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Lunes, 17 de septiembre de 2012

MUSICA › MOVISTAR FREE MUSIC, ENCUENTRO DE TEMáTICA AMBIENTALISTA EN EL PLANETARIO PORTEñO

Sonidos para una experiencia cósmica

Café Tacvba, José González y Carlinhos Brown, entre otros, animaron un festival gratuito que fue disfrutado por unas veinte mil personas. Lo más destacado fue la presentación del combo mexicano, que regaló una avalancha de éxitos con su habitual oficio rockero.

 Por Luis Paz

“Yo estoy seguro (de) que los extraterrestres deben venir en son de paz. Por eso les pedimos que traigan amor, mucho amor, a esta civilización tan necesitada de paz.” El mensaje del parapsicólogo uruguayo aún resuena al final de “Fabio Zerpa tiene razón”, la canción de Andrés Calamaro. El tema fue incluido en su primer disco solista, Hotel Calamaro, en 1984. Faltaban entonces diez años para que un grupo de dudosos terrestres, en apariencia llegado desde el espacio exterior, proyectara desde México un noble mensaje de unión, amor, respeto y comunión interestelar en lenguaje rock mestizo: con Re, su segundo álbum, Café Tacvba iba a lograr a partir de 1994 expandir su presencia musical regional, encolumnada detrás de Rubén Albarrán, el vocalista nacido en... ¡Ciudad Satélite! Anteanoche, el combo descendió sobre el predio lindante al Planetario porteño para liberar su buena onda electromagnética sobre más de veinte mil creyentes. Su divertido y vistoso show coronó un evento de temática ambientalista organizado por una compañía telefónica (el Movistar Free Music), al que Tacvba puso mística natural y popular, José González sumó momentos cósmicos y Carlinhos Brown integró un mensaje en portugués de paz espiritual, digno de evangelista de trasnoche de TV abierta.

Luego de dos años del ciclo, el Movistar Free Music (MFM) integró características destacables. Algunas deudoras de esa iniciativa interrumpida que fue el festival ecológico Aire bajo la sombra del árbol, que sólo tuvo una edición en 2009, con los franceses AIR y los locales Juana Molina, Dante y Onda Vaga, entre otros. De él, tomó la matriz naturalista, con guarderías para bicicletas, una ambientación ecológica y hasta repelente de insectos para los afortunados de los sectores VIP (hubo dos, el tradicional y el Golden Circle, algo curioso en un encuentro gratuito). Y en su mudanza desde la Costanera al Planetario, el MFM también tuvo un dejo de generosidad, incluso accidental: las características del predio y los vallados permitieron que mucha gente que había quedado fuera por no poder conseguir entradas (un beneficio para clientes de esa empresa, básicamente) pudiera mirar y escuchar todo cómodamente.

En ese contexto, ya desde el final de la hora de la siesta, reposeras, cajas de vino, mochilas, panes rellenos y vendedores polirrubro encontraron su lugar entre los lagos y la flora palermitana, a los pies de un espectáculo de música mestiza, fundamentalmente. En consonancia con un encuentro que tuvo el eje en la conciencia sanitaria sobre cuerpos y mentes, la diversidad animal y vegetal y el planeta, no se informaron incidentes. También en coincidencia con la amplitud estética y artística de bandas y solistas, no se uniformaron asistentes: gozaba igual el oficinista de franco, la tía de paseo, el tipo de trampa y la mina de tacos. Artistas locales como NOTA al pie, Diego Mazza y Onda Vaga, y el sueco (hijo de argentinos exiliados de la última dictadura) José González, con su banda, anticiparon la llegada de Carlinhos Brown, cantante, percusionista y productor brasileño que, además de haber publicado más de diez discos en solitario, con su combo Timbalada o junto a Arnaldo Antunes y Marisa Monte (Tribalistas) encabeza propuestas de acción e inclusión social a través de la música.

Inmediatamente, José González fue responsable de instantes memorables, y tal vez cómplice de una idea muy rica en cuanto al espectáculo pero muy poco generosa en cuanto a las bases de estos encuentros, o cuanto menos a lo que tradicionalmente se entiende de un festival, cuestiones como la comunión, la horizontalidad y el “que la gozen todos”. González brindó un vistoso show en solitario dentro de un Planetario en funcionamiento: una experiencia totalmente cósmica que le hizo justicia a la música como dispositivo de conexión universal, pero que apenas fue disfrutada en directo por unos pocos. El propio músico había pedido que no hubiera prensa dentro, por lo que lo único que se puede comentar sobre ese pequeño espectáculo es lo que se vio en las pantallas que lo trasmitieron. Fue una brillante idea con una pésima ejecución, aunque quizás no podría haber sido de otro modo.

Pero Café Tacvba llegó para repararlo todo y, por la tangente, presentar su nuevo álbum, El objeto antes llamado disco, con un concierto ya ubicado en la memoria analógica de los presentes. En base a una galería de hits inoxidables, propios y ajenos, el cuarteto brindó un concierto bien pensado y bien llevado, una demostración de oficio con sustancia artística, una feria del artesanato creativo de la región. La mención temprana de Re no fue capricho; de ese disco interpretaron “El baile y el salón”, “Las flores”, “La ingrata”, “El ciclón”, “El metro”, “El fin de la infancia” y “El puñal y el corazón”, muy bien imbricadas con las versiones de Leo Dan, Olé Olé o Jaime López incluidas en Avalancha de éxitos. El planteo del show funcionó a la perfección, entre segmentos latinos, post punks, rockeros, románticos y testimoniales, permanentemente arengados por el maestro Albarrán.

Incluso en el marco de un festival, la generosidad de Tacvba aportó más de hora y media de show, hasta su culminación con un homenaje a Gustavo Cerati (“Juego de seducción”, uno de los pilares de la expansión latina de Soda Stereo). En ese tiempo hubo problemas de sonido, sobre todo en el juego de volúmenes entre el bajo y la voz de Albarrán, que permanentemente juegan en su música a acompañarse y neutralizar su profundidad y su altura, respectivamente. Nada muy grave: el ruidito de fondo acolchonó sus canciones más refinadas, a la vez que potenció sus más enérgicas. Más allá de eso, el grupo mexicano dejó todo afirmado para su inminente llegada al país para presentar de una forma más intensa aún El objeto antes llamado disco, la nueva entrega de esa enciclopedia sobre cómo instrumentar el alma latina en el rock que es el grupo todavía llamado Café Tacvba.

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Café Tacvba, o el alma latina perfectamente naturalizada en el rock.
Imagen: Bernardino Avila
 
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