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Lunes, 19 de octubre de 2009

ATP Y ARE YOU REALLY LOST?, LAS DOS úLTIMAS OBRAS DE DANZA DEL FIBA

Contrapunto de experiencias

Mientras que la propuesta del grupo uruguayo Perro Rabioso se queda a mitad de camino en su experimentación, la de la compañía mexicana Foco al Aire, con gran trabajo lumínico, entrega bellísimas imágenes y deja muchas preguntas para repensar.

 Por Alina Mazzaferro

En las últimas jornadas del FIBA, que anoche llegó a su fin, hubo espacio para dos obras de danza de compañías internacionales, que se suman a las otras dos –la belga Les Ballets C. de la B. y la finlandesa Tero Sarineen Company– que pudieron verse en la primera semana del festival. Se trata de Atp, de la compañía uruguaya Perro Rabioso, que dirige Tamara Cubas, y de Are You Really Lost?, de los mexicanos Foco al Aire, con dirección de Octavio Zeivy. Una vez más, como sucedió con el primer par –una que interesó mucho, Patchagonia; otra que lo hizo muy poco, Velada con Stravinsky–, las aguas vuelven a abrirse. Are You... desplegó movimiento, construyó momentos sumamente poéticos, utilizó la danza para repensar acerca del hombre y la sociedad. Atp, en cambio, se planteó desde el inicio como una propuesta experimental, pero los resultados no fueron reveladores, ni siquiera entretenidos.

En una suerte de cubo blanco –de ese blanco extremo, como de sala de operaciones, que hiere la vista– ingresan los tres intérpretes de Atp. Despliegan unos micrófonos con cable sobre la superficie escénica y cada uno se ocupa de colgar en un rincón su lista de instrucciones. Se entiende de antemano que será ella la que funcionará como disparador para que los sujetos exploren las posibilidades creativas que surgen de la combinación de sus cuerpos en movimiento y la amplificación sonora de los micrófonos. El problema es que, durante una hora, estos tres jóvenes no hacen más que repetir una y otra vez las mismas acciones: vestirse y desvestirse, desplomarse en el piso, vestirse y desvestirse nuevamente y, cada tanto, golpear o rozar el amplificador con sus cuerpos. La lista que ofrecería un sinfín de posibilidades en esta experimentación a puertas abiertas se convierte en la causante del tedio si, después de que cada uno la lee y la sigue al pie de la letra, poco sucede a nivel de interacción entre los participantes.

Está claro que ésta no pretende ser una obra coreográfica. También deja en claro su carácter experimental, su intención de ser más un work in progress que una pieza acabada. Es más: el espectador puede imaginar que cada función no es igual a la próxima. Pero éstos no son problemas, al contrario. Tampoco son novedades, ni menos aún dificultades para el público porteño, bien acostumbrado a propuestas de este tipo. Estas últimas suelen tomar, al menos, tres caminos: o explotan al máximo el recurso elegido, o introducen el humor en medio del absurdo absoluto, o hacen las dos cosas al mismo tiempo. El problema es que Atp se ha despojado de todo y poco ha quedado allí: casi nulo movimiento –de danza ya no quedan rastros–, no hay humor, no hay música (el sonido, de estilo electrónico, proviene de una consola que parece reproducir los ruidos que se producen al golpear los micrófonos). Lo que queda son personas desvistiéndose y exponiéndose desnudas, algo que hoy tiene muy poco de rupturista. Con el afán de encontrar algo nuevo, los uruguayos han olvidado que el teatro, entre otras cosas, debe ser entretenimiento.

El contrapunto de Atp es Are You Really Lost?, una obra que pudo haber comenzado como un ensayo experimental sobre las posibilidades que brinda la iluminación, pero cuyos fragmentos ahora se parecen más a piezas de un rompecabezas coreográfico que a escenas montadas al azar. El espectáculo se desarrolla como en un sueño: primero todo es irreconocible, las formas son tenues, casi no tienen sentido. De a poco se van revelando las postales. Siete lámparas colgando del escenario le sirven a este equipo para construir sus imágenes. La selva de piernas indistinguibles que es la gran ciudad, el conjunto de Doñas Rosas mexicanas en sus batones estampados, la velocidad del mundo urbano que lleva como banda sonora las melodías de algún programa de TV norteamericano. Números individuales en los que los intérpretes despliegan calidades, se intercalan con momentos grupales de mucha intensidad y energía.

Y, en el medio, el juego con las lámparas, que los bailarines prenden, apagan, arrojan y arrastran por el piso; las que mágicamente les permiten, con un clic, aparecer y, con otro, desaparecer. Cada cuadro hace referencia a los miedos y angustias del mundo contemporáneo y, entre el sinfín de palabras que sirve como fondo musical, se distingue una fecha: el 24 de marzo de 1976. Hacia el final, unas mecanógrafas tipian en sus máquinas de escribir invisibles –un recurso que despertó la risa de la audiencia, porque los intérpretes reprodujeron con sus voces el sonido del tipeo–, y una cantidad de preguntas que el mundo no ha podido contestar se imprime sobre una pantalla gigante. Los cincuenta y cinco minutos que dura la obra pasan en un abrir y cerrar de ojos; la luz de sala se enciende y ese mundo onírico se desvanece. El público se va con ganas de un poco más, pero se lleva consigo algunas bellísimas imágenes coreográficas y muchas preguntas para repensar. De pronto se da cuenta de que el FIBA ha pasado igual de rápido y que habrá que esperar hasta el próximo festival.

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Las escenas de Are You Really Lost? forman un rompecabezas coreográfico y onírico.
 
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