Miércoles, 13 de marzo de 2013 | Hoy
TEATRO › MANUEL GONZáLEZ GIL ESCRIBIó Y DIRIGE ME DUELE UNA MUJER
“Quise hacer un tango teatral”, plantea el director sobre una obra que, en tono de comedia, acompaña a un profesor cercado por la figura de la mujer que acaba de dejarlo.
Por Cecilia Hopkins
“El tango es un idioma de mi infancia”, afirma el director Manuel González Gil. Así, la música ciudadana que su padre escuchaba se convirtió en fuente de inspiración para muchos de sus espectáculos, entre otros Gotán, El romance del Romeo y la Julieta, Un amor de tango y Me duele una mujer, obra de su autoría recientemente estrenada en El Tinglado (Mario Bravo 948), con música original de Martín Bianchedi. “Quise hacer un tango teatral”, asegura el director en la entrevista de Página/12. De su producción, González Gil diferencia las obras que, como ésta, integran canciones en el desarrollo de la historia que plantean de las realizadas dentro del género del teatro musical, en las cuales la actuación, la música y la danza se cruzan en pos de un espectáculo diferente. No obstante, la música singulariza a todas ellas ya que, según subraya el director, habilita “una invasión emotiva que las palabras solas no pueden generar”.
Me duele una mujer hace alusión al último verso de “El amenazado”, poema de Jorge Luis Borges en el que el escritor, según González Gil, detecta en el amor que le despierta una mujer “la resignación de saber que estar con ella se ha convertido en la medida de su tiempo”. Con la misma convicción, aunque en tono de comedia, un profesor de filosofía se siente cercado por la figura de la mujer que acaba de dejarlo y no encuentra remedio a su sufrimiento. Flanqueado por dos hombres que funcionan a modo de alter ego, Miguel ve a la amada en todas y cada una de las mujeres que andan por la vida, incluida su analista, en tanto que pareciera que el tiempo no pasa. Intencionalmente, todos los roles femeninos están interpretados por la misma actriz –Fernanda González Caride–, en tanto que Miguel y sus adláteres son Adrián Batista, Omar Kuhn y Luis Longhi. Una pareja joven que representa un recuerdo idealizado del protagonista está cargo de Anahí Gadda y Francisco González Gil, hijo del director.
–¿Nunca considera que las canciones repiten lo que ya fue dicho en escena?
–Aunque lo que se cante no introduzca un dato nuevo, para mí la música permite reflexionar sobre las escenas de un modo particular. Significa una invasión emotiva tanto para el actor como para el público. Para mí esta obra sin los tangos cantados no es lo mismo.
–¿Por qué pensó en el tango para hacer esta obra?
–En realidad, la obra surge del tango, porque es en este género donde el hombre habla de sus estados de ánimo y hace confesiones íntimas que no se permite en la realidad. Por eso quería que Martín Bianchedi compusiese un tango para cada situación.
–¿Siempre tiene la puesta planificada de antemano?
–Yo amo la duda y siempre estoy abierto al cambio. Cuando ensayo tengo todo diagramado pero pensando en que ojalá me cambien todo durante el trabajo. En la interacción con los actores me interesa que ese plan previo se modifique.
–¿Qué aspectos del hombre refleja esta obra?
–Quise trabajar sobre la sensibilidad masculina que es, para algunos, su aspecto más cercano a lo femenino. Se trata de su parte menos conocida, especialmente para las mujeres. Les llama la atención el estado de abstinencia en la que cae un hombre que vive una situación de abandono. Queda descarnado, al punto de negarse a reanudar su vida afectiva, como un acto de defensa.
–¿Qué partes de Miguel representan sus acompañantes?
–Uno es muy porteño y machista. El otro es su parte espiritual, el que quiere vivir encendido en el amor. El protagonista, en tanto que es un filósofo, se permite la duda y se mueve entre estos dos polos.
–¿Por qué la obra abre y cierra con imágenes del pasado?
–La pareja joven es la imagen de la frescura y la inocencia que se tienen a esa edad. El amor que se da en la adolescencia no vuelve a producirse nunca más en la vida. Al menos no con esa incandescencia e intensidad.
* Me duele una mujer, El Tinglado (Mario Bravo 948), viernes, 20.30, sábados 22.30
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