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Miércoles, 6 de septiembre de 2006

MUSICA › VUELVE LALO SCHIFRIN

Los sonidos de una misión muy posible

Formado como compositor con Juan Carlos Paz y Oliver Messiaen y como pianista con Enrique Barenboim, el autor de la célebre música de Misión imposible dirigirá hoy a la Filarmónica junto a solistas y un ballet.

 Por Diego Fischerman

Su nombre aparece asociado a varios comienzos. El del jazz moderno en Argentina, desde ya, pero también la primera grabación de Piazzolla dedicada enteramente a tangos propios, en París, en 1955, donde tocó piano junto a una orquesta de cuerdas y, mucho después, como director al frente de la Sinfónica de St. Luke, el primer registro del Concierto para bandoneón y orquesta del marplatense. Lalo Schifrin, estudiante de piano con Enrique Barenboim (padre y primer maestro de Daniel) y de composición con Juan Carlos Paz, fue además becario en la cátedra de Olivier Messiaen, alumno de orquestación del director Georges Pretre (un discípulo de Ravel), compositor de algunos experimentos sumamente interesantes, en las fronteras entre el jazz y la música contemporánea –lo que en ese entonces, mediados de la década de 1960, se llamaba tercera corriente– y pianista y arreglador de Dizzy Gillespie. Y, por supuesto, es el autor de ese infeccioso tema en cinco tiempos que, desde que acompañó la serie televisiva Misión imposible, se convirtió en el máximo de sus hits.

Ausente del país desde hace décadas, Schifrin volvió varias veces para comandar proyectos en los que el paso por sus éxitos para el cine y la televisión siempre resultó un paso obligado. A veces con grandes orquestas y en ocasiones en formatos más reducidos, ese tránsito por las bandas sonoras de Misión imposible o Mannix se alternaba con homenajes a grandes compositores del jazz o a su viejo compañero de rutas parisinas, Astor Piazzolla. Hoy, con 74 años cumplidos el último 21 de junio, estará nuevamente en su ciudad natal para conducir la Orquesta Filarmónica, al guitarrista Víctor Villadangos, al bandoneonista Néstor Marconi y a un grupo de solistas de jazz –el trompetista Juan Cruz de Urquiza, el contrabajista Jerónimo Carmona y el baterista Oscar Giunta– en un concierto en el Luna Park, organizado por la emisora Amadeus 103.7, una FM dedicada a la música clásica y perteneciente a Radio 10. El programa incluirá Jazz & Blues Symphonic Variations y Sinfonía Concertante para guitarra y orquesta, de Schifrin, la Suite del ballet Estancia, de Alberto Ginastera, y Bolero, de Maurice Ravel, con participación de ballet y coreografía de Oscar Araiz y vestuario de Renata Schussheim. También habrá, por supuesto, varios de los temas más populares del director y compositor, la Suite de la música de Operación Dragón, Tango del atardecer (de la película Tango, de Carlos Saura), The Fox (nominada al Oscar como Mejor Banda de Sonido) y, claro, Mi- ssion: Impossible.

Hijo de un violinista y acostumbrado a que en su casa se tocara música de cámara, Schifrin dijo, al llegar a Buenos Aires, que “en ese entonces había pocos discos; cuando era chico me encantaba la música de las películas, que estaba escrita por grandes compositores, y para escucharla había que ver las películas, así que yo veía quince o veinte veces cada una, en los cines de la calle Lavalle. A muchos de esos compositores los conocí más adelante, cuando estuve en Hollywood, y uno de ellos me dijo algo que todavía hoy me parece una gran enseñanza: ‘No hay músicos de cine; hay músicos. Y cuando el músico es bueno, la música de la película es buena’”. El pianista y compositor afirmó que “el concierto reflejará las tres actividades a las que me he dedicado en mi vida, la de compositor de obras de concierto, la de autor de música para películas y la de músico de jazz. Decidimos hacer un concierto así para que pudiera trazarse una especie de horizonte y perspectiva de todas esas actividades. Será un concierto ecléctico pero, en mi caso, referirse al eclecticismo no es ningún insulto ni menosprecio. Al contrario, eso se debe a que desde pequeño comencé a seguir mis intuiciones y mis vocaciones y a ahondar en todo lo que me llamaba la atención”.

Sus comienzos en el jazz profesional que, según él, Olivier Messiaen estaba lejos de aprobar, tuvieron lugar en 1957, cuando volvió de París. En ese entonces fundó una recordada orquesta de 18 músicos cuyo estilo estaba muy influido por Count Basie y en la que revistaban solistas comoel Gato Barbieri, Arturo Schneider –que más adelante fue flautista y saxofonista de Piazzolla–, Horacio Malvicino –otro que tocaría con el bandoneonista– y el trombonista luego devenido comediante televisivo Eddie Pequenino. Durante la gira de Gillespie por Argentina, el trompetista escuchó a Schifrin y le propuso tocar con él. “Pensé que era una broma –comentó el pianista–, pero al poco tiempo recibí los pasajes.” Con obras compuestas para el saxofonista Cannonball Adderley, una extraordinaria grabación con Gillespie –An Electrifying Evening with the Dizzy Gillespie Quintet, de 1961– y algún disco compartido con Stan Getz –Rainy Afternoons, de 1978–, Schifrin se radicó definitivamente en Los Angeles en 1964. Postulado seis veces al Oscar y nominado en catorce oportunidades al Grammy, su primer reconocimiento por una banda de sonido fue por la que realizó en 1957 para El jefe, de Héctor Olivera. Autor de las músicas de Bullit y Dirty Harry, entre muchas otras, en una conversación con Página/12 aseguró una vez que “la gran inspiración fue, para mí, Piazzolla. Más allá de que después nos hicimos amigos y de que yo toqué en París con él porque me dijo que su tango necesitaba swing, yo lo escuchaba desde la época en que iba al Nacional de Buenos Aires y él tocaba con su orquesta. Allí se integraban distintas maneras de hacer música y eso era lo mío”.

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Lalo Schifrin se presenta hoy en el Luna Park.
 
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