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Domingo, 27 de abril de 2008

FERIA UNA RECORRIDA POR LOS STANDS EN EL PREDIO DE LA RURAL

En el laberinto de los libros

Miles de personas se pierden en los pasillos, en busca del best-seller o de alguna rareza. Los libros están más caros que el año pasado, pero, caminando, se consiguen ofertas.

 Por Silvina Friera

La feria tiene su propia alfombra roja; no es tan glamorosa como la de los premios Oscar por donde desfilan, solas o acompañadas, elegantes o extravagantes, las estrellas de Hollywood. En el predio de la Rural esa alfombra cubre el largo túnel de circulación que todos los visitantes, que entraron por el acceso de Plaza Italia, tienen que transitar para acceder al corazón de los expositores: los pabellones azul, verde y amarillo, “el espacio de los lectores”. Primera recomendación: si es de los cultores de la ley del menor esfuerzo y un tanto fóbico, mejor siga caminando al aire libre, por la avenida Sarmiento e ingrese por el acceso peatonal. Si por curiosidad optó por el túnel, hay que armarse de paciencia, el tránsito humano se atasca un poco, sobre todo por los desorientados, que de pronto, ante la duda, se detienen, despliegan el mapa, tratan de comprenderlo, y cuando se dan por vencidos, preguntan a quien tengan más cerca cómo llegar hasta tal o cuál stand o sala. La frase más escuchada en ese túnel es “estoy perdido/a”. Pero el ingenio de un visitante con cara de veterano de feria dice la mejor: “Che, ¿por qué no ponen una cinta transportadora?”.

María Rosa Lojo se burla de su escaso sentido de la orientación. “Lo primero que espero de la feria es no perderme, pero todos los años tomo el mapa y me encuentro con todo tipo de obstáculos y problemas”, dice. La escritora, que presentó La pasión de los nómades y Una mujer de fin de siglo el día de la

inauguración, cuenta que le gusta participar del encuentro “cara a cara” con sus lectores. Cuando presentó La princesa federal, un descendiente de la familia Victorica le preguntó por Gabriel, el médico cirujano que en la novela viaja a Londres en 1893 para visitar a quien fuera “la princesa de las pampas”. “Ese no está en la familia, ¿lo inventaste vos, no?”, quiso saber. La escritora, muerta de risa, le confirmó que Gabriel era producto de su imaginación.

Leonardo Rubini, jefe de ventas del grupo Santillana, comenta que “es llamativo que haya tanta gente dando vueltas y comprando libros en los primeros días”. Los libros de Santillana, que incluye sellos como Alfaguara, Taurus, Aguilar, Suma de Letras y Manderley, aumentaron entre un 12 y un 15 por ciento. Ahora una novela cuesta un promedio de 39 a 45 pesos. “La feria demuestra que hay mucho espacio para expandir el mercado de lectores; los libros, en algunos casos, siguen siendo un producto exclusivo, pero la feria invita a comprar a ese público que no es lector”, explica Rubini. Con tan pocos días es arriesgado lanzar nombres de los autores. “Un hit seguro de esta feria es Un día de cólera, de Pérez-Reverte”, arriesga Rubini.

Pablo Buchko, responsable del stand Kapelusz-Norma plantea que la gente es más “cautelosa” a la hora de comprar un libro en los primeros días de la feria. “Un libro afecta el bolsillo de la gente, por eso miran mucho antes de comprar, pero también es cierto que es fin de mes y es normal que el arranque de las ventas sea más lento”. Una de las apuestas de Norma es La sombra del púgil, de Eduardo Berti, que, según Buchko, “logra ser profundo y legible a la vez”. El responsable del stand cuenta que “nuestra idea es mostrar un cambio que se está gestando dentro de la editorial con nuevos autores que estamos incorporando; acercarnos más al público argentino”. Alberto Castán, de Planeta, establece un antes y un después de acuerdo con la hora. “Antes de las 18 están los chicos de los colegios, después comienzan aparecer los adultos, que salen del trabajo y pasan por acá”. Castán destaca un par de títulos entre lo que ofrece Planeta: La llorona, de Marcela Serrano; Comer y pasarla bien, de Narda Lepes; Crímenes imperceptibles, de Guillermo Martínez; Pecar como dios manda, de Federico Andahazi; El enigma de París, de Pablo De Santis; y El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón, un fenómeno editorial en España. Andrés Ayala, de la editorial Losada, señala que todavía no vio mucha gente, “pero esto recién empieza”. Una de las tentaciones de Losada son los libros de filosofía, Sartre y Kant, y de teatro. Entre las ofertas, se destacan varios combos: un libro a 20 pesos, tres por 50, con varios títulos de Borges y Shakespeare y biografías de Cervantes, Wagner, Goya y Tolstoi; uno por 12, tres por 30, con títulos de Federico García Lorca, Rubén Darío, Pablo Neruda y Miguel Hernández.

El stand de Librería de las Luces siempre tiene algo para el bolsillo de la dama o del caballero. A 10 pesos se consiguen, entre otros, El panóptico, de Jeremy Bentham; El libro del té, de Kakuzo Okakura, y varios de Agatha Christie como El espejo roto, Muerte en la vicaría, Cinco cerditos, Un cadáver en la biblioteca y Poirot infringe la ley. A 6 pesos la unidad, o tres por 15, están Las ratas, de José Bianco; Más allá, de Horacio Quiroga, y Los pájaros y otros poemas, de José Portogalo. Dos libros-promesas de Gedisa buscan a sus lectores: Semiótica I, Sentido y referencia, de Mario Bunge, y el último de Zygmunt Bauman, Los retos de la educación en la modernidad líquida. El visitante de la feria tendrá que recorrer un largo camino hasta llegar al novísimo stand 20 editoriales 2008, donde se pueden conseguir libros de Paradiso, Cuenco de Plata, Argonauta, Bajo la luna, Abran cancha Ediciones, Peña Lillo y Gran Aldea, pequeñas editoriales que por primera vez hacen pie en la feria, gracias a la Cámara Argentina del libro y al apoyo de la Fundación El libro. Raúl Romero es un observador “privilegiado” de la feria. Su puesto de panchos y gaseosas está a metros de la puerta de acceso de Plaza Italia. De pelo gris, panza con balcón terraza y vozarrón de vendedor ambulante, Romero grita “panchooo, coca, panchooo”, y mientras hace una pausa le dice a Página/12: “Esto no está bien organizado, no puede ser que en 16 hectáreas y media la gente tenga que chocarse, hacer fila y no pueda caminar”.

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La Feria del Libro, un clásico que convoca a lectores y a gente que participa del “evento”.
Imagen: DyN
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