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Sábado, 3 de mayo de 2014

MUSICA › HUGO FATTORUSO Y LEO MASLIAH PRESENTARAN HOY SU ESPECTACULO MONTEVIDEO AMBIGUO

Expresiones diferentes que confluyen

Mientras están embarcados en gran cantidad de proyectos por separado, los dos músicos uruguayos encontraron un tiempo para un concierto compartido, sugerido por dos productores, en el que habrá dos pianos y un recorrido de la historia de ambos.

 Por Cristian Vitale

Uno está con mil cosas a la vez. Un disco con Rey Tambor que se edita en agosto; una gira con Dos Orientales, el proyecto que comparte con el percusionista japonés Tomohiro Yahiro; conciertos previstos con Daniel Maza, Laura Canoura, Andrés Calamaro y Fernando Cabrera; y un retrohomenaje a los Shakers, programado para cerrar el año como una elipsis con sus orígenes. El otro anda hoy por otra de sus pasiones, el teatro: en Montevideo se acaba de estrenar El cartel, obra escrita y dirigida por él, que en la Argentina tiene otra puesta a cargo de Gabriel Wolf. Uno, Hugo Fattoruso, y el otro, Leo Maslíah, uruguayos ambos, se hicieron –pese a todo– el tiempo necesario para confluir por primera vez en un escenario, a través de un espectáculo que dieron en llamar Montevideo ambiguo. “Sin ser redundante ni escueta mi respuesta, creo que el nombre es explícito al máximo”, sentencia Fattoruso ante Página/12, en los días previos al recital que se plasmará hoy a las 21.30 en el Teatro Sha (Sarmiento 2255). “Lo pensé así porque ambos somos distintas expresiones de Montevideo. Además de las diferencias en cuanto a calidad, nuestros lenguajes musicales difieren mucho, por más que puedan tener cosas en común sobre las que apoyarse para tocar a dúo”, despliega y define con mayor precisión Maslíah. Y abre el juego.

La idea de “debutar” como dúo fue de ciertos productores en común. Ambos ya habían confluido parcialmente a principios de la década del ’90 del siglo pasado, cuando Fattoruso invitó a Maslíah a compartir un tema con él, y con su hermano Osvaldo, en el Teatro Solís de Montevideo. Después hubo otro encuentro, casi casual, en un festival en Chaco. “La verdad es que no soy de los que se mueren por tocar con los músicos que más admiran. Al contrario, pienso que si te gusta mucho lo que hace alguien, lo que tenés que hacer es sentarte a escucharlo, no ir ahí a molestar, y más cuando, como en este caso, se trata de un músico que está en un nivel tan superior. Pero los productores insistieron mucho y si Hugo quiso hacer esto, bueno, tengo que ir”, cuenta Maslíah sobre la insistencia de los ideólogos de la movida: Javier Celoria y Daniel González. “Ellos dieron la bandera, y aquí estamos”, se ríe Fattoruso, a punto de cumplir 72 años.

–¿La juntada es el comienzo de algo que va a tener una continuidad en el tiempo o queda acá?

Leo Maslíah: –No sé. Pienso que si después lo seguimos vamos a poder afianzarlo más y generar nuevas cosas. Pero como Hugo está en muchos proyectos y yo también, hay que ver si es viable.

Hugo Fattoruso: –¡Ojalá! Hay planes obvios de tocar este show en diferentes ciudades de la Argentina, pero vamos a ver qué pasa.

En lo que no hay acuerdo es en las circunstancias en que se conocieron. Fattoruso cree que el primer encuentro cara a cara fue en el estudio La Batuta. “Pudo ser ahí, pero cómo y dónde fuere, siendo montevideanos la cosa se hizo fácil”, se ríe el Shakers, mientras que para Maslíah, la primera secuencia juntos fue en 1986, durante en un festival en el velódromo de Montevideo. “Igual, obviamente, lo conocía desde siempre. Lo tenía escuchado en varias de sus facetas desde los años ’60, porque cerca de donde yo vivía cuando tenía 12 o 13 años había una heladería con una rockola y lo que más me gustaba de lo que había para poner ahí eran unas canciones de Los Shakers”, evoca el músico, actor y humorista. “Pero lo gracioso –o triste, según cómo se quiera tomar– es que varias de esas cosas las escuché sin saber que era el mismo tipo el que estaba tocando, arreglando o componiendo”, se ríe Maslíah.

–Hubo tiempo para saberlo, de todas formas.

L. M.: –Claro. Una vez mi primo me había copiado grabaciones de Airto Moreira; años después, escuchando con otro amigo no me acuerdo si un disco de Hugo o de Opa, le digo “me hace acordar a Airto Moreira” y él me contestó algo como “pero claro, zapallo, si es Hugo el que tocaba también ahí” (risas). También demoré en enterarme de que era uno de Los Shakers. Es que yo en aquellas épocas me sabía los nombres de muchas decenas de intérpretes de música clásica, pero no tenía mucha idea de lo que pasaba en otros campos ni de quiénes eran los que tocaban y componían. Creo que cuando salió el disco Varios nombres fue que empecé a seguir a Hugo de manera más consciente y consecuente. Fui a muchos conciertos, de él solo, o de los Pusilánimes, de Opa o del trío Fattoruso.

–¿Aprobó, para su gusto?

L. M.: –Pienso que es uno de los mejores músicos de las últimas décadas, como compositor y como intérprete. También es uno de los más “gauchos”, porque siempre apareció tocando en grabaciones o en vivo con cantidad de músicos muy poco “conocidos”. Su influencia en mi “carrera” –en rigor, yo no tengo carrera, pero digamos actividad– va más allá de lo musical. A fines de los ’90, una vez me llamó por teléfono y me preguntó si podía ir a la casa porque quería que un productor norteamericano de discos, que estaba ahí, me escuchara tocar el piano. Fui y gracias a eso surgió el disco Eslabones, que sacó ese productor con su sello Big World en Nueva York. Es algo que me genera una infinita gratitud; creo que ese disco es lo mejor que hice y además Hugo fue a supervisar la etapa de mezclas –dice Maslíah, al borde de los 60 años y con unos cuarenta discos en su haber, desde aquel Cansiones barias, de 1980, hasta el reciente Música no alineada.

–¿Qué le devuelve, Hugo, ya que están de floreo?

H. F.: –(Risas) Soy muy fan de Leo, de su parte histriónica y de su parte musical. Y como instrumentista... ¡un monstruo!

Ambos prefieren mantener en estado de sorpresa lo que ocurrirá en el concierto. Sólo se habla de dos pianos y un set que alternará momentos solistas, y momentos de piano “a cuatro manos”, con temas de todos los tiempos enmarcados, claro, en la uruguayidad musical. “Cualquier área del planeta va a reflejar en los locales un poco de lo que se da”, sugiere el shaker mágico, mientras Maslíah intenta ampliar el concepto. “Creo que no se puede ver a la ‘uruguayidad musical’ como un todo. Creo, más bien, que se da que la calidad musical es inversamente proporcional a la cantidad de gente que escucha o se interesa por las distintas músicas”, define el músico y actor, con su estilo inconfundible.

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“Somos distintas expresiones de Montevideo”, afirman Hugo Fattoruso y Leo Maslíah.
 
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