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Martes, 7 de octubre de 2008

PRESENTACIóN DEL LIBRO ATMóSFERAS

El fin bien puede ser el principio

 Por Fabián Lebenglik

En la Fundación Klemm se presentó el libro Atmósferas, las formas del fin, que da cuenta de una experiencia artística y teórica organizada por Matilde Marín y Aldo Enrici, durante 2004 y 2005, en la zona más austral de la Patagonia. El libro, producido por el Complejo Cultural Santa Cruz de Río Gallegos, reúne las imágenes, los textos y las transcripciones de la participación de los artistas Matilde Marín, Bettina Muruzábal, José Luis Tuñón, Adriel Ramos, Gustavo Groh, Andriana Opacak, Liliana Solari, Sonia Cortez, Mónica Alvarado, Niní Bernardello, Horacio Córdoba y Julio Aguirre. Por el lado teórico y docente participaron Rosa María Ravera, Aníbal Billoni, Elena Oliveras, Victoria Verlichak, Miguel Angel Auzoberría, Ana Martínez Quijano, Aldo Enrici, Rodrigo Alonso, Silvia Lousto, Alicia Haber. Quien firma estas líneas también participó del encuentro, con una charla que en parte decía lo siguiente: “Es posible desmentir el fin desde la perspectiva territorial y teórica. Desde la perspectiva territorial puede desmentirse dado que uno puede dar vuelta el mapa –una mera proyección– como hizo Torres García y colocó a América del Sur en el Norte...” Los hechos desmintieron también el supuesto “fin” de la pintura de caballete (como se dijo en años sesenta). Del mismo modo los hechos desmintieron el fin de la historia según Fukuyama –que sería la versión capitalista del argumento de Marx y Engels, porque dice que terminado el socialismo entonces termina la historia–... Me parece que lo interesante para plantear desde este lugar del mundo, más que el “fin”, es la libertad creativa de la incertidumbre, del “no saber”.

“Podríamos preguntarnos qué es producir arte en la Patagonia. Varias veces estuve aquí gracias a los encuentros de análisis y producción de obra que organizaba la Fundación Antorchas y me impactó mucho esta noción que manejaban los artistas locales: esta relación de quiebre, de ruptura con algo dado; y también la fuerza de voluntad para hacer algo, alimentarlo y sostenerlo. Acá nada se sostiene si uno no está todo el tiempo al lado, cuidándolo. Esto no sucede de un modo tan determinante en otras latitudes. Por eso esta dificultad adicional me parece que le da un sentido mucho más fuerte. Mejor que pensar en el ‘fin’ es pensar en el principio, lo que resta por hacer. En los finales siempre hay el regusto de que la cosa se acabó y es un hecho consumado. Es preferible pensar en los puntos de partida.”

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