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Domingo, 17 de mayo de 2015

MUSICA › MACACO PRESENTARA HISTORIAS TATTOOADAS, ESTA NOCHE, EN LA TRASTIENDA

“Quiero jugar a la canción popular”

El cantautor barcelonés se dio a conocer por su sonido mestizo, pero en su flamante álbum tuvo como referencias a Dylan y Sabina. “Estoy en un momento bonito y cómodo debido a que es muy moderno un tío que hace folk, electrónica y reggae al mismo tiempo”, dice.

 Por Yumber Vera Rojas

Macaco regresa a los escenarios porteños, tras abrir ayer el show de Los Fabulosos Cadillacs en Santiago de Chile. “Es un placer tocar con ellos o para ellos porque soy todo terreno”, afirma Daniel Carbonell, el artista detrás del alter ego, mientras disfruta del sol en una terraza del barrio de Palermo, antes de cruzar la Cordillera. “Los Cadillacs son un referente para mí, es un grupo que escucho desde que soy chico. La mezcla del reggae con esa impronta tanguera me impresionó mucho, al igual que el zurdo de ‘Matador’, que fue influyente en mi música. Además, Calaveras y diablitos es un disco que me encanta.” Esta noche, a las 21, en La Trastienda (Balcarce 460), el cantautor español presentará su más reciente álbum, Historias tattooadas, con el que espera arraigarse entre el público argentino. “No toco ni para el sofisticado ni para el hippie, porque eso es un bluf. Ahora estoy en un momento muy bonito y cómodo debido a que es muy moderno un tío que hace folk, electrónica y reggae al mismo tiempo. Y es que yo estoy en la cosa de la canción.”

El octavo disco del barcelonés también le servirá para demostrar, al menos en esta orilla del Atlántico, que poco y nada tiene que ver con el imaginario sonoro mestizo de Manu Chao, con el que se le suele vincular. “No me siento cercano. Manu Chao es un músico quince años mayor que yo y de una escuela totalmente diferente a la mía. Lo conocí cuando vivía en un squat en el que convivía con gente de diferentes lugares”, explica Macaco, quien se inició en la faena musical tocando en las calles de la Ciudad Condal. “El es un artista francés que mamó de la música latina, de la mediterránea y de la rumba catalana, que tiene en el argentino Gato Pérez, que aquí pocos lo conocen, a su gran renovador. Si bien coincidimos en eso, entre mis referencias están igualmente Jorge Drexler, con quien colaboré, y el reggae. Narrativamente tampoco tengo nada que ver con él. Jamás utilizaría un lenguaje como el del señor Manu Chao. Hoy me siento más próximo a Joaquín Sabina o a Bob Dylan, aunque me gustan los estribillos.”

–¿Dylan y Sabina fueron inspiración para este disco?

–Mucho. Dentro de lo que es Macaco, puedes hacer giros estilísticos fuertes. Hay muchos artistas que se suben a la corriente de moda, pero soy súper Bowie en ese sentido. Me interesa más cuando dentro de tu universo te pones unas reglas. Quiero jugar a la canción popular.

–¿Y cómo surgió la necesidad de afinar su veta cancionera?

–Me considero un cronista del sentimiento colectivo, que se planteó en esta ocasión una serie de preguntas acerca de situaciones que suceden tanto en Latinoamérica como en España. Pero no soy un solo color al momento de hacer canciones. Un día te divertirás en una fiesta de electrónica, otro te enamorarás y también llorarás. A todos nos pasa. Así que me entusiasmó la idea de componer temas de amor similares a los de la vieja escuela, con melodías retro, y ahí encontré el equilibrio en esas “historias tattooadas”. Y me situó donde quería estar: ni aquí ni allá, sino en el medio.

–Si bien la reflexión forma parte de su ADN musical, lo que no fue una excepción en este caso, ¿no cree que sus planteos son utópicos en esta época?

–Confío en los jóvenes, en las personas que llevan adelante propuestas como el Movimiento Slow, porque tienen ganas de cambiar su entorno. Pero sé que llevarlo a la práctica es complicado.

–¿Tiene cuidado de no caer en el panfleto?

–La letra tiene que hablar por sí sola. En los discos anteriores hay muchos mensajes y la idea era vivir el presente, ver el vaso medio lleno. Como dijo Dylan: “Puedes tener la razón un rato, e incluso un rato más, pero nadie la tiene todo el tiempo”. Yo simplemente expongo un montón de cosas y las digo porque las siento.

–Pese a que Historias tattooadas mantiene el sello mestizo de Macaco, este trabajo es aún más cosmopolita. ¿Era lo que buscaba?

–Cuando comenzamos con la producción del disco, imaginé una banda llevada por un viejito cuyo nieto le enseñaba a tocar estilos que no conocía. Así que pensé en un instrumento que resumiera un montón de puentes sonoros. Es una mezcla entre la bandola mediterránea, el charango, el tres cubano, el cuarto puertorriqueño, y la jarana mexicana. Y lo improvisamos con una guitarra hecha polvo.

–Si en El murmullo del fuego (2012), su disco anterior, la introducción estuvo a cargo de José Saramago, en esta ocasión llamó a su madre para que la realizara. Pero no es la única pariente a la que invitó para esta producción. ¿Deseaba un “álbum familiar”?

–Se fue dando. La introducción me gusta, pues es la persona que abre la puerta y le pide a los invitados que pasen. Es un momento muy importante. Pero considerando que son historias mías y que colaboré con mucha gente, pensé en mamá. Y fue emocionante, aparte porque falleció mi padre el año pasado, así que quería contenerla de alguna manera. Luego están mis sobrinas, mi novia, y su hermana. Nos la pasamos bien.

–¿A quién votará en las elecciones presidenciales españolas de diciembre?

–De entrada, no me creo a ninguno. La estructura no funciona porque me parece que el de político debe ser un trabajo vocacional. Yo tiraré por alguien que piense en el tema social, que haga un equilibrio y que no te quiera bipolarizar.

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“Me considero un cronista del sentimiento colectivo”, afirma Daniel Carbonell, alias Macaco.
 
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