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Domingo, 30 de septiembre de 2012

TEATRO › MARTIN RODRIGUEZ, LUCAS ALVAREZ Y LA ACTUALIDAD DE CIRKO MARISKO

Cómo ir de la calle al escenario

No les falta experiencia: desde hace veinte años, el dúo domina el difícil arte de sostener espectáculos callejeros que fueron llevando a una evolución natural. Los jueves, en el Chacarerean Teatre, se dan el gusto de transitar nuevos caminos.

 Por Sebastián Ackerman

“El camino nos llevó a esto. Un gol en el último minuto ahora lo estamos gritando.”

Para la sesión de fotos con Página/12, Martín Rodríguez y Lucas Alvarez bailan en la esquina de Córdoba y Pueyrredón. Es una tarde lluviosa, y los que pasan apurados por encontrar un techo los miran extrañados a estos dos personajes que se mueven a un ritmo que sólo existe en sus cabezas. Es que la calle es como su casa: Cirko Marisko se acerca a sus 20 años de existencia, y Disconcierto urbano es el primer espectáculo que presentan en un teatro. “Es el punto cúlmine de muchas experiencias”, asegura Alvarez, y explica que “Hacer Disconcierto urbano fue un gol en el minuto 45, porque queríamos hacerlo hace mucho tiempo, pero no se daba”, y pudieron dar rienda suelta a las ideas del grupo. “A nuestros flashes”, especifican. “Teníamos gags, armamos cosas nuevas, revivimos números que hacíamos y los retocamos”, se entusiasman, porque “Disconcierto... es un condensado de la historia de Cirko Marisko”, coinciden sobre lo que puede verse los jueves a las 21.30 en Chacarerean Teatre (Nicaragua 5565).

Ese condensado incluye lo hecho desde los comienzos en Parque Centenario, musicalizando al payaso Chacovachi, y su experiencia en Plaza Francia, Necochea y Miramar en verano, giras en los últimos años por el interior del país e incluso por México, Estados Unidos, España, Francia, Austria, República Checa, Suiza y Dinamarca, entre otros destinos europeos. De un espectáculo “bien circense” con malabares, fuego, sables, monociclo y clown a la música en vivo, los monólogos, el street dance, improvisación y “mucho humor” (“lo que le quedó de circo es el nombre”, admite Rodríguez) para contar la historia de cuatro presos peligrosos que intentan, a través de actividades culturales, reinsertarse en la sociedad. “Fue una propuesta del director, que cuando vio lo que hacíamos nos dijo que nos veía como presos; y a mí bien poli, marcando lo que hay que hacer”, recuerda.

–¿Y les gustó de entrada la idea?

Martín Rodríguez: –Al principio nos chocó. Yo no me quería vestir de la Federal ni loco (risas). Y después empezamos a asimilar la idea. Pasaron unos días, y nos pareció divertida y también nos pareció divertido no situarla en un contexto real de acá: no hay internos de mameluco naranja ni polis en bermudas. Eso nos ayudó, por lo menos a mí, a poder digerirlo y decir “vamos con ésta que anda”. Hay una estética que se banca eso: hacemos humor, música, los chicos bailan hip hop... No nos estaban diciendo que nos disfrazáramos de Teletubbies. Al principio debo reconocer que dudé un poco, pero después, cuando lo empezás a visualizar, decís “por qué no”: es algo cómico, es un equipo bizarro, un policía tocando con presos en una banda. Me enganchó por ese lado.

–¿Cómo fue este proceso de presentarse por primera vez en una sala después de tanto tiempo trabajando juntos?

Lucas Alvarez: –Nosotros sabíamos que estábamos “condenados al crecimiento”, porque necesitábamos una visión externa sí o sí ya para que nos acomode. Nos sacaron punta, digamos. La gente se ríe en momentos en los que a veces no pensamos que se iba a reír, que son momentos de frescura, y también en momentos donde lo teníamos planeado, que nos dejan más tranquilos. El timming del humor que tenemos lo damos vuelta, o lo ponemos en otras situaciones, y funciona. Pablo Micossi (el director) fue la tercera visión que nos hiló los contenidos para darle una dirección para poder ordenar los números y contar una historia.

M. R.: –Yo tuve cagazo hasta un segundo antes de salir. Cuando salís, ya está, no queda otra que hacerse cargo. No- sotros cada vez que hicimos un show fue divertido, y un minuto antes capaz que nos estamos cagando de risa y lo hacemos natural. Acá había una presión antes, y se notaban esos nervios. Se escuchaba el murmullo de la gente en el teatro... Y cuando salimos nos dimos cuenta de que hay cosas distintas, pero la experiencia con el público ya la tenemos. Hay un feedback con el público, lo integramos. Está bueno, se siente parte. El día del estreno, ¡me bardeaban desde la primera fila! Son cosas espontáneas que está bueno que salgan...

–¿Qué se mantiene en Disconcierto... de sus presentaciones callejeras y qué cambió?

M. R.: –El hecho de hacer reír es una incógnita hasta el momento en que lo ejecutás. Lo que está bueno es que nosotros en los ensayos previos al estreno veníamos haciendo la pasada, y los productores nos miraban y decían “¿esto va a andar?”, pero cuando está el público es otra cosa. En la calle aprendimos que a todo se le puede sacar un provecho. Alguien hace ruido en la sala, lo vamos a aprovechar. Si suena un celular en la sala, nos vamos a cagar de risa y lo vamos a delirar... Son esas cosas que aprendimos a utilizarlas como recursos y disparadores de situaciones. Creo que eso es un poquito lo que marca la diferencia con otros espectáculos: aprovechamos todo lo que pasa.

Que éste sea el primer espectáculo que presentan en un teatro no es casual: Cirko Marisko se siente cómodo actuando en espacios públicos. “La calle tiene de bueno que somos totalmente autogestionados. Somos responsables de todo lo que pasa”, afirma Rodríguez, y analiza: “En la calle está cualquiera. En nuestro mejor momento en Plaza Francia yo me sentía orgulloso de lo que se generaba. Arrancábamos al mediodía y comíamos en la plaza, porque le comprábamos a alguien que hacía comida y la vendía ahí; la gente colaboraba en nuestro show y de repente tenía un cumple y compraba un regalito en el puesto que hacía cosas que me gustaban... Era un movimiento que veíamos como un grano en el culo en Recoleta”, dice, y ambos se ríen. “No somos un grupo que se montó a partir de un casting que puso un show en el Chacarerean. Tenemos un recorrido, y todo se fue dando. El camino nos llevó a esto. Como dijo Lucas: un gol en el último minuto, y ahora lo estamos gritando”, concluye Rodríguez.

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