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Miércoles, 3 de diciembre de 2014

MUSICA › THURSTON MOORE PRESENTARá THE BEST DAY EL DOMINGO EN VORTERIX

“Me pareció que era importante expresar una energía positiva”

El ¿ex? líder de Sonic Youth se mudó a Londres tras su divorcio y el parate de la banda y allí concibió las canciones de su nuevo álbum. “Sentí que mi responsabilidad era expresar algo que tuviera más que ver con la idea del placer”, afirma.

 Por Roque Casciero

En los ‘80, Thurston Moore estiró los límites de la guitarra eléctrica en el contexto del rock y, por lo tanto, del rock mismo. Junto a Lee Ranaldo, constituyó la dupla que trasladó las experimentaciones del noise a canciones de forma más “convencional”, con afinaciones alternativas, guitarras con menos cuerdas, con palos de batería atravesados y hasta atacadas con diversos objetos. Sonic Youth, la banda que Moore lideró durante treinta años, fue influencia crucial para el rock que se cocinó en los colleges norteamericanos mientras la tevé pasaba bandas brillosas como el neón. Ejemplo: Nirvana no hubiera logrado su impacto sin sus amigos de Sonic Youth, que se los habían llevado de teloneros justo cuando explotó Nevermind. La banda llegó a Buenos Aires dos veces, en 2000 y 2011, pero la segunda tuvo un agregado que hizo que verla fuera imperioso: poco tiempo antes se había conocido la noticia de que Moore y su esposa Kim Gordon (cantante, bajista y guitarrista de SY) iban a divorciarse, por lo que podía especularse con el parate que sigue hasta hoy. Moore volvió, ya como solista, con su disco anterior, Demolished Thoughts, y regresará este domingo 7 para presentar The Best Day, un trabajo en el que se acerca –con excelentes resultados– al sonido de su vieja banda, aunque con una frescura que se le extrañaba. En Vorterix lo acompañarán los músicos que grabaron el álbum: el baterista Steve Shelley (Sonic Youth), la bajista Deb Googe (My Bloody Valentine) y el guitarrista James Sedwards.

Después del divorcio y con el parate de la banda, Moore cambió Nueva York por Londres, donde vive con su actual pareja, y allí compuso las canciones de The Best Day. Sin embargo, la comunicación con Página/12 es desde Connecticut, Estados Unidos, donde vive la madre del cantante y guitarrista. “Viajo tanto que a veces no siento que tenga un hogar. Pero tengo un departamento en Londres donde tengo mis discos, mis libros y mi cama”, se ríe. “Ayer tuvimos la celebración del Día de Acción de Gracias y se juntó toda la familia. Hace mucho frío y veo la nieve apilada afuera, así que no veo la hora de ir para Sudamérica y ponerme el bikini”, suelta entre risas.

–Debe quedarle muy bonita.

–Claro, solamente tengo 56 años, así que...

–Mencionó que en Londres tiene todos sus discos y sus libros...

–(Interrumpe.) ¡No todos! Sólo son los que compré en los últimos dos años... que igual son un montón, porque estoy loco: me lo paso comprando libros y discos. Es una adicción muy difícil de dejar.

–Una de las canciones del disco se llama “Tape”, pero parece más que un tributo al cassette.

–Sí, definitivamente alude a la idea de comunicación, a cómo la gente se comunica con los demás a través de la expresión, el arte, la música. Tiene que ver con cómo nos ayudamos unos a otros a sobrevivir el día a día. Además, el hecho de la cinta girando y enrollándose en el cassette tiene una cosa física medio sensual. Todas esas ideas aparecen en la canción. Me encantó esa letra, que es del poeta transexual Radieux Radio. Hace unos cuantos años edité un libro acerca de la cultura del mixtape, así que el cassette es algo que me interesa, pero además la letra tiene muchas alegorías que me atrajeron.

–Tres de las letras del disco son de Radieux Radio. ¿Eran poemas que usted decidió musicalizar?

–Me puse en contacto porque estuve haciendo algunas cosas relacionadas con la poesía: algunas publicaciones, algunas lecturas... Vi algo de su trabajo y le pregunté si podía usarlo como letras. Y las improvisé como canciones acústicas. La de “Detonation” surgió cuando hablamos sobre nuestra fascinación con el activismo radicalizado en Londres a principios de los ’70, que involucró a poetas y escritores. La grabé primero para un simple de vinilo que salió a principios de año para un pequeñísimo sello londinense, es una versión levemente diferente de la que está en el disco.

–El comienzo de “Detonation” recuerda un poco a The Clash.

–Sí... La letra tiene bastante de eso, aunque musicalmente tiene algo más entre no wave y punk rock. The Clash siempre tuvo un poco más de reggae, pero entiendo a qué se refiere. Nunca conocí a los integrantes de The Clash... Mi única conexión fue en los ’80, una vez que estaba tocando con Lydia Lunch en un escenario y Joe Strummer estaba parado entre el público gritándonos “¡Boludeces! ¡Boludeces!” (carcajadas).

–Más allá de eso, ¿le gusta The Clash?

–Sí, está ok, es difícil que no te guste The Clash... Conozco gente que odia a la banda y otra que la ama más que nada, y yo voy y vuelvo... Cuando ellos vinieron a Estados Unidos por primera vez y tocaron en Nueva York, yo estuve ahí y fue uno de los conciertos más excitantes e increíbles de principio a fin que haya visto. Realmente incitó y cambió a la escena neoyorquina, todos sentimos que necesitábamos tocar a ese nivel de espíritu y energía porque estaba tan fuera de control que era fantástico. Eso es interesante, porque los Clash siempre hablaron de la primera visita de Los Ramones a Londres, cuando tocaron en el Roundhouse, y decían que esperaban a un puñado de junkies neoyorquinos. Pero se encontraron con esta banda de rock de precisión casi militar, en la que ni un segundo era desperdiciado sobre el escenario, y eso fue lo que los encendió. Bueno, los Clash lo llevaron de regreso a Nueva York en 1977 y nos rompieron la cabeza. Lo recuerdo como un show fantástico, fabuloso. Los vi un año más tarde y ya no fue tan excitante... De hecho, fue medio aburrido (risas). Pero había pasado tanto en medio... Entre 1976 y 1979 las cosas sucedían con una tasa de excitación muy alta: nuevas ideas, bandas, diferentes personalidades... De un año al otro había demasiada información, demasiado avance: lo que un año era excitante, dejaba de serlo al siguiente, y había algo nuevo reemplazándolo. Así fue como Sonic Youth apareció en 1980: salimos de esa tempestad.

–La no wave, que resultó crucial como influencia para la formación de Sonic Youth, sólo duró un año: 1978.

–¡Sí! Así era entonces... Quizás es cuestión de edad, porque en cierto momento de tu vida te pasan estas cosas, pero creo que en ese momento hubo un corrimiento bastante trascendental, un verdadero cambio. Fue un momento de conquista: de eso se trató. Pero no sólo de conquistar un aspecto de la cultura que sentíamos que nos pertenecía, sino también de crear una nueva subcultura, una cultura alternativa que coexistiera con el mainstream, que eran la música disco, la new wave y el country rock. Estaba la idea de “volver al campo”, eso de sacarse los zapatos, dejarte crecer el pelo y escribir canciones como las de Crosby Stills & Nash. A nosotros no nos interesaba eso: queríamos estar en la plataforma del subte y hacer mucho ruido, como Patti Smith o el hip hop. Era un gran momento para tener 19 años, que es la edad que yo tenía en 1977...

–Usted decidió titular The Best Day al álbum cuando encontró la foto que puso en la tapa, en la que su madre está en un lago con su perro. ¿Por qué era “el mejor día”? ¿Existe tal cosa?

–Me pareció importante expresar energía positiva, sabiendo que todos tenemos días mejores que otros. La vida no es simple e incluso gente con mucho dinero tiene problemas con sus propias emociones, sus relaciones y su psicología. Cuando vi esa foto, vi a una mujer que vivió durante la Segunda Guerra Mundial, que fue un momento extremadamente horroroso, pero ella estaba en un lugar seguro y con su mejor amigo, su perro, mirando a la cámara, al lente del hombre del que estaba enamorada. Eso era todo: era un momento muy simple, de real balance y dicha. Para mí, allí es donde está el poder, la energía, y enfocarme en eso me pareció un pensamiento interesante, en lugar de expresar cualquier clase de ira. Me gusta que Johnny Rotten haya escrito un libro llamado Anger is an energy porque de hecho es así, la ira es una energía que puede ser muy constructiva... y destructiva. Pero sentí que había demasiado de eso y que mi responsabilidad era expresar algo que tuviera más que ver con la idea del placer. No creo que el disco sea enteramente sobre ese sentimiento, porque contiene diferentes ideas sobre la melancolía, pero tiene que ver con eso que dijo Jimi Hendrix: “Con el poder del amor, todo es posible”. Quizá suene a ideal hippie, pero para mí es más un ideal humanitario.

–¿Qué dijo su madre sobre estar en la tapa de su disco?

–¡Le encantó! No tenía ni idea hasta que la vio y pegó un grito. Pudo darnos muchos detalles sobre las fotos... (en el librito hay una foto de los dos padres de Moore). Creo que se sintió honrada y feliz de estar en el disco. Tiene 86 y somos amigos muy cercanos, ella y yo.

–Usted ha asumido que todo lo que haga va a tener algo de Sonic Youth, pero este disco en particular tiene bastante de la banda y de su primer álbum solista, Psychic Hearts. ¿Cuánta influencia puede tener que el baterista sea el mismo, Steve Shelley?

–Posiblemente el hecho de que esté él lo haga sonar más como Sonic Youth. Pero los otros discos solistas fueron hechos mientras Sonic Youth todavía funcionaba como banda, entonces probablemente me haya centrado en alejarme de ese sonido a propósito. Quizá con este disco no sentí esa necesidad. Compuse estas canciones del modo en el que las hubiera compuesto para presentárselas a Sonic Youth si estuviera en actividad, así que debe ser por eso. Igualmente, nunca va a terminar de sonar a Sonic Youth, porque no están Lee ni Kim. A lo sumo, suena a un aspecto de Sonic Youth. Porque eso es lo que somos Steve y yo.

–Como fan de la música, usted ha leído toneladas de revistas de rock y ha lidiado con la prensa durante años. ¿Lo sorprendió cómo de repente blogs y revistas lo culparan de su divorcio y de cosas que deberían haber quedado en la esfera privada?

–La verdad, no le presté demasiada atención. En su mayoría, se trató de comentarios de gente que no tiene mucho en lo que pensar (risas). Medio me lo esperaba, pero no es que me quite el sueño. Sé cuál es la verdad y me mantengo fiel a mí mismo como persona y como artista, y tengo mis responsabilidades. Mi vida privada no tiene nada que ver con nadie excepto conmigo y mi familia. Sé que soy una persona conocida en una banda, entonces esa información pasa a tener una especie de valor de celebridad, pero no me importa: no me afecta ni me influye. No lo combato porque es una batalla que no puede ganarse, pero no significa nada para mí. Mi decisión es no tener nada que ver con gente que use su tiempo para hacer eso. La mayoría de la gente es muy respetuosa y comprensiva, entiende las debilidades del otro, así que al resto no le presto atención.

–Y no cree que esta atención indeseada pueda haber afectado su música.

–No, no me afecta a mí, así que no afecta mi creación. Mi creatividad no tiene nada que ver con esta “atención indeseada” (se ríe). Es un buen nombre para una canción: “Unwanted attention”.

–¿Y no influyó en que usted dejara su país?

–Oh, no, nunca dejé mi país. Soy ciudadano norteamericano y Nueva York es y será siempre mi hogar. Ahora estoy “ubicado” en Londres, donde tengo muchos amigos y mucha historia... Sonic Youth siempre tuvo una gran conexión con Londres. No siento que haya huido de nada. Vivo en Londres porque ahí es donde vive la mujer que amo, entonces ahí quiero estar. Eso me permite investigar la belleza que es esa ciudad y también llegar al resto de Europa en dos horas. Puedo hacer un show de noise en París sin que me cueste tanto.

–En varias entrevistas usted manifestó que sintió que el público había “decodificado” a Sonic Youth durante los últimos años de la banda. ¿Le pasa lo mismo con su trabajo solista?

–Es un poco diferente. En los últimos dos tours de Sonic Youth se sentía todo medio complaciente: no importaba qué tan lejos lleváramos, la gente pensaba que siempre íbamos a estar. Y de repente anunciamos que íbamos a parar, se creó una especie de shock... Ahora, cuando toco la gente siente curiosidad por lo que hago y lo único que me queda es presentar esto, que creo que es muy sólido. El grupo que tengo es muy fuerte en vivo. Voy a continuar haciendo música y espero poder llegar a la gente que siempre apoyó a Sonic Youth. Pero no es que estoy tratando de venderme, porque creo que la gente sabe quién soy como artista. He sido bastante modesto en cuanto a mi modo de presentarme, no es que estoy parado en el techo de un edificio moviendo los brazos con bengalas en los puños: “¡Ey, mírenme, dejen de mirar a Taylor Swift y dénme bola!”

–Tal vez debería considerar ponerse el bikini, en ese caso...

–Claro, quizá cuando ande por la calle en bikini logre llamar un poco más la atención.

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Thurston Moore junto a su banda actual: Deb Googe, Steve Shelley y James Sedwards.
 
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