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Martes, 30 de octubre de 2012

CARAVAGGIO Y SUS SEGUIDORES EN EL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES

El maestro Caravaggio visto desde acá

Con una inauguración multitudinaria, la semana pasada quedó abierta al público la muestra de Caravaggio y su escuela, en la que se pueden apreciar el legado renovador del genial pintor, la teatralidad y los contrastes de su obra.

 Por María Florencia Galesio *

El Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), fundado en 1895 y pionero en su tipo en América del Sur, posee un patrimonio de singular riqueza acrecentado a lo largo de los años gracias a generosas donaciones y adquisiciones. En este lapso ha reunido un interesante conjunto de obras del siglo XVII de las escuelas italiana, española, holandesa y flamenca. Si bien el museo no posee obra de Michelangelo Merisi da Caravaggio (Milán, 1571-Porto Ercole, 1610), conserva un importante grupo de óleos de sus contemporáneos y seguidores, que acusan la influencia de este gran renovador del arte del 1600.

Asimismo, a lo largo del tiempo el MNBA albergó distintas exposiciones temporarias que incluyeron piezas de este período de la historia del arte. La importancia alcanzada en el último siglo por los estudios sobre esta etapa de la modernidad coincide con el interés suscitado por la obra y la figura de Caravaggio. En este sentido, la muestra antológica organizada por el historiador del arte italiano Roberto Longhi en 1951, Caravaggio e dei caravaggeschi, en el Palacio Real de Milán, marcó un punto de inflexión. La exhibición y el estudio de Longhi sobre su obra contribuyeron a la difusión de la producción del maestro lombardo y de sus continuadores.

En Buenos Aires, la exposición De El Greco a Tiépolo, inaugurada en el MNBA en agosto de 1964, incluyó dos óleos que figuraron con la autoría de Caravaggio, ambas naturalezas muertas pertenecientes a la colección de Catalina Segal. Junto a ellas se exhibieron piezas del acervo del museo y otras de colecciones particulares como la de la familia Hirsch, con pinturas de maestros del taller de Rembrandt Harmensz van Rijn, Aert de Gelder y Govaert Flinck, que años más tarde fueron donadas al MNBA.

Han transcurrido 48 años desde aquella muestra y hoy el MNBA recibe una significativa selección de obras de Merisi y de sus seguidores, entre otros Giovanni Baglione, Orazio Gentileschi, Orazio Borgianni, Leonello Spada, Bartolomeo Cavarozzi, Giovanni Battista Caracciolo, Simon Vouet, Orazio Riminaldi, Artemisia Gentileschi, Valentin de Boulogne, Mattia Preti Hendrick van Somer, provenientes de importantes pinacotecas italianas.

En el siglo XVII Italia fue un importante centro de intercambio artístico. Duques y príncipes de Génova, Venecia y Nápoles convocaban a pintores provenientes de diversas regiones de Europa, quienes cumplían con sus encargos, decoraban palacios y pintaban para sus cortes. Por entonces Roma captaba el interés de viajeros y estudiantes. La estadía en la ciudad eterna era de rigor para la formación de muchos artistas, que llegaban desde distintos puntos de Europa atraídos por la riqueza histórica y el ambiente estimulante, en búsqueda de nuevas propuestas y esperanzados con la posibilidad de trabajar en talleres de grandes maestros o de acudir a la prestigiosa Academia de San Lucas. Clemente VIII regía la sede papal, que en el año 1600 festejaba el Jubileo. El papa, sus cardenales y la nobleza eran grandes comitentes de pinturas y decoraciones destinadas a ornar iglesias y oratorios.

En la Europa de la Contrarreforma, las obras dedicadas a San Mateo de la Capilla Contarelli en San Luis de Franceses y La crucifixión de San Pedro y La conversión de San Pablo de la Capilla Cerasi en Santa María del Popolo, grandes lienzos pintados por Caravaggio, concitaban la atención de sus contemporáneos. El maestro lombardo tomaba como modelos para los temas religiosos a la gente común. Con un lenguaje evidentemente antiacadémico, se alejaba de las idealizaciones habituales de este tipo de representación, transgrediendo las convenciones del decoro y concibiendo imágenes naturalistas próximas a la religiosidad de carácter humanitario propuesta por las nuevas órdenes religiosas y confraternidades. Esta innovación, unida a la práctica del claroscuro gracias al cual las formas emergen de las zonas de luz en composiciones grandilocuentes, acentuaba el dramatismo y la teatralidad de las escenas. Con estas soluciones retóricas lograba transmitir de una manera muy directa el espíritu religioso a los creyentes. Los artistas que transitaron Italia en aquellos años no fueron ajenos a estas propuestas.

La escasa producción legada por Merisi en su breve y atormentada vida dejó una impronta decisiva, y los grandes intercambios culturales hicieron que su lenguaje renovador se propagara más allá de los límites de la Península Itálica. Si bien no tuvo discípulos, la originalidad de la obra de Caravaggio fue advertida por los napolitanos Giovanni Battista Caracciolo y Filippo Vitale; los franceses George Latour, Valentin de Boulogne, Nicole Tournier y los hermanos Le Nain, y en Roma impactó en pintores como Giovanni Baglione, Orazio Gentileschi y su hija Artemisia y en Bartolomeo Manfredi. Su influencia se manifestó también en la pintura de otro artista activo en esta ciudad, Bartolomeo Cavarozzi, de quien el MNBA posee el óleo Angel guardián, destacado ejemplo en el que se observan el tratamiento del claroscuro y la teatralidad propias del arte del maestro milanés. La presencia de Cavarozzi en España, convocado para trabajar en el monasterio de El Escorial, incidió en la divulgación del tenebrismo en pintores como Francisco de Zurbarán.

Los últimos años de la vida de Caravaggio transcurrieron entre Nápoles, Malta y Sicilia, lugares donde también se hizo sentir su influencia, particularmente en la obra de dos artistas, José de Ribera y Luca Giordano. El MNBA cuenta en su acervo con interesantes óleos de ambos pintores. El español José de Ribera se había trasladado a Italia hacia 1610, estableciéndose en Nápoles, ciudad políticamente ligada a España, donde asimiló el lenguaje del maestro milanés. Ribera fue quien introdujo en la Península Ibérica las soluciones de Merisi, evidentes en las primeras obras de Diego Velázquez y Francisco de Zurbarán. En tanto, Luca Giordano, formado en el taller napolitano de Ribera, manifestó la influencia de Caravaggio en sus trabajos juveniles.

Los personajes pobres, la captación del instante dramático, la iluminación dirigida, el manejo del claroscuro son recursos del lenguaje de Caravaggio que se advierten en la obra de Ribera Un astrónomo, y en las de Luca Giordano Un matemático y Presentación de Jacob a Isaac, todas de la colección del MNBA. El óleo del español Francisco de Zurbarán, San Francisco en meditación, también del acervo del museo, evidencia la circulación del lenguaje del maestro italiano entre sus contemporáneos.

Los pintores del norte de Europa, como Dirk van Baburen, Hendrick ter Brugghen y Gerrit van Honthorst, pertenecientes a la escuela de Utrech, y los flamencos Pedro Pablo Rubens y Gerard Seghers, tomaron contacto con la obra del lombardo en sus viajes a Italia, abrevando en el naturalismo y en los fuertes contrastes de luces y sombras del maestro. Estos audaces trabajos con la luz encontraron eco en un maestro como Rembrandt, quien sin salir de Holanda y a través de los pintores de Utrech, elaboró un particular tratamiento del claroscuro. Otros artistas del círculo de Rembrandt, como Govaert Flinck y Aert de Gelder, representados con óleos en la colección del MNBA, también acusaron su influencia.

En esta ocasión el MNBA tiene el honor de exponer en sus salas obras de Michelangelo Merisi da Caravaggio y de sus seguidores. Este conjunto dialoga con las piezas que forman parte del guión curatorial de la colección permanente de arte europeo del siglo XVII de nuestro centenario museo.

La potencia de la obra de Caravaggio y su turbulenta vida continúan vigentes y han sido fuente de inspiración para artistas, escritores y cineastas contemporáneos de diferentes latitudes. (MNBA, Libertador 1478, hasta el 15 de diciembre.)

* Licenciada en Historia del Arte. Integrante del Area de Investigación y Curaduría del MNBA. Texto para el libro Caravaggio y sus seguidores, publicado por el MNBA para documentar la exposición.

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Cabeza de medusa, pintura sobre escudo, de Caravaggio.
 
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