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Martes, 30 de julio de 2013

SANTIAGO TAVELLA, BAJISTA DE EL CUARTETO DE NOS, HABLA DE SU MUESTRA VIVIR EL PLANO

Perderse en el juego de la arquitectura

Al músico sólo le falta un trabajo final para recibirse de arquitecto, aunque entró a esa carrera “por descarte”. En la muestra, que puede verse en el Recoleta, interviene con acuarelas mapas y planos de “celebridades” del rubro.

 Por Facundo Gari

Santiago Tavella habla de historia del arte, de lenguaje visual, de curaduría. ¿Será el más nerd de El Cuarteto de Nos? “Somos todos bastante nerds”, responde el bajista. “Cada uno tiene su ‘nerdismo’, que a lo mejor no coincide con el del otro. Somos un grupo especial. En una entrevista que le hicieron a David Barlow, el periodista decía que Talking Heads parecía un grupo intelectual. Barlow respondía que no era para tanto, que simplemente no estaban en la pose rockera de ‘no entiendo nada’. Nosotros tampoco somos para tanto. Sólo nos interesan otras manifestaciones artísticas además de la música.”

Al bajista y cantante uruguayo de 51 años le interesan la arquitectura y el arte pictórico, los juegos y las relecturas. Por eso se puso a revisar el material que había reunido durante su cursada en la Universidad de la República, a recolectar más data de libros anchos y de Internet de banda ancha, y a buscarle a un puñado de planos técnicos una alta vuelta estética. Uno puede imaginárselo plantado frente a la superposición de los del Palacio Municipal de Montevideo y del (nunca realizado) Hospital de Clínicas, ambos de Mauricio Cravotto, hasta identificar entre líneas (y pone a prueba al cronista de Página/12 frente al cuadro).

–¿Un robot?

–Un robot. Empecé a jugar con significados personales. Algunos planos me sugerían monstruos, metralletas y robots como de Ultraman. Me pregunté si ser explícito o no (para demarcarlos). La opción que tomé fue no serlo excesivamente sino invitar a perderse en el juego. Busqué abrir asociaciones, invitar a un universo a descubrir.

El resultado es la muestra Vivir el plano, que tras inaugurarse en suelo uruguayo se exhibe en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), hasta el 28 de agosto. En ella, Tavella interviene con acuarelas mapas arquitectónicos de Cravotto, Clorindo Testa, Mies van der Rohe, Julio Vilamajó y Luis García Pardo, entre otros; así como fotografías de la demolición del plan norteamericano de viviendas Pruitt Igoe, diseñado por Minoru “Torres Gemelas” Yamasaki. La exposición incluye una “casita infantil” para armar como a un rompecabezas y una videoanimación en loop en la que una maqueta de la Villa Savoye, de Le Corbusier, aparece en el interior de la casa tamaño humano.

–Entonces, lo que usted propone es faltarle un poco el respeto a la mesura de la arquitectura y la galería. Sería “poco serio” para un consumidor de arte admitir que ve en una pieza “sobria” una metralleta o un robot.

–Totalmente. Un crítico uruguayo me decía que estaba jugando con planos de arquitectos muy importantes. “¿Te importa que la gente lo capte o si mira las piezas como objetos estéticos está bien?” Y le respondí: “Está perfecto”. Porque hay un comienzo que tiene que ver con mi cabeza, con una historia mía en relación con determinados arquitectos, pero lo que sale es otra cosa vinculada con la interpretación de cada uno. Algunas cuestiones son más visibles y otras francamente abstractas, como las relaciones de colores. Cada cual verá algo según su dieta visual.

–¿Dieta visual?

–Es que la gente habla todo el tiempo sobre qué come. Mi dieta visual no es milanesas todos los días. Está lo que mirás y lo que digerís. Interpretar es atar cabos, de manera consciente o inconsciente.

–En el momento de la creación pero también en el de la reproducción, ¿atar cabos deviene en sincretismo?

–Podría decirse, sí. Ocurre al combinar hasta que aparece un significado. Si ponés dos círculos más o menos juntos, en algún punto podés pensar en ojos y darle sentido de cara a lo que estás viendo. A lo mejor haya dos o tres elementos que no cierren en ese sentido, pero dejás abierto el juego a la interpretación del espectador. Porque a veces se piensa la pintura como contemplación pasiva y hay muchas instalaciones artísticas interactivas, pero creo que la contemplación de una imagen es tremendamente interactiva, porque abre interpretaciones. Toda interpretación es siempre interactiva.

–Defina “pasividad”, además.

–Si me quedo quieto frente a una computadora con un jueguito interactivo, no es interactivo. En definitiva, depende de la persona, de qué hace con la obra.

Tavella eligió estudiar para arquitecto “por descarte”, en tiempos en que el Cuarteto de Nos daba sus primeros pasos. Antes, desde mediados de los ’70, había tomado clases particulares de pintura con el artista plástico Miguel Angel Pareja. “Fui a decirle ‘maestro, quiero estudiar con usted’. Y me enfrenté con un lenguaje de color brutal. Era lo que quería hacer y no veía en otros ámbitos del arte uruguayo”, cuenta. Su destino parecía fijado en la Escuela de Bellas Artes, pero para cuando llegó a la edad adecuada, la institución había sido cerrada por la última dictadura charrúa. Por otro lado, aunque lo apoyaban en sus incursiones artísticas (Tavella también es escritor), sus padres lo incitaban “suavemente” a hacerse de un título universitario. “Si el mercado de arte uruguayo es chiquito ahora, hace treinta años era insignificante”, describe la preocupación familiar. Y a él no le interesaba la arquitectura para construir casas, pero sí como lenguaje artístico, así que le dio para adelante. “También la historia de la arquitectura y la del arte, que me sirvieron metodológicamente para trabajar como curador desde fines de los ’90”, suma. Aún no se recibe: adeuda un trabajo final.

–Para ponerse a trabajar en estas acuarelas, retomó apuntes que había leído hacía veinte años. Uno suele saltar de texto en texto, pero con frecuencia las lecturas posteriores son también muy nutritivas...

–Uno de los conflictos planteados es que se trata de una exposición muy estética. Cuando empecé a estudiar, estaba muy enamorado de la arquitectura moderna de la primera mitad del siglo XX, por entonces muy criticada. Era el nacimiento del posmodernismo. Había libros, como El lenguaje de la arquitectura posmoderna, de Charles Jencks, que cuestionaban aspectos del movimiento moderno, posiblemente con razón. Recuerdo un libro sobre Brasilia que me trajo mi viejo cuando yo era un niño: la sociedad moderna, perfecta, una cosa divina. Creía que todo debía ser así. Ahora estoy resolviendo que la arquitectura moderna tiene problemas, pero es un hito histórico en el lenguaje visual. Si no hubiera pasado, estaríamos viviendo de otra manera. Soy de la idea de que a ciertas cosas significativas hay que darles sentido digiriéndolas. En Vivir el plano digiero la arquitectura moderna desde mis puntos de vista, con la idea de que el espectador haga un proceso similar.

La ficha

Santiago Tavella nació en Montevideo en 1961. Es músico (miembro fundador de la banda uruguaya El Cuarteto de Nos), escritor (Yo a éste lo ablando hablando, 2004), artista visual y curador. Desde 1990, su obra plástica ha sido exhibida en Montevideo, Buenos Aires, Mar del Plata, La Habana, Nueva York, Santiago (Chile), Zaragoza y San Pablo. Sus muestras individuales más destacadas son: Planos plegables de la ciudad de Tajo, Helarte y Vivir el plano, estrenada el año pasado en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo y expuesta actualmente en el C. C. Recoleta, de martes a viernes de 14 a 21 y sábados, domingos y feriados de 12 a 21, con entrada libre y gratuita. Ha participado en numerosas muestras colectivas, como lo hace actualmente en Fútbol: el juego sólo acaba cuando termina, que puede verse en el museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero hasta el 22 de septiembre.

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“Busqué abrir asociaciones, invitar a un universo a descubrir”, afirma Tavella.
 
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