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Domingo, 18 de mayo de 2008

MUSICA › CIEN MIL PERSONAS EN EL FESTIVAL ALAS

Un coro gigantesco para que se escuche en todo el mundo

Fito Páez, Cerati, Shakira, Drexler, Calle 13, Alejandro Sanz, La Portuaria y Pedro Aznar, entre otros, animaron el encuentro en Costanera Sur. La idea del colectivo es lanzar un movimiento que ayude a brindar programas de apoyo para los niños pobres de América latina.

 Por Facundo García

Lo lindo es que fue uno de los eventos solidarios más importantes que recuerde Latinoamérica. La Costanera Sur porteña y el Zócalo de la Ciudad de México vibraron desde la tarde de ayer con dos conciertos simultáneos convocados por la organización ALAS (América Latina en Acción Solidaria). Ahí marchó, siempre fiel, un público más que variado que se apretujó para ver y escuchar a Fito Páez, Gustavo Cerati, Jorge Drexler, Calle 13, Alejandro Sanz, La Portuaria, Pedro Aznar, Paulina Rubio y Shakira, entre otros. La consigna era enlazar a artistas, intelectuales, empresarios y “gente común” para lanzar un movimiento social que ayude a brindar programas integrales de apoyo para los niños más necesitados de la región. Y el resultado fue una asistencia masiva, con retransmisiones por TV e Internet que seguirán dando que hablar durante la semana. Toda una esperanza para los más de treinta y dos millones de latinoamericanos menores de seis años que no llegan a cubrir sus necesidades básicas.

Hasta ahí el costado más romántico. Hubo otras aristas. El espectáculo de inmoralidad que dieron los que desde hace días revendían entradas por Internet a un precio que oscilaba entre los cuarenta y los cien pesos, por ejemplo. O la sensación agridulce de comprobar que mientras Gabriel García Márquez es presidente honorario de la entidad organizadora, uno de los vicepresidentes de la Junta de Directores es... Antonito de la Rúa.

Nada de eso hizo que menguara el entusiasmo. Hacia las cuatro y media de la tarde, el marco invitaba a los nostálgicos a preguntarse cuándo aparecía Bob Geldof, o por lo menos, en qué momento iba a arrancar algún tema parecido al espantoso “Argentina es nuestro hogar”. Por fortuna no pasó. Eso sí, fans que desde temprano recorrían las largas calles cercanas predio tuvieron que seguir con el arriesgado cocktail de gaseosas, choripán y galletitas por un rato.

De golpe se vinieron en tromba Airbag y La Portuaria, para que la marea humana –todavía un atisbo de lo que sería más tarde– empezara a encrisparse. Diego Frenkel se refirió a la importancia de poder ver el mundo según la óptica de los chicos y dedicó “A través de tus ojos”. Mechaditos, los spots publicitarios invitaban a acabar con el hambre en el continente. “Nuestros niños nos preguntan porqué están estos problemas ¿será que hace mucho que en Latinoamérica no tenemos ninguna causa?”, se preguntaba, insólitamente, una voz en off.

Para cuando los Ratones Paranoicos salieron a tocar “El vampiro”, el campo explotaba. “Somos tantos soñando a la vez. Tanta gente distinta y el alma al aire”, rezaban los pantallones. Tenían razón. En un metro a la redonda podía verse a un señor de ochenta años con audífono, un travesti mandando mensajitos por celular, adolescentes, padres, bebés, locos con panic attack y desmayados. De todo, como en botica.

Juanse –cada vez más parecido al Pomelo de Capusotto– agradeció y se fue, a tono con el perfil bajo que curtió la banda en sus declaraciones para la prensa. Vinieron dos temas más y le tocó el turno a Pedro Aznar, que se mandó con “Ya no hay forma de pedir perdón”. Como la onda se había puesto medio bajón, el bajista pegó un volantazo y elevó la temperatura con “Tu amor” y otros clásicos. “Sólo los chicos felices nos garantizarán una humanidad feliz”, reflexionó el ex Seru Giran.

Paulina Rubio, créase o no, salió con distorsiones, una especie de Gloria Trevi buena. Temas como “Lo haré por ti” fueron, lejos, lo más coreado de la primera parte. “Es muy lindo ver concretado esto –confesó la blonda al rato, frente a los periodistas–. Junto con ‘Shak’ (!) y Alejandro vivimos bastante cerca y cuando nos reuníamos siempre hablábamos de lo interesante que sería llevar esto adelante.”

En tanto, la emblemática plaza de Ciudad de México se daba su propia panzada de estrellas (ver recuadro). Las dos sedes –elegidas en virtud de representar dos polos geográficos de la región– sumaron un total de veintisiete artistas en escena, con más de doscientos mil espectadores y una audiencia global estimada en quince millones de personas. “Juntos podemos obligar a los estados a que se hagan cargo de los niños desde que nacen”, insistían allí y acá los mensajes publicitarios.

Cerca del escenario que miraban los porteños, Visitante, el hombre que le pone ritmos y computadora a Calle 13, daba una versión que sonó bastante más radical que la que estaban dispuestos a asumir la mayoría de sus colegas presentes. Copa en mano, se largó: “nosotros creemos que esto debe ser un gesto de unión entre los latinoamericanos, que nos sirva para sacudirnos el yugo. Te lo digo como portorriqueño. Hoy mi país es una colonia de los Estados Unidos, y te aseguro que sería más fácil sacarnos esa presión si supiéramos que el continente es capaz de unir su voz”, observó. Dicho esto se fue rumbo a un sector donde unos patovas que no lo reconocieron lo detuvieron por “portación de vaso”, cosa que generó un forcejeo que terminó con dos guardias al borde de las manos. Por una cuestión de escalas, la masividad genera decenas de locos. De hecho, poco antes, un delirante había forcejeado en la entrada de la sala de prensa aduciendo que era un “comisario de la Policía Federal”.

Ovación y un piano pintado con fileteado porteño recibieron a Alejandro Lerner, que dedicó “Verte sonreír” a los niños de aquí y también a los de China, que “están pasando por un momento durísimo”. Los hits del costumbrismo televisivo demostraron ser un formidable catalizador de las emociones de la multitud, y el aire ionizado, mezclado con una tardía noche cuasi veraniega, favorecieron el recambio que significó un Jorge Drexler ataviado con todo el dandismo que es capaz de reunir el Río de la Plata. “De amor y de casualidad” fue el preludio de otros hits. Uruguayo al fin, Drexler se despidió con tambores, a todo candombe.

“¡Agua!”, pedía el público, y no es que esperaran a Los Piojos. Se percibía calor, sed y transpiración para tirar al techo, si lo hubiera habido. Las manitos de los vendedores de gaseosas hacían malabares entre las cabezas. Estaban dadas las condiciones para disfrutar de lo que según muchos fue la anticipada frutilla del postre.

Elegante y con anteojos oscuros, Fito se embarcó en una sesión eléctrica que puso en escena al Páez furioso que muchos todavía extrañan. Sorprendió agradablemente con “La ciudad de los pibes sin calma” y siguió mostrando blasones de guerrero con “Lejos de Berlín”, y una excelente “Taquicardia”. “Buenos Aires –sentenció en determinado instante el rosarino–, no voy a presentarte a nadie que no conozcas: ¡Gustavo Cerati!”. Inspirado, el ex Soda aportó lo suyo junto a Fito en los teclados. Llegaron en “Crimen” y “Puente”. “Cruza el amor por el puente”, cantó Cerati, tras ironizar declarando que para él era “mucho mejor un puente que un tren bala”. “Ciudad de pobres corazones” terminó de coronar al dúo.

La Chilinguita, hermana menor de la banda La Chilinga, hizo la previa para que un Alejandro Sanz más gordito que en las fotos hiciera de las suyas. Sorpresivamente Shakira surgió por primera vez en este cuento y arrancó verdaderos alaridos entre varias señoritas del montón que habían tomado la precaución de teñirse el pelo igual que ella. Poco a poco se sumaron más participantes hasta componer un coro colectivo de celebridades que desde el escenario ofreció “No es lo mismo”. Llegó luego la interconexión con México y los saludos de rigor, con Sanz como voz coordinadora entre los locales.

Los Calle 13 no quisieron faltar y salieron cerca de las 22 con sus letras reggaetoneras y críticas, aunque a decir verdad lo que la mayoría esperaba era el retorno de Shakira. Viola al hombro y pelos al viento, la colombiana se fue con “Inevitable” y momentos que van a quedar para los especiales de la tele, con “La masa” junto a Mercedes Sosa y “La ciudad de la furia”, con Cerati.

Los conciertos fueron retransmitidos por las principales cadenas de televisión de la región, como la mexicana Televisa, Canal Trece de Argentina y Caracol de Colombia, así como el portal de Prodigy a través de Internet. Durante la semana seguirán las repeticiones y los especiales, por lo que la difusión está lejos de detenerse aquí. Fondos no faltan: según publicó esta semana el diario La Jornada de México, ALAS cuenta con 200 millones de dólares. Entre los patrocinadores que se mencionan en su página oficial (www.movimientoalas.org) figuran Howard Buffet, hijo de Warren Buffett, el hombre más rico del mundo y Carlos Slim, segundo en el ranking de acumuladores elaborado por Forbes. También colaboran Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa, probablemente el consorcio televisivo más influyente del continente. Antonito también deja caer algún billetín, pero con semejante team alrededor queda un poco desdibujado. Encima, cuentan que ayer le costó encontrar el sushi de las carpas VIP, porque no faltó quien lo parara para tirarle bronca.

ALAS fue fundada en 2006 por iniciativa de Shakira, algunos de sus amigos, empresarios e intelectuales. Con sede en Panamá, se plantea como un acelerador de las políticas para el Desarrollo Infantil Temprano (DIT), o sea, de cero a seis años de edad. El objetivo es ayudar a que se concreten intervenciones integrales en educación, nutrición y salud, así como de estimulación emocional y social para los pibes que transitan esa etapa, que es sumamente importante para que el desarrollo posterior sea satisfactorio. Según especificó Sanz, la misión a largo plazo es lograr un programa regional que garantice la salud, la educación y la alimentación de al menos 70 millones de niños latinoamericanos, cosa que costaría unos setenta mil millones de dólares.

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Fito Páez y Gustavo Cerati juntos arriba del escenario. Fue el mejor momento del festival.
Imagen: Gustavo Mujica
 
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