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Sábado, 29 de noviembre de 2008

LA RESTAURACIóN DEL MURAL EJERCICIO PLáSTICO, DE DAVID ALFARO SIQUEIROS

En busca del esplendor perdido

Manuel Serrano, restaurador mexicano que lidera el equipo de especialistas enviado por el gobierno de Felipe Calderón, promete que el espectador se va a sorprender cuando vea la “magnitud” de la obra, que podría estar lista en marzo de 2009.

 Por Silvina Friera

De cerca, la mano que sobresale de una de las seis partes del mural Ejercicio plástico, de David Alfaro Siqueiros, se vuelve imponente. Es apenas un pequeño y sugerente “detalle” de esa famosa obra que fue concebida con una mujer desnuda, nadando en el agua, y el alumbramiento como motivos centrales. En el tinglado que se montó bajo la Plaza Colón, a espaldas de la Casa Rosada, las condiciones climatológicas –una temperatura de 19 grados y una humedad que oscila entre el 45 y 50 por ciento– responden al tratamiento que requiere montar y restaurar este monumental mural que el artista mexicano pintó en 1933, en el sótano de la quinta Los Granados, que el excéntrico Natalio Botana, legendario fundador del diario Crítica, tenía en Don Torcuato. “Quien ha envejecido soy yo”, bromea Manuel Serrano, un reconocido restaurador mexicano del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) que lidera el equipo de especialistas de su país enviado por el gobierno de Felipe Calderón, ante un grupo de periodistas que recorren las instalaciones. “La imagen pictórica nunca corrió peligro de muerte porque los materiales que utilizó Siqueiros permitieron que la obra permanezca”, aclara el restaurador, que habla del mural como si fuera un viejo conocido con el que tiene ganas de “platicar”. “Ninguna otra de las técnicas tradicionales a las que se oponía Siqueiros, como el óleo, hubiera resistido”, confirma Serrano.

Un restaurador del equipo pasa un pincel para sacar las sales depositadas sobre la superficie pictórica. Poco a poco irán emergiendo las figuras que el muralista mexicano concibió con la ayuda de los argentinos Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y Lino Spilimbergo, en una de las obras “más oníricas” de Siqueiros, hombre fuerte de la revolución mexicana, militante comunista que estuvo preso y tuvo que exiliarse. Ejercicio plástico es, también, un ejercicio artístico “revolucionario” para la época en que fue creada. El equipo experimentó con un aplanado de cemento (revoque) y una pistola de aire con silicato, una pintura que se usaba en la industria automotriz. Serrano promete que el espectador se va a sorprender cuando vea la “magnitud” de la obra. No hay dudas de que ya asoman esas gratas sorpresas. Y, claro, como en todo mural que vivió su propia odisea, no faltan mitos o “hipótesis”, como prefiere llamarlas Néstor Barrio, director del taller Tarea de la Universidad Nacional de San Martín (UNSM), que está colaborando con el trabajo de restauración. Cuando se aplique el láser sobre el mural, quizá por debajo de la cara del desnudo central se verá otra: la de Blanca Luz Brum, mujer que cambió a Siqueiros por Botana y cuya cara el pintor, dicen, enmendó despechado.

A pesar del tono parsimonioso con el que habla, el entusiasmo de Serrano se percibe más por el brillo que emana de su mirada. Nadie conoce tanto Ejercicio plástico como el restaurador mexicano. Casi se podría decir, sin exagerar, que se ha convertido en la obra-obsesión de su vida. “Primero vamos a empezar con la restauración de la imagen pictórica y haremos un minucioso análisis de la paleta cromática”, revela el restaurador, acompañado por la embajadora Magdalena Faillace, responsable de la comisión para la recuperación y restauración del mural. Barrio comenta que están trabajando en la radiografía de la estructura y en el análisis multiespectral, que al analizar los pigmentos facilitará que las partes más “confusas”, corroídas por la humedad, adquieran mayor nitidez y se vean mejor.

El mural fue desmontado en 1991 en siete piezas de la quinta Los Granados por un equipo liderado por Serrano y guardado en un depósito de San Justo, hasta que el juez Fernando D’Alessandro decidió otorgarle la custodia al Estado argentino. “El juez nunca definió la propiedad de la obra. El mural no está a la venta; es un bien del patrimonio histórico cultural de la Argentina”, responde Faillace. “El Estado mexicano invierte en la conservación de su patrimonio aun fuera de su país, pero México no quiere asumir ningún derecho de propiedad. Ambos países somos socios en este proceso de restauración y recuperación.” El gobierno mexicano ha invertido más de 200 mil dólares, mientras que un puñado de empresas privadas han aportado, hasta ahora, unos 400 mil dólares. Sin embargo, aún no se sabe cuál será el costo total del trabajo que se está haciendo sobre el mural.

Una primera limpieza de la obra muestra la calidad que aún conserva el mural, que tiene aproximadamente 200 metros cuadrados. Los daños fueron causados por el agua que entraba por las ventanas o por el subsuelo del sótano de la quinta de Botana. “Cada sección está siendo tratada simultáneamente, siguiendo el mismo patrón en todas las piezas, de menor a mayor, gradualmente”, agrega el especialista mexicano, que trabaja junto a los restauradores mexicanos Jorge Herrera, Rogelio Flores, Samara Borislava y Jacobo García, además del argentino Eduardo Guitima. Los avances realizados son auspiciosos y permiten anticipar los mejores resultados. Según Serrano, la restauración de la imagen pictórica podría realizarse en sólo cuatro meses. Debajo de la Plaza Colón están los restos de la antigua Aduana Taylor, que forman parte del Museo de la Casa Rosada. La idea del Gobierno es revalorizar el sitio y exponer el mural de Siqueiros para el Bicentenario. No falta mucho para se produzca un nuevo alumbramiento de esas sensuales figuras femeninas que abrazan todo el mural.

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El taller de restauración está montado a espaldas de la Casa Rosada.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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