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Jueves, 23 de octubre de 2008

MUSICA › ESPERANZA SPALDING, ANTES DE SU GIRA POR LA ARGENTINA

“Yo busco mi propio lenguaje”

La contrabajista ya estuvo en Buenos Aires acompañando al Niño Josele, pero ahora llega para presentar el material de su segundo disco. “Dedicarme a la música fue algo que no me planteé; simplemente lo supe desde siempre”, dice.

 Por Diego Fischerman

Su elección del contrabajo fue, como muchas de las decisiones importantes, fruto del azar y varias desviaciones. Esperanza Spalding, notable cantante, instrumentista y compositora, admiradora de Astor Piazzolla y Liliana Herrero, además de Madonna y Stevie Wonder, se fascinó, de niña, con el cellista Yo-Yo Ma. Como el cello era demasiado grande para ella, comenzó a estudiar violín. Y como el violín era demasiado pequeño, podría pensarse, acabó con el contrabajo. Ella, a los 23 años, acaba de publicar su segundo disco, Esperanza, con el sello Universal, donde se destacan una fantástica versión de “Cuerpo y alma” en castellano, de “Ponta de areia”, de Milton Nascimento, y de sus propias “She’s Got To You”, con una impactante participación del saxofonista Donald Harrison, y “Precious”. Este sábado actuará en La Trastienda (Balcarce 460), para viajar el día siguiente a Mar del Plata y el 28 a Neuquén. “Los músicos de mi edad tratamos de tener nuestro propio lenguaje, pese a contar con la influencia de los clásicos”, sintetiza en diálogo con PáginaI12.

Spalding ya había estado en Buenos como acompañante del guitarrista español Niño Josele. Nacida en Oregon y concertino de la Sociedad de Música de Cámara de esa ciudad durante quince años, su rumbo viró hacia el jazz y al contrabajo. Se graduó en el Berklee College de Boston en 2005 y allí fue nombrada profesora titular de su instrumento a los 20 años. “Hay un montón de músicos e instrumentistas que han marcado época: Wayne Shorter, Wynton Marsalis, Joe Zawinul y Weather Report también”, reflexiona. “Es inevitable que nombres como ésos, aunque no sean de la propia generación, influyan en mi carrera. Pero lo más importante es encontrar nuestro propio lenguaje y nuestro propio sonido. De todas maneras hay cosas de los ’60 y antes, incluso de los ’40, que han tenido que ver con mis composiciones, como así también la música popular, el hip hop y el funk. El jazz europeo es diferente al jazz americano y eso se nota en mi música, donde sin renegar de mis orígenes trato de ser permeable a las otras músicas del mundo también.”

–Salvo algunas pianistas, algunas orquestadoras como Melba Liston o Maria Schneider y, desde ya, algunas cantantes, el jazz parece ser una música predominantemente masculina. ¿Existe una perspectiva de género en el jazz?

–Puede ser. Aunque no me resulte fácil definirla. De todas maneras, creo que el jazz es un estilo más que nada masculino, pero todo esto tiene mucho que ver también con la evolución de la mujer en todos los roles sociales. Por ejemplo, no era lo mismo ser un hombre de gira que ser una mujer que se aleja de su casa, sus hijos y su familia. Aunque desde hace algunos años este mismo tema cambió mucho. Hoy en día se hace mucho más fácil girar y muchas mujeres lo hacen. En cuanto a lo musical y a las habilidades, por así decirlo, no hay diferencia. Simplemente, que como mujeres tenemos algo que decir desde nuestro lugar, desde nuestra condición. En mi caso a veces sentí que se me ha valorado precisamente porque hay pocas mujeres que se dediquen a esto, y a veces la novedad ha jugado en mi favor, pero espero poder convencer a la gente de que tengo cosas para decir. Por otra parte, muchas veces escuché comentarios de gente que dice que las mujeres no tenemos la sensibilidad suficiente como para tocar jazz. Eso, por suerte, también ha ido cambiando. En mi opinión, el jazz se desarrolló a partir de clases desfavorecidas o en minoría porque ofrecía una oportunidad para crecer. Es un género que facilita la adquisición de una serie de habilidades que ayudan a relacionarse.

–¿Qué la llevó a elegir el contrabajo como instrumento?

–Lo ignoro. Quería tocar cello, toqué violín, y finalmente apareció el contrabajo. Cuando lo toqué por primera vez supe que sería mi instrumento, pero no puedo decir por qué. Tampoco había escuchado demasiados contrabajistas o les había prestado demasiada atención. Recién después descubrí a los clásicos, Ray Brown, Ron Carter. Y, desde ya, Charlie Haden.

–¿Cuándo fue la primera vez que recuerda haber escuchado jazz y cuándo la primera en que pensó que sería música?

–No sé cuándo fue exactamente la primera vez, pero sí recuerdo haber escuchado Kind of Blue, de Miles Davis, hace mucho tiempo, y ese disco fue fundamental para mí. Dedicarme a la música fue algo que no me planteé; simplemente lo supe desde siempre. No me imagino haciendo otra cosa.

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Spalgding se presenta este sábado en La Trastienda y luego va a Mar del Plata y Neuquén.
 
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