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Viernes, 24 de febrero de 2006

“HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRINCIPE”

La pottermanía hizo escala en las librerías porteñas

Cientos de pequeños fanáticos se abalanzaron, a la hora señalada, sobre el sexto libro de la serie creada por J. K. Rowling.

 Por S. F.

Magos con capas negras, sombreros y la corbata de Harry coparon el local de Alto Palermo mucho antes de la hora señalada, como si estuvieran en Hogwarts. Para matar la ansiedad, muchos optaron por demostrar que pueden ser más puntuales que los ingleses. Dos minutos antes, desde uno de los mostradores, chistaron pidiendo silencio. Y en la fiesta todos, muy respetuosos, adivinaron de qué se trataba. Estaban llamando al 113 para chequear la hora. Cuando a las 20 las vendedoras de la librería Capítulo Dos sacaron la tela negra que cubría la vidriera, las 500 personas que esperaban, excitadas, empezaron a gritar y aplaudir. El delirio que generó el lanzamiento del sexto libro, Harry Potter y el misterio del príncipe fue como una versión inocua de lo que despiertan los Rolling Stones entre el público argentino. El “Mick Jagger” creado por la escritora británica J. K. Rowling, también considerado por algunos desequilibrados como satánico, apareció en el afiche de la vidriera, y en las tapas de los libros, sentado en un bote. El camino hacia sus lectores se iniciaba a medida que los fans se acercaban a la meta. El último vallado eran las cajas, donde se abonaban $ 39,90 por la edición en tapa blanda y $ 49,90 por la de tapa dura.

En las principales cadenas de librerías –Cúspide, Yenny, La Boutique del Libro, Gran Splendid Ateneo, entre otras– hubo diversas actividades: desfile de disfraces, charlas e incluso partidas de quidditch, el deporte de los magos. Fernando Pinto, a punto de cumplir 10 años, no se quiso perder la previa. Llegó al local de Capítulo Dos a las 18, sin disfraz de mago, pero con la misma expectativa que muchos de los chicos que esperaban devorar el sexto libro no bien lo tuvieran entre manos. “Quiero terminarlo antes de que empiecen las clases”, dijo, mientras avanzaba en la cola y esperaba que su mamá, que se había ido a dar una vuelta por el shopping, regresara. Ernesto Skidelsky, dueño de Capítulo Dos, está exultante. Sólo en el local de Alto Palermo se vendieron 700 libros. “No existe un fenómeno de estas características en el mercado editorial”, subraya, y recuerda que hace dos años, en el lanzamiento anterior, en ese local se llegaron a vender cerca de 500 ejemplares. “Somos del grupo de las veteranas”, bromea Melina Perlongher, sobrina del gran poeta Néstor Perlongher. Melina tiene 30 años y su entusiasmo confirma que la pottermanía no tiene edad. “Todo mi día consistió en esperar la hora del lanzamiento”, cuenta ya con un ejemplar del libro en la mano. “Ya sé todo lo que pasa porque leí el libro en inglés”, aclara con picardía. “Lo que estuvo bueno de leerlo en inglés fue que pude apreciar cómo escribe Rowling, su estilo –explica–. En castellano, se pierde el tono de los chicos, las inflexiones, las interjecciones, cómo se comen parte de las palabras; en la traducción española los chicos parece que hablan en neutro.”

Melina anticipó el final de la saga que ella imagina: “Harry muere, como héroe se tiene que sacrificar para que muera el malo”. En la próxima fiesta de lanzamiento, o quizás antes, este misterio que enoja tanto a los fans, la posible muerte del mago, se develará. La espera continúa.

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Harry Potter, un fenómeno que sigue creciendo en la Argentina.
 
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