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Lunes, 8 de octubre de 2012

MUSICA › LUIS LONGHI Y SU LIBRO EL PULPO O LA MUERTE DEL TANGO

Cómo producir risas en 2x4

“¿Por qué los tangueros no se ríen de sí mismos?”, plantea el bandoneonista, actor y escritor, que suele llevar adelante “conferencias” que han generado más de un malentendido peligroso, como cuando habló de la supuesta homosexualidad de Carlos Gardel.

 Por Cristian Vitale

Un día, sin avisar, Luis Longhi convocó a una conferencia sobre el pasado, presente y futuro del tango. Fue bajo el nombre de Carlos Alberto Villagrán (el licenciado Rataplán) y se presentó camuflado para que no lo reconocieran: peluca y bigote atado con hilo. Para que le creyeran, se anunció acompañado de sus amigos cantores (Guillermo Fernández y el Chino Laborde, entre ellos) y uno de los ejes de la charla era hablar sobre el Gardel que no fue. “Cuando Rataplán, que ama y odia al tango por igual, se puso a hablar de la supuesta homosexualidad de un famoso cantor de tangos muerto en Medellín en 1935, se levantaron diez tipos y me querían cagar a trompadas”, evoca él. “Tuvimos que blanquear la cosa... fue un gran happening.” Longhi, actor, bandoneonista y escritor, piensa estas batallas culturales bajo una pregunta matriz, “¿por qué los tangueros no se ríen de sí mismos?”, y a partir de ella construye, no sólo estas conferencias –que ya son parte del under agitado del género– sino sus músicas, como bandoneonista de Demoliendo Tangos, y libros como El Pulpo o la muerte del tango, que acaba de publicar vía Editorial Abrazos, y opera como una especie de continuación novelada de las bizarras conferencias de Rataplán. “No sabe las barrabasadas que digo sobre los cantantes de tango... es para cagarse de risa”, lanza.

El libro, segundo de una saga que comenzó con Cabareteras, ratifica la intención. Trata el devenir de un quinteto de tango que, a cambio de un poco de fama, debe incluir algo que odia con devoción: un cantor. Y ese cantor es, precisamente, el Pulpo. “Encuentren un grupo de no choque milonguero que no odie al cantante, ¡son todos!”, se ríe Longhi, mordaz. “Con Tangata Rea –orquesta que el bandoneonista dirigió en el pasado– teníamos grandes discusiones cuando nos pedían un cantante como condición sine qua non. Siempre era un ‘¡no!, la concha de su hermana, ¿otra vez?’ (risas). Era un gran conflicto, porque los cantantes se llevan todo: terminan haciendo una gira con un guitarrista, se garcan las minas, los afiches dicen ‘orquesta tal, con tal cantante’ y los nombres de los músicos ni figuran. Igual, como el libro está dedicado a mi amigo Guillermo Fernández, lavo las culpas por ese lado.”

El Pulpo, personaje nodal de la novela, representa algo así como el lado facho del tango. Machista, colaborador de la dictadura, “bipolar”, y recluido en un geriátrico de Barracas por haber participado de un grosso lío de polleras, es clave para lograr una parodia que evoque, precisamente, el fin madre: que el género se ría de sí mismo. “Es un libro humorístico, una parodia tanguera con piso en la realidad. La verdad es que me excita la idea de devolverle el humor al tango. Si Villoldo escribía cosas como ‘afeitate el siete que el ocho hay fiesta’ o ‘qué polvo con tanto viento’, hace más de cien años. O Discépolo hacía temas como ‘Justo el 31’ o ‘Victoria’, ¿por qué no desacralizar hoy?... es algo que están haciendo la Orquesta Petitera y Juan Vattuone, a su modo. En este caso, el humor pasa por rescatar del ostracismo a un cantante y, encima, darle un final glamoroso a un tipo que fue un sorete, lo que termina transformado a todos en soretes.”

Longhi también es actor. Viene de hacer los dos primeros protagónicos de su vida (Los rulos de Lulú, de José Santiso, y Punto ciego, de Martín Basterretche), y tiene un pasado intenso como actor de telenovelas. Hiperactivo, también fue parte de central de la Orquesta Tangata Rea que, junto a El Arranque y Vale 4, fue una de las que devolvió el tango en vivo a las milongas durante los noventa, y hace doce años forma parte de Demoliendo Tangos. “La verdad es que nunca estuvo en mí la idea de ser bandoneonista hasta que un día dije ‘¿qué puedo estudiar raro?’ y empecé. Estudié cinco años con Mederos y, con varios alumnos suyos, formamos Tangata Rea, orquesta con la que estuvimos de gira por todo el mundo hasta que dije ‘¿qué estoy haciendo de mi vida?... no quiero ser bandoneonista por el mundo, quiero ser actor’. Entonces colgué el bandoneón en el ropero”, cuenta, y revela su carácter inquieto.

El parate tanguero duró hasta que trabó contacto con Federico Mizrahi –otro de su estirpe– en la obra de teatro Tres mañanas, y ambos fundaron Demoliendo Tangos. “Es la fórmula ideal: café concert, más la música de Mizrahi y mis stand up tangueros”, define. En 2001, ambos trabaron relación con Guillermo Fernández en El Romance de Romeo y la Julieta, y los tres conformaron un sólido equipo de trabajo, que desembocó en Zarpando Tangos, el último programa por televisión abierto dedicado al género, y la obra para niños El tango es puro cuento. “Somos militantes tangueros y políticos también, sabemos que a Cristina no le gusta tanto el tango, pero vamos a hacer que se acerque un poco más”, dice, mientras anticipa lo que vendrá: un musical sobre la vida de Gardel, con 37 personajes en escena, entre ellos el mismo Fernández en el rol de Gardel y Longhi en el de Tito Lusiardo. “Es el proyecto más ambicioso que tenemos.” –Dado su doble rol, ¿nunca planeó adaptar la novela a un film o una obra de teatro?

–Sí. Como soy actor y pienso todo dramáticamente, la novela tiene acción desde el arranque. Soy un gran admirador de Osvaldo Soriano, y una de las cosas que me apasionaba de él, en No habrá más penas ni olvido, era su arranque vertiginoso. Vos no sabés quién está hablando y no importa, lo que importa es instalar el conflicto y el tema. Y esto me lo planteé premeditadamente en El Pulpo..., con esto quiero decir que mis personajes son actores actuando, porque siempre pienso una película, pero me sale en formato novela.

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“Nunca estuvo en mí la idea de ser bandoneonista hasta que un día dije: ‘¿Qué puedo estudiar raro?’.”
Imagen: Leandro Teysseire
 
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