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Domingo, 22 de julio de 2007

LEBTORES: VALLAN PREPARANDO EL CARNE DE LA HOBRA SOSIAL

¡Ya yega el Medisinal Brutoski!

La obra creada por Oski y César Bruto en 1955, una mirada salvaje y desprejuiciada sobre la medicina, aparece desde mañana en cinco fascículos gratuitos.

 Por Juan Sasturain

Pasiente agradesido

Pocas veces en la historia del humor gráfico argentino uno tiene la oportunidad de encontrarse con una obra maestra absoluta como ésta que Página/12 ofrecerá de terapéutico regalo a sus lebtores (como diría el auctor) en sucesivos lunes a partir de hoy. El famosísimo Medisinal Brutoski Ilustrado, manual y compendio de conocimientos médicos por entregas inventado por César Bruto y Oski en 1955, vuelve tras medio siglo largo de añejamiento a iluminarnos con sus sanos consejos, a ilustrarnos con sus historias ejemplares, y a hacernos reír como ya no sabemos cuándo fue la última vez.

Lo que sí sabemos es cuándo fue la primera vez de estos dos juntos. Fue en la efímera revista Cascabel, un semanario de humor político y costumbrista de principios de los cuarenta. Ahí el increíble Carlos Warnes –con ese apellido de calle...– inventó el seudónimo latino para calificar a su analfabeto incalificable; ahí Oscar Conti se puso la careta definitiva de Oski para ilustrarlo con mano temblorosa y equívocamente torpe. Hicieron una dupla poderosísima, revulsiva, irónica, moderna, imprevisible, con la que circularon por todo el periodismo gráfico argentino durante dos décadas largas.

Los incisivos textos del analfabestia –Cortázar usó una maravilla suya de acápite para Rayuela: “De lo que me hubiera gustado ser a mí si no fuera lo que soi yo. Capítulo: Perro de San Bernaldo”– calzaban justo, en su elaborada ingenuidad, con los dibujos en apariencia elementales de Oski: uno “no sabía” escribir y el otro “no sabía” dibujar. Esos no saberes se fundían en una mirada salvaje, desenfadada, saludablemente primitiva que no se parecía a nada de lo que producían el costumbrismo y el humor blanco de entonces. Estuvieron en los primeros años de Clarín, en Vea y Lea y en muchos medios más juntos y/o separados, pero sobre todo descollaron en el semanario Rico Tipo, de Divito, donde editaron por años la célebre página Versos y Notisias, seudo periódico barrial que salía “todos los miércole” ilustrado regularmente con una inolvidable Fotoski.

En los sesenta se separaron –aunque hubo celebrados reencuentros– para seguir haciendo lo suyo, cada uno por su cuenta. Warnes, por ejemplo, escribiendo durante años algunas de las mejores temporadas de Tato por televisión; Oski, ilustrando con pluma fina e incisiva todo texto que se le pusiera delante para sacar de él el ridículo agazapado bajo la capa de pretensión científica, histórica o religiosa: la Vera Historia de Indias, Las Tablas Médicas de Salerno –secuela de estas maravillas–, la Vera Historia del Deporte, la Santa Biblia y otros tantos textos añejos, raros o soberbiamente declarativos. Oski vivió muchos años en Europa, sobre todo en Italia, y se murió en el 79, cuando vino a Buenos Aires. Warnes no se movió de acá y lo sobrevivió cinco años.

El Medisinal Brutoski Ilustrado fue un emprendimiento editorial inusual en varios sentidos. No se trató de una publicación convencional de kiosco, sino de una serie de fascículos auspiciada por un laboratorio médico que los utilizaba como vehículo publicitario. Ahí, se los ve al pie, en los recovecos, están –mimetizados entre tanto despropósito– los avisos de remedios genuinos... Una idea brillante, exquisitamente realizada en buen papel, con excelente diseño retro –de darle ese look de libro viejo se ocupaba la mano maestra de Oski– e impresa en ese entonces por la famosa Imprenta Peuser. Un lujo.

De los contenidos, como dice el tango, “mejor no hay que hablar”. Para qué: el despliegue de talento y dedicación que se revela en el aspecto gráfico, con el acabado artesanal de cada página –fíjense en la tipografía, en las viñetas elaboradas con celo de orfebre medieval o renacentista– y la continua referencia pictórica, la cita de autores y modelos clásicos del ilustrador, hacen contrapunto con lo desaforado, lo desfachatado de los textos. Ya sean las memorias contemporáneas del facultativo César Bruto -–doctorado por correspondencia– como sus incursiones en la historia de la disciplina médica o las novedades científicas, todo es motivo de increíbles proposiciones y despropósitos. Nada queda en pie. Es el efecto devastador propio de los Hermanos Marx pero con otros medios: la sutileza irónica de estos dos genios.

En la primera entrega, por ejemplo, hay una versión libre del celebérrimo poema “If”, de Rudyard Kipling -–aplicado a los profesionales del curar/currar– que da el tono del conjunto. Y en la sección Informasiones galénicas el título “Lo que se olvida adentro de un enfermo sienpre es propiedá del que loperó” es el anticipo de un texto sobre “medisina legal europea” fechado en “Balcanes (urjente)” que vale por todo lo demás.

Así que ya saben, queridos lebtores de pájina dose, el Medisinal Brutoski Ilustrado ha llegado para quedarse. A disfrutarlo. Porque como siempre dijo César Bruto: en fin, basta la salú.

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El Brutoski nació como un vehículo publicitario.
 
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