, que conformaban a su vez un grupo colorido y expectante.
En principio, el acto fue de reconocimiento a quienes hicieron y hacen posible la continuidad del ciclo. En ese marco, la actriz cumplió con gracia su rol de conductora perdida, secundada por el Chino Amado, volcado a las canciones románticas. Entre “improvisaciones” y música, se calificó de “causa universal” la acción que llevan adelante las Abuelas. El programa, desarrollado entre brillos, resultó gozoso, cuando una lluvia de papeles de colores tapizó el escenario para deleite de dos niñas y un niño, también ellos parte de la “multitud” de colaboradores del ciclo. Para entonces “Teaporí”, como se dijo en alusión a Teatro por la Identidad, tenía su canción y un título con resonancias guaraníes.
Mientras Georgina y el Chino reiteraban sus intencionadas confusiones con el texto y se enredaban tomando frases de El Quijote y Martín Fierro, culpando amistosamente al autor del guión, los participantes coincidían en agradecer y alentar la actitud de Abuelas y la capacidad para transmitir “la premisa fundamental de su lucha: la necesidad de encontrarse y encontrarnos”. A tanto afecto, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, respondió haciendo recuento de los doce años de “un ciclo maravilloso”, y afirmando que “Teatro por la Identidad fue, es y será una herramienta irreemplazable en nuestra búsqueda”.
Todavía resonaba la historia de “Teaporí” narrada y musicalizada por Los Amados, cuando se invitó al director y al subdirector del Cervantes, Rubens Correa y Claudio Gallardou, para entregarles un presente y decir unas palabras. Correa expresó el placer de tenerlos a todos en el teatro desde 2008, comienzo de su gestión, y trazó un paralelo con Teatro Abierto, “el primer evento artístico de oposición a la dictadura militar”. Se refería al pionero de 1981. “Creo que Teatro x la Identidad está en esa misma línea de artistas comprometidos con la realidad”, apuntó, sin permitirse obviar una acotación del Chino Amado, que se refirió a él y a Gallardou como “generosos dueños de casa”: “Quiero aclarar que no somos dueños, en todo caso, somos inquilinos convencidos de que el ciclo lo merece”. Gallardou optó por adherir a las palabras de Correa, ante lo cual Amado deslizó: “Se ha formado una pareja”.
El juego de las gaffes se multiplicó al punto de que las imprecisiones de la actriz Ana María Picchio parecían olvidos ciertos. Otra estrategia reiterada fue la que se armó en torno de la entrega de regalos que no lo eran, pues pertenecían a quienes eran obsequiados. Así un cuadro con la foto de la actriz española María Guerrero, fundadora del Teatro Cervantes, puesto en manos de Correa, era en realidad el mismo que colgaba en una pared de su lugar de trabajo. “Espero que lo cuelguen nuevamente”, indicó el director. No hubo quien se sintiera aludido. “¿Qué me dijo con eso?, preguntó Picchio. Ahora está en su casa. Esto va a quedar acá, definitivamente.”
Más allá del toque paródico que acompañó la entrega de los obsequios a artistas, colaboradores e integrantes de las comisiones, la actriz Berta Isabel Quinteros, “la Negra, salvadoreña”, como se identificó, recordó a un colaborador del ciclo, Pablo Fernando Zanotti. “Nuestro querido e insustituible Pablo, que murió en el accidente ferroviario de Once. A su familia, que está presente, nuestro abrazo”, dijo con la voz quebrada. La emoción y el gesto solidario se dieron también en la sala, en un apretón de manos o en una caricia en la espalda. Sin embargo, las ausencias y tristezas no impidieron que el encuentro hallara su cauce en la alegría de estar juntos y en lo festivo de algunas actuaciones. Así, la actriz Virginia Innocenti utilizó un italiano de cocoliche modernizado para armar una rara composición de la gran actriz Ana Magnani.
Uno de los agasajados por su apoyo fue el productor Miguel Rottemberg, quien recordó que en el 2000, en su Casa del Espectáculo, se reunió con la actriz Cristina Fridman, integrante de la comisión desde la primera hora, y tenaz como pocos, según se dijo. A partir de entonces, y “ya en los primeros espectáculos, se vio que la gente estaba consustanciada, que entendía, se emocionaba y participaba”, sostuvo Rottemberg, quien, precavido, pidió que la atención que tuvieran con él no fuera semejante a las otras. Temía que se hubieran llevado algo de su Casa. “¿Se reunieron en su living? –quiso saber el Chino–. Porque Fridman no se va de ningún lado con las manos vacías.” La verdad se supo cuando el actor Arturo Bonín ingresó al escenario portando un tacho de luces para teatro.
Rottemberg no fue el único productor mencionado. La lista es larga. También la de las asociaciones y entidades (como la Asociación Argentina de Actores y Argentores), y la de empresarios de salas. En cuanto a representante de medios, el “regalo” fue para Carlos “Gandhi” González, gerente de relaciones institucionales de Página/12. Recibió un programa impreso por el diario. El humor se sostuvo a pesar de las lágrimas. Primaba el deseo de no desfallecer. Fue entonces cuando se recordó la muerte (un año atrás) de Virginia Ogando, hija de desaparecidos que aún no había hallado a su hermano nacido en cautiverio.
El reparto de obsequios en tono de chanza continuó. La actriz Manuela Pal ofreció a un grupo de nietos recuperados una fuente con panes. Podían quedarse con la fuente pero no con los panes. No fue así con las Abuelas, que recibieron una jarra semejante a un ánfora. A ellas no se les pidió el regreso. Una vez que los nietos agradecieron (a pesar del quite de panes), la presidenta de Abuelas retornó al micrófono, pero antes pidió música de fondo. “¡Que suene algo romántico!” Los Amados no se hicieron rogar, y un ritmo cadencioso preludió su alocución: “¡Qué felicidad! ¡Cómo nos alegra el alma estar con ustedes, disfrutando del humor, el recuerdo, el recuento de tantos queridos amigos, de antes y de ahora! Doce años parecen poquito, pero es tanto para nosotros. Estar acompañados por los nietos, por las Abuelas, por esta gente: actores, dramaturgos, directores... por el personal del teatro, y el público... Todos hacen posible este encuentro en el que nos sentimos iluminados por ideas que nacen del corazón, que nos ayudan a encontrar a los nietos, y de los que no nos vamos a separar. Vamos a seguir juntos porque los necesitamos, pero también porque falta mucho todavía. ¡Ciento seis nietos, una gloria! Decimos el número 106 como si fuera un número, pero no, es un ser humano joven que recuperó su identidad, su libertad, y esto es Teatro x la Identidad... Esto nos da fuerza, alegría, y cuando aparece un contratiempo, estamos dispuestas a resolverlo, seguir adelante y separar las piedras del camino, con bastón, pero no importa. Seguimos con el corazón caliente, la sonrisa y las ganas de vivir. Traigo algo importante para terminar: gente, querida gente del teatro, gracias en nombre de todas las Abuelas y Nietos de nuestro país”.
El Chino Amado debía cerrar el encuentro y desplegó todo su carisma, no sin antes individualizar a los integrantes de su grupo. Fue especialmente graciosa la presentación que hizo de una Raquelita vestida de rosa y dispuesta a bailar danzas judías, a la que –admitió– “a veces no sé si presentarla o rezarle”. Se refirió al conjunto como “mensajero del amor”: “Algunos llevan la guerra a otros países, otros el dinero, nosotros llevamos el amor. Ustedes, esta noche, se irán del teatro enamorados”.
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