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Martes, 6 de septiembre de 2005

EL EQUIPO CRONICA EN EL CENTRO CULTURAL RECOLETA

Arte político, pero pictórico

Mañana se inaugura una muestra panorámica de uno de los equipos artísticos que entabló pelea estética contra el franquismo durante las décadas de los ’60 y los ’70.

 Por Fabián Lebenglik

Mañana a las siete de la tarde en el Centro Cultural Recoleta se inaugura una muestra del Equipo Crónica (1965-1981), que representa una etapa clave del arte español de la segunda mitad del siglo XX.
La muestra forma parte de la colección del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) y está coorganizada por la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (Seacex) de España.
La exposición, de carácter itinerante, está curada por el teórico y catedrático Facundo Tomás, quien va adaptando cada montaje al lugar de exhibición. En el caso del CCR optó por un montaje no cronológico, lo cual en cierto modo refuerza la tesis del propio Tomás, quien prefiere, antes que restaurar la arqueología historicista de hace treinta o cuarenta años, prefiere acercarse a la sensibilidad contemporánea, siguiendo la pista estética y la apuesta por la belleza.
De todos modos, para la Argentina, una mirada panorámica sobre este importante grupo del arte español requiere de un inevitable repaso histórico.
Durante la dictadura de Franco, pero sobre todo a partir de la posguerra, gran parte del arte español consistió en revisitar el legado de los fundadores de la modernidad. Los artistas españoles transformaron e incorporaron la obra de Picasso, Gris y Miró, pero también el legado de Velázquez y Goya. En suma el quinteto conforma un canon que contribuyó a fundar la modernidad del arte (español y universal).
Desde fines de la década del ’40 y durante las del ’50 y ’60 se registró en España la adaptación de las tendencias que se imponían en el resto de Europa y en Estados Unidos, como el informalismo, el expresionismo abstracto y el arte pop.
La impronta informalista proponía que la pintura estuviera en sintonía con el drama existencial de la posguerra. Mientras el expresionismo abstracto y el arte pop norteamericanos de los años cincuenta eran una apuesta fuerte del “progresismo” norteamericano. El informalismo, de innegable cuño europeo, se vuelve religión en España, para combatir la figuración y sobre todo las vanguardias geométricas derivadas del cubismo.
Los españoles Manolo Millares, Lucio Muñoz y Antonio Saura –en aquel momento el argentino Alberto Greco, entonces residente en España, también encontró su expresión en el informalismo– fueron piezas clave de aquella pasión por el caos y por el gesto que caracterizaba al informalismo.
A mediados de la década del ’60, el trío de artistas integrado por Manolo Valdés, Juan Toledo y Rafael Solbes (los tres nacidos en la década del ’40) formaron un grupo de gran influencia en la pintura española: el Equipo Crónica, que repone la lucha contra el franquismo desde las artes plásticas, en una época en que el franquismo, aunque duro, ya no era lo mismo que en las dos décadas precedentes. Estos pintores tomaron como punto de partida una reelaboración de la segunda época del arte pop: una suerte de “pop crítico”. El arte político irrumpía en España de la mano de distintos “Equipos”. En este sentido, a mediados de los años sesenta se funda también el Equipo Realidad, que junto con el Equipo Crónica fueron dos colectivos fuertes del arte de la península. Ambos grupos tomaron elementos del pop, con montajes urdidos a partir de la imagen y la estética de los medios masivos, de la publicidad, el diseño y de las convenciones de las artes visuales.
En paralelo con el estructuralismo francés, aquella época marcó un repliegue del sujeto, hasta su desaparición estratégica, detrás de la obra y, en todo caso, bajo la clave de una autoría compartida. Si bien el pop internacional, en su lúcida ambigüedad, oscilaba entre el endiosamiento del mercado y la mirada corrosiva del capitalismo y la cultura de masas, el pop español tenía una fuerte y para nada ambigua carga crítica. El Equipo Crónica se formó en Valencia a fines de 1964. Sus integrantes se habían conocido en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. El trío se convirtió rápidamente en dúo, cuando Toledo abandonó el grupo al año siguiente. La formación de un grupo produjo en Solbes y Valdés el cambio de rumbo en sus respectivos lenguajes personales –a grandes trazos: expresionista el primero, informalista el segundo– para conformar un lenguaje común. Al principio el modelo a seguir, el pop europeo, estaba fuertemente influido por la obra de su compatriota Eduardo Arroyo. El Equipo Crónica se disuelve en 1981, con la muerte de Solbes, a los 41 años, víctima de una enfermedad.
Las pinturas del Equipo Crónica toman como fuentes directas la historia de arte de un modo crítico y sarcástico. También el cine, la literatura y el comic forman parte de la materia prima de la imagen, así como casi todo el repertorio desplegado por la cultura de masas. La evidente impronta del pop y la crítica al franquismo se complementa con una mirada cáustica contra las convenciones del arte. En todas sus obras la historia del arte se revisa al punto que de cada tela es un efecto de construcción y montaje de imágenes. Paisajes, figuras, personajes, objetos, líneas, estilos, todo funciona como una cita dentro de otra. Así, a lo largo de la muestra, desfila la historia del arte de un modo tan irreverente como anacrónico: El Greco, Velázquez, Goya, Ribera, Rembrandt, Duchamp, Léger, Picasso, Bacon, Lichtenstein, Gris, Albers, Gutiérrez Solana, Grosz, Delvaux, Dix, El Lissitzky, Heartfield, etc., todos están subsumidos en el escenario del arte.
Si esta muestra revive la obra de Manuel Valdés y Rafael Solbes, “no es para reeditar los relatos que sobre ellos se construyeron en los años sesenta y setenta –según escribe Facundo Tomás en el portentoso catálogo de la exposición– sino para elaborar un cuento nuevo, acorde con la impronta antivanguardista de este siglo XXI, una novela de la pintura en la que la belleza vuelva a asumir el primer plano, rechazando aquella defensa a ultranza de la significatividad que caracterizó los decenios antifranquistas”. El propio Tomás remata: “Los cuadros del Equipo Crónica son bellos. Lo eran cuando fueron creados y lo son ahora, con la plusvalía adquirida del tiempo depositado, con la suma de la añoranza del sentimiento de una época acumulada sobre cada línea trazada y cada campo de color plano”. A partir de mañana, esta tesis deberá pasar el test del público local, que podrá recorrer la muestra y evaluar si aquella obra emblemática de los años sesenta y setenta se sostiene aún hoy por el peso de su discurso o por la persistencia de la belleza y la estetización del paso del tiempo. (Desde mañana y hasta el 16/10, en el CCR, Junín 1930.)

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Edición de noche (Hopper); Equipo Crónica, 1974; acrílico s/tela; 114 x 146 cm.
 
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