“Estoy contento de estar asistiendo al lanzamiento del Festival Internacional de Buenos Aires, con un año y medio de antelación a su realización.” Así inició ayer el ministro de Cultura del Gobierno de la Ciudad, Hernán Lombardi, la conferencia de prensa en el Teatro San Martín. En rigor de verdad, más que lanzamiento –ya que el festival fue creado en 1997 y cuenta ya con seis ediciones– la reunión de prensa tenía por objeto presentar a sus nuevas autoridades: el director Rubén Szuchmacher y el cordobés Alberto Ligaluppi, hombre de extensa trayectoria como director artístico de diversas instituciones en su provincia. El funcionario continuó entusiasmado: “En menos de un mes hemos puesto en marcha un proceso de oxigenación y puesta en valor de los festivales de la ciudad, los cuales están garantizados presupuestariamente. Tenemos, entonces, que los grandes lineamientos de la gestión tienen como eje al teatro, el cine y las bibliotecas”.

“Estamos inquietos por esta designación, por la responsabilidad que implica –coincidieron Szuchmacher y Ligaluppi– porque nos estamos preguntando cómo debería ser la séptima edición del FIBA y, si bien sabemos que todavía no podemos hablar acerca de su programación, sabemos que entre los interrogantes que se nos presentan está el siguiente: ¿cómo sorprender a una ciudad como ésta, en la que hay unos 500 espectáculos por semana? Sabemos que tenemos que encontrar algo que haga diferente al FIBA de otras expresiones y para eso empezamos a trabajar en una serie de líneas sobre las que vamos a caminar.” Los directores también se refirieron a las diferencias entre las condiciones que existían cuando el festival comenzó su andadura y el presente: “En 1997 había otra economía y además, apenas comenzaba a funcionar el Instituto Nacional del Teatro, una entidad que en 10 años ha realizado una gran transformación en el teatro nacional”, puntualizaron.

En cuanto a la necesidad de encontrar una marca que haga único al festival, Ligaluppi adelantó que ambos directores comparten la idea de “buscar espectáculos en las tramas urbanas”, esto es, visitar diversas ciudades del interior y el exterior, con el objeto de consustanciarse de su producción teatral y desde allí efectuar una selección que privilegie el pequeño formato. De este modo, se evitaría la estandarización resultante de contratar solamente espectáculos que ya están programados en otros festivales, usualmente muy parecidos unos de otros. Del mismo modo se enfatizó la necesidad de brindar en las futuras ediciones del FIBA un mayor lugar de exposición al teatro latinoamericano, “ya que tenemos muy cortado el diálogo con la producción teatral de la región y se hace necesario establecer nexos más sólidos”. También Szuchmacher se refirió a la necesidad de “incluir de manera eficaz a la comunidad teatral de la ciudad, ya que los festivales son muy importantes para los propios artistas, porque producen discusiones estéticas”. En este sentido, Ligaluppi recordó la gran renovación estética que se produjo en el teatro local de los ’80, cuando el grupo catalán La Fura Dels Baus participó del Festival Latinoamericano de Córdoba. A los efectos de favorecer la reflexión artística, también los directores opinaron que era necesario que los elencos y grupos permanecieran más tiempo en el festival, para lo cual será necesario crear lugares de intercambio propicio a la experimentación.