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Lunes, 27 de febrero de 2012

MUSICA › ENTREVISTA A LA CANTANTE PAOLA BERNAL

Síntesis de raíz y vanguardia

La folklorista cordobesa acaba de publicar Pájaro Rojo, un CD que apuesta permanentemente al riesgo artístico. “La idea es siempre la misma: seguir sumando para enriquecer nuestra música desde una mirada propia”, señala una de las voces más interesantes de la escena actual.

 Por Cristian Vitale

Cada vez que canta, Paola Bernal eleva el mentón y clava la mirada en las estrellas. Es menuda, segura de sí, tiene unos ojos verdes que a veces brillan y su voz conmueve. Moviliza tanto como hechizan su caja y su kultrum. Nació en Córdoba Capital pero es de Cosquín. Tuvo una vida viajera (pasó años entre la Isla Margarita y Caballito), un hijo que llamó Lucas y grabó tres discos hasta la fecha: Esperando tu llegada, Por el camino, y el flamante Pájaro Rojo. “Llegó a nuestras manos un par de horas antes de subir al escenario de Cosquín, y creo que la emoción se transmitió al público. Fue uno de nuestros mejores recitales”, cuenta a Página/12, mientras el biorritmo de su pueblo recupera el pulso habitual. La cantautora (38 años, figura algo invisible, pero descollante del folklore actual) vive entre los colores, olores y sonidos de una casa que le besa las orillas al río Cosquín. Entre clases y gatos caseros, cobijada por crepúsculos dorados y amigos. A veces viaja a Córdoba para dar y recibir clases, o para ajustar detalles de un disco por venir junto a Jenny Náger –otra como ella– pero el nido está allí, donde el dios del folklore atiende. “Lo bello aquí está en la naturaleza que te abraza, en los aromas, en el fuego, en las distancias cortas. Es cierto, extraño a mis amigos que no están acá, por lo demás me siento una privilegiada”, dice.

–Se intuye, entre ellos, al Chango Farías Gómez, que fue fundamental en la producción de su disco debut...

–Claro, lo extraño mucho al Chango, pero lo siento muy cercano. La experiencia que viví con él es el sueño de muchos y para mí fue una realidad. Todos los días lo pienso, me acuerdo de sus manos en la guitarra, de su sonrisa. Nada se compara para mí con lo vivido con el maestro. Nos unían la música, el cariño, la ideología. Su ausencia me duele pero me enseñó, me hizo crecer, lo llevo en mi canto y en mi corazón.

No es arbitrario traer al Chango a la vida artística de Bernal. No sólo está su mano en Esperando tu llegada, sino en todo lo que ella encara: esencialmente –y sin dobleces– folklore en riesgo permanente, de búsqueda y actualización sin desoír raíces. Zambas, chacareras y huaynos. “Antimomias” que mucho le deben a las prédicas casi solitarias del Chango y que hoy florecen bajo el ruido de otra generación. “Es cierto, nosotros vivimos en riesgo desde que decidimos vivir de lo que nos gusta, decir lo que creemos y compartir lo que sentimos. Cuando me preguntan sobre la tensión raíz-vanguardia, hablo de una síntesis. La idea es siempre la misma: seguir sumando para enriquecer nuestra música desde una mirada propia”, define y le tiende, de paso, un marco a Pájaro Rojo.

Bernal presentó parte del disco durante la sexta luna del festival de Cosquín, el mismo día que León Gieco, Arbolito, Teresa Parodi y Víctor Heredia subieron al escenario Atahualpa Yupanqui. Bajo la producción de su alter ego masculino (el guitarrista Titi Rivarola) y grabado entre Córdoba (El ojo Blindado) y Francia, en los estudios del ex Jaivas Pájaro Canzani, el trabajo con epicentro en la tríada guitarra-bombo-voz consta de doce piezas que le huyen al éxito fácil, al “fast food” que cocina parte de la música criolla actual. Temas suyos y compartidos (“Intenso silencio”, “Ay Dios”, “Tiembla”) conviven con otros de un acervo que el mainstream muestra –si muestra– a cuentagotas como “Rosas y claveles”, de Bicho Díaz; la genial “Vidala guerrera”, de Juan Saavedra, o “Por la costa del salado”, de Carlos Carabajal. “La trama del repertorio se fue tejiendo con los encuentros y las vivencias”, dice ella y puntualiza parte: “Vidala Guerrera” es un lazo con la familia de Juan Saavedra, una composición de Juan dedicada a la comparsa Los Hijos del Sol del barrio Las Cejas de Santiago del Estero. Hacemos referencia en esa obra a la amistad que compartimos, al pensamiento y a la cosmovisión en la que comulgamos; “Por la costa del salado” es una síntesis de nuestra manera de interpretar el folklore. Es nuestra versión de la canción que tocamos en nuestro patio de tierra, porque ahí hay una sonoridad abierta y el zapateo logra el abrazo con la danza...

–¿Y “Alas de tu boca”?, a primera escucha opera como una forma de ingresar a la totalidad del trabajo por la puerta grande...

–(Risas.) Es un tema de Titi Rivarola y Carlos Piano que me emociona cantar. Parece una canción de amor pero no lo es. La letra habla de la esencia y ahí está el Pájaro Rojo: “Luz que me lleva lejos, celo de mi desvelo, háblame de la vida y del amor (...) en lo que te nombra y que me alumbra brilla el mismo resplandor”.

–A diferencia de Por el camino, el disco que lo antecede, Pájaro Rojo no incluye versiones de titanes del género como Atahualpa Yupanqui, Ramón Ayala, Alfredo Zitarrosa o Eduardo Falú.

–Todos músicos que adoro, pero Pájaro Rojo marca lo que estoy haciendo ahora, porque lo singular es el momento. A diferencia de los otros discos que se armaron en el estudio, éste se alimentó del vivo, del encuentro y la vivencia con los autores. Lo tocamos, lo compartimos, se llenó de la energía del público y después se grabó. En suma, Pájaro Rojo define la manera de darle un cuerpo y un sonido a la voluntad, y el fuego que me lleva a andar con pasión y confianza en lo que hago en mi vida y en el arte, que es lo mismo.

–Otra vez se hablaba de Paola Bernal como la consagración de Cosquín y otra vez el premio fue para otro. ¿La inquieta?

–No. El éxito para mí es este disco compartido con artistas y compositores que admiro y quiero. Los premios los recibiré según me correspondan, en el lugar que consideren que merezco. Somos agradecidos del elogio, de los premios cuando nos lo otorgan, pero no nos desvela el reconocimiento. Sabemos que estamos poco en la programación de las radios y ojalá eso cambie, pero tenemos claro que subimos a los escenarios sin la ayuda de una gran difusión y vamos sumando de a poco pero intensamente. Yo siento la confianza puesta en mí y esto es un fuego que quiero mantener prendido... mi Cosquín no es el que me premia.

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