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Martes, 10 de febrero de 2015

MUSICA › EL PIANISTA, COMPOSITOR Y DIRECTOR OSVALDO BERLINGIERI FALLECIó AYER, A LOS 86 AñOS

Adiós a un incansable embajador del 2x4

Fue parte de la orquesta de Aníbal Troilo, tocó junto a Ernesto Baffa, Roberto Goyeneche y Leopoldo Federico, y formó parte de aquel hito que abrió las puertas del 2x4 al mundo: Tango argentino. Pasó sus últimos años en plena actividad, junto a músicos jóvenes.

 Por Karina Micheletto

Ayer, unos días antes de cumplir 87 años, murió el pianista, compositor y director Osvaldo Berlingieri, figura destacada del tango argentino. Su trayectoria musical es recordada por su paso por orquestas como la de Aníbal Troilo, con quien tocó durante una década; por su trabajo junto a Ernesto Baffa y Roberto Goyeneche, o con Leopoldo Federico y Fernando Cabarcos; o por su participación en aquel hito que abrió las puertas del tango al mundo: Tango argentino. Pero también por la intensa actividad que continuó hasta sus últimos años, tanto en la Argentina como en giras por Europa y Japón.

Nacido en Haedo, provincia de Buenos Aires, el 20 de febrero de 1928, Berlingieri contaba que su debut musical había sido en el cabaret Charleston, de La Boca, y que para disimular sus escasos 15 años se había pintado bigotes con el rímel de su tía. Por fuera del tango, integró conjuntos de música tropical como Los Estudiantes, “para poder improvisar”, algo que en el género le estaba vedado. Fue también pianista y director artístico de figuras como Libertad Lamarque o Nati Mistral, a quien acompañó radicándose temporalmente en México. Con Tango argentino, la compañía que en los ’80 hizo explotar el tango en el mundo, siguió viajando durante ocho años, junto a José Libertella, Juan Carlos Copes, María Nieves y Raúl Lavié, entre otros. Anthony Hopkins, Liza Minnelli y Lady Di fueron algunos de los que pidieron sacarse fotos con él en aquel éxito –y no al revés, aclaraba él–, según atestiguaba una vitrina en su estudio del barrio de Congreso. Quedaba en el departamento contiguo que compartía con su esposa Leda Verdini, a quien había conocido en un barco (ella viajaba desde su Italia natal, él volvía de una actuación en Bagdad) más de sesenta años atrás.

Pasó sus últimos años en plena actividad junto a jóvenes y talentosos artistas como Daniel Falasca, Pablo Agri, Christian Zárate y Horacio Romo, con los que, aseguraba, se llevaba mucho mejor que con los músicos de su generación. “Estos muchachos tienen otros códigos, que no los tengo yo. Pero ellos saben los códigos míos, la forma de ser de los músicos de mi época. Y manejan los dos códigos, por eso me llevo fenómeno”, advertía. Con ellos tenía un cuarteto que el año pasado inauguró el Festival de Tango, en una presentación en la que Berlingieri sólo pudo tocar los últimos temas. En 2004 había sido convocado por Gustavo Santaolalla para integrar el seleccionado de estrellas tangueras que fue Café de los maestros. En sus últimos años, y en las temporadas en que la salud se lo permitió, cumplió giras por Europa y Japón, donde seguía tocando con regularidad.

“Si me preguntan cuál fue el momento más feliz de mi carrera, les digo sin dudar cuando me llamaron para ir a la orquesta del Gordo”, decía a esta cronista en un repaso de tan intenso recorrido artístico y de vida. “Me fueron a buscar a Bolivia, donde yo andaba tocando música tropical con un señor que se llamaba Dante Leone”, recordaba. “Troilo fue lo más dulce que me pasó en mi vida”, decía también sin dudar. “El Gordo era una cosa aparte, no era de este mundo. Lo adoraba. Fuimos muy amigos, hasta me hizo el casamiento. Pero nunca lo tuteé. Jamás. Y él a mí tampoco. Eso sí: sabía lo que quería y lo marcaba, no era ningún tonto. Con los arregladores tenía cada problema... Yo arreglé muy poco para su orquesta, porque quería ser más amigo que arreglador suyo. Uy, cuando agarraba la goma... Pero borraba la verdad; borraba lo que no servía.”

Berlingieri debutó en la orquesta de Troilo grabando “Lo que vendrá”, de Astor Piazzolla. Recordaba el pianista sobre aquel trabajo: “Agarró la goma y empezó: acá, acá... No quedó nada. Pero lo que borró, estaba bien borrado”.

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Berlingieri contaba que su debut musical había sido en el cabaret Charleston, de La Boca.
Imagen: Joaquin Salguero
 
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