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Lunes, 24 de marzo de 2008

TEATRO › ENTREVISTA CON LOS REALIZADORES DE RENT, A HORAS DE SU ESTRENO EN LA ARGENTINA

“Esta es una obra en los límites de la emoción”

Los traductores Fernando Masllorens y Federico González del Pino, la directora Valeria Ambrosio y el coreógrafo James Murray analizan un musical que modificó las reglas del género.

 Por Alina Mazzaferro

El 25 de enero de 1996, en Nueva York, un pequeño teatro del off-Broadway de esa metrópoli se preparaba para presentar un musical del joven autor y compositor Jonathan Larson, desconocido hasta el momento. A Jonathan le había llevado siete largos años dar forma a Rent. Esa misma tarde, luego del último ensayo, listo para abrir las puertas de la sala y hacer sonar la campana de largada de las primeras previews, murió inesperadamente en la cocina de su casa a causa de un aneurisma. Claro que quienes lo conocieron y trabajaron con él en este proyecto decidieron llevar adelante su más ardiente anhelo: estrenar su obra. El resto de la historia es conocida: Rent se animó a hablar de lo que no hablaban otros musicales –homo y bisexualidad, marginalidad, drogadicción y sida– y revolucionó a Broadway, reinventando el género.

Como sucede con las piezas que marcan un nuevo camino, y especialmente con los musicales, Rent se convirtió en una obra de culto, con fans esparcidos por todo el mundo. Es que Rent se animó a contar una historia con melodías contemporáneas, a puro rock. Pero la creación de Larson es más que una ópera rock. Es un himno a la vida y un homenaje a los caídos. Una versión contemporánea de La Bohème, de Giacomo Puccini, en la que los personajes y sus conflictos son reales y no héroes de telenovela. En Rent no hay una superproducción pomposa y grandilocuente; simplemente hay historias y canciones que llenan el escenario por sí mismas. Tampoco hay finales felices, pero sí una moraleja a la que tal vez Larson había llegado por pura intuición, antes de su trágica muerte: Rent pide a gritos carpe diem; es un llamado a vivir la vida como si cada día fuera el último, un canto al presente. “La vida es hoy”, subraya el slogan que publicita la versión argentina.

A doce años de su estreno en el Nederlander Theatre de Nueva York (en junio de este año bajará de cartel, convirtiéndose en uno de los diez musicales que más tiempo permanecieron en cartelera en la historia de Broadway), la obra llega finalmente a la Argentina, creando expectativas para los que hace tiempo la estaban esperando y también para aquellos que por primera vez escuchan hablar de esta Hair de los ’90, ganadora de los premios Pulitzer, Obie, New York Drama Critics Circle, cuatro premios Tony y tres Drama Desk. La iniciativa fue de dos traductores locales por demás conocedores de la movida teatral neoyorquina. Fernando Masllorens y Federico González del Pino son la cabeza de una agencia literaria dedicada al teatro, a través de la cual no sólo realizan traducciones sino que también funcionan como intermediarios entre los productores locales y las piezas extranjeras (norteamericanas, inglesas y francesas) y viceversa, llevando también algunas obras nacionales al exterior. Además representan en el país a Music Theatre International, una de las organizaciones más importantes a nivel mundial en materia de comedia musical, que maneja los derechos de 1600 obras. Ambos poseen una amplia trayectoria como productores y adaptadores, desde que imaginaron una vida amalgamada al teatro hace treinta años, cuando apostaron por Emily, un unipersonal con China Zorrilla, cuando China, por supuesto, no era la famosísima y querida actriz que es ahora.

Esta vez la apuesta es por Rent, la pieza que vieron por primera vez en su mismísimo estreno, cuando todavía las emociones de la ficción se mezclaban con las que produjo la muerte de Larson. Masllorens y González del Pino eligieron a Valeria Ambrosio (dirigió Mina, che cosa sei?) y a James Murray (responsable de Jazz, Swing, Tap, se formó en el estudio de Herbert Berghof en Nueva York), para encargarse de la puesta en escena y la dirección de actores, respectivamente. Después de casi un año de trabajo, Rent tendrá su estreno porteño este miércoles 26 en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131), un espacio con una estética más cercana a la de una fábrica que a la de un teatro, que responde a las necesidades de una obra como la de Larson. Podrá verse de miércoles a domingos a las 21, aunque para quien quiera seguir a rajatabla los mandamientos del musical, será mejor no dejarlo para mañana (no day but today –“ningún día salvo hoy”– proclama la versión original).

–¿Alguno de ustedes era un fan de la obra antes de comenzar con este proyecto?

Federico González del Pino: –Fernando y yo trabajamos durante un largo tiempo en La Mama (un club de teatro experimental) en la Calle Nº 4 de Nueva York. Enfrente estrenaba una comedia musical un chiquilín que no había estado mucho tiempo en el mundo del musical, que se llamaba Jonathan Larson. Fuimos a verla. Cuando terminó el espectáculo anunciaron que él había muerto; era terrible porque Larson era todo para esa producción. Era una obra que estaba en los límites de la emoción, que hablaba sobre gente librada a la mano de Dios, que no tiene posibilidad de salir adelante. Fernando, que la conoce bien, se seguía emocionando cuando traducía las canciones. Esa primera vez fue maravillosa; después la volvimos a ver en un teatro más grande, cuando ya era un éxito.

–¿Por qué tardó tanto en llegar a la Argentina?

F.G.P: –Es un musical que es no fácil de producir como otros musicales. Pero hubo un soñador, Ricardo Manetti, que se animó. El hacía tiempo que quería hacerlo y la produjo junto al crítico Claudio España. Esa fue la razón, y creo que todas las cosas que empiezan a partir de lo afectivo y no a partir de los números siempre se transforman en grandes éxitos.

El tema y los tiempos

–Rent es una obra bien de los ’90, que se anima a hablar de temas tabú para esa época, como el sida o la homosexualidad. ¿Ha perdido actualidad?

Valeria Ambrosio: –No, porque siguen siendo temas que nos tocan hoy. Está inspirada en La Bohème, que desde fines del siglo XIX contempla los mismos conflictos que tenemos hoy. No había sida, pero había tuberculosis. Había una bohemia distinta a la de ahora, pero la esencia es la misma. La búsqueda interna del hombre es la misma desde los romanos hasta hoy.

–¿Realizaron una traslación de tiempo y espacio a la Argentina de esta época o la obra sigue estando emplazada en la zona marginal de Nueva York, en los ‘90?

V.A.: –No modificamos el tiempo y el lugar. Uno debe trascender esa distancia y conectar con el conflicto; cuando lo lográs, el conflicto se vuelve universal. La gente se muere, sueña, tiene amigos, tiene problemas de identidad. Eso nos pasa a todos y nos va a seguir pasando. Intentamos profundizar en eso para que no quede como un retrato de los problemas de un grupo de gente en Nueva York. Son personas a las que les pasa las mismas cosas que a todos. Sería tonto quedarse con la anécdota. La música naturalmente nos transporta y nos permite trascenderla.

–¿Fue difícil encontrar a los actores para interpretar a estos ocho protagónicos, de características tan particulares?

James Murray: –Muy difícil. Pero ni a Valeria ni a mí nos importó buscar personas con el aspecto físico de los personajes. Vimos audicionar a 2400 personas. No fue fácil, porque la dificultad de este musical es que tiene ocho protagónicos que deben cantar impecablemente y ser muy buenos intérpretes. Generalmente los musicales de acá se manejan con figuras, pero esta obra no se sostiene con figuras que no canten o bailen muy bien. Por suerte no tuvimos nunca la presión de la producción de tener que incorporar a una.

V.A.: –Por otra parte, vos ponés una figura y distraés al público de la historia que estás queriendo contar. Esta no es una historia con adornos. En el inicio, cuando nos llegó la propuesta, vimos otras versiones y nos preguntábamos por qué el montaje era tan escueto, áspero, por qué no pusieron un poco más. Nosotros teníamos ganas de hacer un poco más, pero mientras fuimos avanzando nos dimos cuenta de que Rent no necesita adorno. Una carita famosa, efectos especiales, no sirven en esta obra, al contrario.

Fernando Masllorens: –Tampoco servía una sala tradicional. Parte de la magia de este espectáculo es haber buscado un espacio que no fuera convencional. Lo pedía a gritos y todos sabíamos que a un teatro no podía ir.

–También realizaron una publicidad poco convencional: stencils en la vía pública, poco llamativos entre otros graffitis. Eso nada tiene que ver con la publicidad comercial que se espera de un musical...

V.A.: –Hubo dos caminos para publicitar la obra. El coherente –el de los stencils– y el necesario, que era el comercial, las gigantografías. Porque no mucha gente conoce Rent; no es Chicago o Cabaret.

–En general, en la Argentina existe cierto prejuicio respecto del musical, como si éste fuera un género liviano y no pudiera abordar ciertos temas con la profundidad que se merecen. ¿Qué pueden decir al respecto ustedes que están embarcados en una obra que intenta contar mediante canciones historias profundas, dolorosas, complejas?

V.A.: –Esta obra no es ni una ópera rock, ni una comedia musical, como se la ha promocionado. Es un intento de hacer algo distinto. Es una verdadera revolución. Y la música es, de las artes, la más intensa; entonces, un musical, ¿por qué debería ser liviano?

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Murray, Ambrosio, González del Pino y Masllorens se emocionan con las canciones de Rent.
Imagen: Gustavo Mujica
 
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