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Miércoles, 12 de diciembre de 2007

EL DILEMA ACTUAL DE WIKIPEDIA

Entre la utopía y la censura

Un grupo de editores de la enciclopedia virtual infinita bloqueó a internautas “malintencionados” y se armó el debate. ¿Cómo controlar los “errores” sin caer en el autoritarismo?

 Por Facundo García

Wikipedia, la enciclopedia más famosa de la web, crece gracias a las colaboraciones de los internautas. Lo que mucha gente ignora es que a raíz de la intervención malintencionada de algunos participantes (ver recuadro) se creó un grupo de editores cuyo fin es evitar el vandalismo o incluso bloquear a los que no respeten las normas de convivencia. Inicialmente se había decidido que las medidas de fondo seguirían tomándose en foros de discusión, y parecía que el tema estaba resuelto. Hasta que hace unos días se reveló la existencia de listas de email “secretas” que una camarilla podría estar utilizando para operar de forma antidemocrática. Jimmy “Jimbo” Wales, el fundador del proyecto, salió varias veces a pedir que se bajaran los decibeles de la disputa. “Se trata de una exageración”, repitió. Pero la polémica echó a rodar y sin duda es una oportunidad para enfrentar un debate apasionante: luego de siete años de crecimiento, con más de un millón de usuarios registrados y ocho millones de artículos en más de cien idiomas, ¿cómo controlar las expresiones ofensivas o malintencionadas sin caer en el autoritarismo?

Para empezar a considerar el asunto puede ser útil ubicar a los personajes de la opereta que recorrió buena parte de la prensa especializada la semana pasada. El conflicto se habría iniciado después de que una administradora apodada “Durova” bloqueara al usuario denominado “!!”, también conocido –por suerte– como “Bang Bang”. La acción dio lugar a que se difundiera un correo electrónico en el que la propia Durova intentaba convencer en privado a otros administradores para que expulsaran al enigmático colaborador. Para remover más el avispero, son varios los que juran que Bang Bang hace aportes aceptables de manera periódica. Pero eso no pareció importarle a su oponente, que recalcó en su mail que no se trataba de un problema de contenidos sino de difusas “intenciones ocultas” de las que era preciso prevenirse. Entonces se desató el vendaval.

De acuerdo con la versión de los más pesimistas, esos manejos de “la elite editora” podrían ser la punta de una estructura de poder paralela que estaría funcionando desde hace tiempo, puenteando los ámbitos públicos en los que supuestamente se resuelven los pleitos. Por eso es que Jimbo Wales, pionero y presidente de la fundación Wikimedia, se apresuró a subrayar que todo era “una tormenta en un vaso de agua”, ya que el famoso Bang Bang “había estado bloqueado durante sólo 75 minutos”. Como siempre, medios vinculados a poderosas editoriales salieron a hacer leña del árbol caído y citaron opiniones como la de Kelly Martin, una ex miembro del Comité de Arbitrio de la entidad. Para Martin, este tipo de prácticas son moneda corriente desde hace años.

La última escena de la historia todavía no ha terminado. El revuelo provocó, por lo pronto, la renuncia de la atropellada Durova. En tanto, en el mundo hispanoparlante más de uno se asombró de la dimensión que había tomado el caso. De hecho, la comunidad en castellano no se ha alterado a pesar de que algunos editores –denominados “bibliotecarios”– utilizan mails privados como instancia de discusión.

Distintos medios nacionales y extranjeros jalonan cada uno de estos tropezones con críticas que coquetean con lo obvio. No advierten que en una enciclopedia cuya construcción es colectiva e ilimitada, también tienden a ser infinitos los posibles errores.

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Wikipedia, una enciclopedia cuya construcción es colectiva e ilimitada.
 
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