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Jueves, 23 de junio de 2016

CULTURA › UNA LARGA NOCHE EVOCA UN OSCURO EPISODIO HISTóRICO

Para no olvidar los bastones

El espectáculo sobre la Noche de los Bastones Largos, que se realizará hoy en el anfiteatro de la Facultad de Ciencias Veterinarias, fue concebido por Belén Torras como una combinación entre narración oral, música y artes plásticas.

Hace casi cincuenta años, el 29 de julio de 1966, la Policía Federal de entonces entró a los palazos en cinco facultades de Universidad de Buenos Aires. El resultado, que pasó a la historia como la Noche de los Bastones Largos, no solo fue desocuparla de graduados, profesores y estudiantes que defendían su autonomía –y meter la cuña de Onganía, que según Perón no sabía hacer la “o” con un vaso–, sino destruir bibliotecas y laboratorios, detener unas cuatrocientas personas, y provocar el exilio masivo de gente muy valiosa para el país. Casi cincuenta años pasaron, entonces, y ya están encendiendo motores las combis que desde tres puntos estratégicos de la ciudad (Cabildo y Juramento, Santa Fe y Callao, y Paseo Colón e Independencia) saldrán con destino al anfiteatro de la Facultad de Ciencias Veterinarias (Chorroarín 280), hoy entre las 18.15 y las 18.45. El objetivo es trasladar a todos aquellos que quieran ser parte de Una larga noche, un espectáculo que, precisamente, recordará el hecho a través de un enlace de textos, músicas e imágenes para no olvidar aquellos bastones y sus largos efectos.

“La idea es contar a través del arte una parte muy oscura de nuestra historia, que terminó con una universidad de excelencia de los años ‘60, y surgió como una forma de apelar a la memoria atravesando el discurso, conectando con la emoción y desarticulando el filtro mental de lo cognitivo”, adentra Belén Torras, narradora y autora del guión de la obra, y de varios de los textos que se leerán esta noche. “Escribir el guión de la obra, más los textos literarios que la componen, además de realizar la selección de los de los otros autores y encontrar el perfecto maridaje entre ellos, fue un viaje intenso de muchos meses de trabajo”, amplia Torras, autora de textos a los que el compositor Pablo Tozzi le puso música. Y que Pablo Fernández utilizará como inspiración para el mural de tres metros que pintará en vivo. “Los trabajé como para encontrar que cada uno tenga una voz propia, definida, que pueda contar sin caer en la repetición. Encontrar al personaje que cuenta cada historia fue importantísimo. Hubo una investigación sobre muchas notas periodísticas e increíblemente encontré que solo hay un libro escrito al respecto. No quería utilizar una sola voz y menos una que ya hubiese contado. Quería utilizar la multiplicidad de voces y todos los matices posibles… espero haberlo logrado”, asegura Torras.

Durante el espectáculo, Tozzi también tocará temas de Violeta Parra, Charly García, Piero, Silvio Rodríguez, Daniel Viglietti y María Elena Walsh, entre otros, que se cruzarán con narraciones de Eduardo Galeano, Julio Cortázar y Juan Gelman, no solo en la voz de Torras sino también del periodista y conductor radial Alejandro Simonazzi. “Como dice Belén, esto se trata de combinar narración oral, música y artes plásticas, tres maneras de comunicar y transitar el arte que disfrutamos apasionadamente. La idea surgió a partir de tomar conciencia de que este año se cumplen 50 años del hecho fundacional de la instalación de un modelo de país que, aun con resistencias populares en el vaivén de la historia, terminó imponiéndose”, sostiene Simonazzi, que no había nacido cuado los uniformes violaron la autonomía de la facultad. “El hecho más cercano que me resuena y me compromete a Una larga noche es haber sabido de esa etapa de nuestra historia y escuchar una noche a un tío decir que el gobierno de Onganía no fue malo. Un tío laburante, sin militancia política. Y ver cómo se replica esta opinión en otra gente... Hace falta la memoria, pero también determinar qué memoria”, sostiene Simonazzi. Torras, en cambio, nació justo ese año. “Recuerdo que había un relato que se repetía en el seno familiar, pero nunca me fue contado directamente, porque era un tema de ‘grandes’. Mi madrina se llamaba Charny Notrica, era estudiante de filosofía y fue víctima de los golpes esa noche… Los bastones la tocaron entre las piernas y estuvo demorada en una comisaría. Era un tema tabú, solo se contaba por lo bajo”, evoca ella, como puede, y mientras compara contextos: “Hoy estamos hablando de un recorte presupuestario, de una clara campaña a favor de la universidad privada en desmedro de la educación pública. Las políticas económicas son similares, sin duda, y duelen, duelen mucho”, opina.

Sobre la manera en que los cuatro protagonistas ensamblarán narración, música y plástica, el que se expide es Simonazzi. “El ensamble se fue dando en los encuentros, en una elección colectiva donde priorizamos sentirnos cómodos con los autores y las canciones para que aparezca nuestra voz, la más sincera y sentida. A mí, particularmente, me colocan en el cuerpo de uno de los profesores golpeados. Un hombre que solo sabe matar moscas, en la descripción de aquella noche oscura. Poner voz al mundo al revés de Galeano y un poema de Gelman es poner también el cuerpo. El nivel de emoción de los ensayos, la química con los compañeros, hace de Una larga noche un espacio de arte y militancia, en el que los textos tienen su propia voz”, concluye uno de los partícipes de la evocación.

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“Una larga noche es un espacio de arte y militancia”, dicen sus protagonistas.
 
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