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Sábado, 25 de febrero de 2006

MUSICA › HOMENAJE A PAPPO, A UN AÑO DE SU MUERTE

En la ruta del rock and roll

Familiares, amigos, fans y motoqueros rindieron tributo al creador de Pappo’s Blues y Riff. Hubo caravana a Luján.

Los guantes motoqueros, con la punta de los dedos cortados, estaban empapados, las camperas de cuero dejaban deslizar unas gotas espesas hacia abajo, y también hacia atrás, claro, cuando las motos comenzaron a andar por la ruta. Hacía frío. Llovía. Parecía invierno. Pero nada de eso impidió que unas 400 personas se juntaran en la estación de tren de Tigre a eso de las 9 de la mañana y viajaran en caravana hasta Luján, donde se sumaron otras 400 personas (principalmente motoqueros) que estaban esperando a la tropa para homenajear a Norberto “Pappo” Napolitano, a un año de su trágica muerte. Decenas de familiares, amigos, fans y motoqueros rindieron homenaje al creador de Pappo’s Blues y Riff, en el lugar de la ruta 5, en el partido de Luján, donde se produjo el accidente. Norberto Aníbal falleció en la noche del 24 de febrero de 2005 a los 55 años, aunque su música, que había comenzado cuando tenía 16 años, sigue manteniendo vigencia.

El numeroso grupo de fieles seguidores se concentró frente a la estación de Tigre, primero, donde luego de hacer rugir los motores de sus autos y motos, iniciaron la caravana encabezada por su hijo Luciano, también músico, cantante de Lovorne, que pasó por la inundada ruta Panamericana. Luego tomó la General Paz hasta el Acceso Oeste y de allí la ruta 5 hasta el kilómetro 71,5, lugar exacto del trágico accidente. En ese punto se detuvo la caravana y los allegados y fans, casi todos vestidos con típicos atuendos negros de rockeros y motoqueros, inauguraron un monolito de 2,5 metros de alto por 1,50 ancho en recordación de Pappo, colocaron una plaqueta y participaron de una misa. Allí, Luciano dijo apenas un par de palabras (“un homenaje al más grande del rock”), destapó el monumento y desapareció de la gente. La idea del monolito fue de su hijo Luciano, aunque participó en la construcción un herrero de Luján, cuya municipalidad aportó fondos, y lleva la letra del tema Desconfío en una placa de mármol: “No sé por qué imaginé / Que estábamos unidos, me sentí mejor. / Pero aquí estoy / tan solo en la vida / Que mejor me voy”, dice.

Poco antes, habló para las huestes motoqueras el padre César, un autodenominado cura rockero, sacando unas frasecitas de canciones de Pappo: “En las estrellas podré resucitar, sin pedir nada, sólo poder pensar, que si nos ponemos todos de acuerdo, llegará la paz”, dijo y citó también frases de El Tren de las 16. Luego hicieron un minuto de más rugido de motores y concluyeron así el recuerdo del ya legendario músico que llegó a tocar con el gran BB King en el Madison Square Garden de Nueva York y que grabó más de una decena de discos (los volúmenes de Pappo’s Blues, Ruedas de metal, Contenidos, entre otros). Después del sentido homenaje, Luciano Napolitano y un grupo de amigos se instalaron en el taller mecánico Raza Fuerte de Luján, a zapar durante toda la tarde. Desde el interior del taller se escuchaba El auto rojo como en una especie de loop rutero interminable. Tanta comunión había, que más de uno sugirió que parecía que Pappo podía estar por llegar en cualquier momento. Pero, claro, no era más que una ruidosa ilusión.

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Un monolito para Pappo, con su hijo Luciano como testigo.
 
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