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Sábado, 22 de enero de 2011

DANZA › ENTREVISTA A SILVANA GRILL, DE LA COMPAñíA NO BAILARáS

“Tenemos sentido del humor”

Tras el éxito de Grotesca pasión trasnochada, el grupo regresa al Teatro de la Ribera con su segundo espectáculo, Sin pecado concebido. “Ahora estamos más maduros, intentamos reflejar el poder que nace de la unión”, afirma la directora.

 Por Carolina Prieto

En 2007, la compañía de tango No Bailarás debutó en el Teatro Maipo con Grotesca pasión trasnochada, un espectáculo acaso tan provocador como el nombre del grupo. Con música original de Ramiro Gallo –que el violinista interpretaba en vivo junto a su quinteto–, los bailarines dirigidos por Silvana Grill desplegaron el abanico de relaciones que se tejen en el tango de salón, con un cóctel de virtuosismo, desparpajo y total desinhibición. Se trató de una mirada osada sobre el voltaje erótico que rodea al baile, con matices, gracia, sin golpes bajos ni mal gusto. Todo en el marco de una estética muy cuidada que incluía vestuario del modisto Pablo Ramírez, quien hizo del uso del negro y del refinamiento su sello personal. La obra estuvo tres años en cartel, viajó por el mundo y, mientras tanto, la agrupación fue cocinando la segunda propuesta, Sin pecado concebido. Este trabajo hizo unas pocas funciones el año pasado en el Teatro de la Ribera, fue elogiado en la última edición del Festival de Tango de Roma, y acaba de volver al escenario del barrio de la Boca. “Somos un grupo con mucho sentido del humor y teníamos ganas de contar lo que nos estaba pasando con respecto al tango. En la primera obra aparecían la sensualidad, la sexualidad y la desmesura. Ahora estamos más maduros, intentamos reflejar la fuerza de lo grupal, el poder que nace de la unión”, cuenta Grill en diálogo con Página/12.

–¿Cuál es el planteo de la obra?

–La base es siempre el tango de salón, de piso, tradicional y popular. Es un grupo de personas que desarrolla sus posibilidades y que se topa con sus limitaciones. El humor viene de la mano de los superpoderes para vencer sus trabas. Es un espectáculo integral, con una trama y con bailarines y músicos en permanente relación. No como los shows tradicionales con momentos bien marcados: alguien canta, después toca la orquesta, después viene el baile... Me interesa crear una unidad, y el uso del color resultó clave.

–¿De qué modo interviene el color?

–Al comienzo los bailarines están de blanco y negro, parten de una atmósfera tranquila y simple, hasta que aparece el color y todo comienza a complejizarse. Me interesa trabajar con los movimientos que se impusieron en las distintas décadas: cómo se paraba la gente, cómo caminaba antes, hasta llegar a la velocidad actual, con movimientos rápidos que no son ni tan medidos ni tan perfectos.

Sin pecado concebido alude a un chiste interno del grupo, que seguramente también circula en el ambiente tanguero: “Se puede bailar tango sin tener que llegar al orgasmo”, sostiene Grill. Y si bien el amor está presente, no aparece con la misma carga que en Grotesca... Durante los tres años que duró el proceso de creación, la coreógrafa mezcló a los bailarines: desarticuló las parejas tal como estaban planteadas y se sorprendió con los resultados. “Trabajaron mucho, se adaptaron a nuevos tiempos y nuevos trucos, apareció la confianza en el otro, otra musicalidad”, explica. “Si bailás siempre con la misma persona y encima sos pareja en la vida real, te achanchás”. Grill eligió obras de autores argentinos contemporáneos, muchos residentes en el exterior, como Jorge Zulueta (radicado en París) y Luis Borda (en Alemania): una serie de tangos, valses y milongas arreglados por Ramiro Gallo. “Son músicos bien tangueros pero con un aire europeo, un sabor especial que me gusta”, advierte la directora, que además sumó a la paleta musical un vals de Manuel Moretti, de Estelares, y un tango de Angel Pulice.

Otra novedad es la incorporación de la voz: el contrabajista y cantor Aureliano Marín fue de la partida y, esta vez, lo será Hernán Lucero, otro joven y talentoso intérprete, de voz melodiosa. “La voz aparece como un instrumento más que se suma al resto”, señala esta bella mujer espigada, con una fuerte inclinación por el cine de la década del ’50 y sus divas sensuales. “Algo de ese clima está presente”, agrega. “Es un lujo trabajar con Pablo (Ramírez). Intercambiamos muchas ideas, él propone a partir de lo que le llevo, trae más opciones y es muy generoso. Se nota que nuestro proyecto le entusiasma porque suele poner más de lo que le podemos pagar”, confiesa. El final del show promete fiesta: “Los bailarines aprendieron a tocar instrumentos y van a hacer un tema con aires de final feliz”, anticipa.

En forma silenciosa, con tiempo y dedicación, esta treintañera viene recorriendo un camino poco transitado pero interesante: dejar de lados los clichés del tango for export, las piruetas innecesarias, y volcarse al tango de piso, al baile popular, y sobre esa tradición, innovar. Grill llegó al tango por azar. Dejó General Roca (donde estudió danza clásica y contemporánea), algo cansada de la vida de provincia, después de convencer a su madre de que en Buenos Aires estudiaría Psicología. Muy cerca de su casa había una escuela de tango, donde conoció a un maestro que sabía mucho más de música que de baile, y que la hizo descubrir una riqueza de estilos y compositores que la marcaría a fuego. Primero fue el flechazo con la música, luego vendría el baile, que mamó con maestros como Graciela González, Osvaldo Zotto y Puppi Castelo, y pulió en las milongas porteñas. Durante años dirigió la Academia de Estilos de Tango Argentino (ex Ballet Escuela que funcionaba en la antigua Biblioteca Nacional), un semillero para muchos de los mejores bailarines actuales, además de coreografiar acá y en Europa. En 2004 se reunió con un grupo de colegas y armó su propia compañía, hoy formada por Julieta Biscione, Roberto Castillo, Paula Gurini, Mariano Bielak, Gimena Aramburu y Juan Fossat. “Tenía la necesidad de contar lo que quería”, resume. Ahora porteños y turistas podrán descubrir su nuevo trabajo, en el que se atreve a desacralizar el tango, guiñar el ojo a los superpoderes, y articular tradición y renovación.

* Sin pecado concebido, coproducida con el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sube a escena de jueves a domingos a las 20 en el Teatro de la Ribera (Pedro de Mendoza 1821).

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No Bailarás deja de lado las piruetas innecesarias y se vuelca al tango de piso.
 
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