A cinco meses de que en el Luna Park se levante el telón de la primera función de Sep7timo, Día - No descansaré, el espectáculo del Cirque du Soleil inspirado en la música y la historia de Soda Stereo, el Movistar Fri Music le dedicó el pasado sábado, en Figueroa Alcorta y La Pampa, su capítulo más ambicioso al trío. Se confirmó la profundización del culto que gira en torno a la banda, a partir de la muerte de Gustavo Cerati. Esto se hizo sentir en el predio, donde desde las primeras horas de la tarde banderas y remeras alusivas al frontman se mezclaban con las de su banda. Y en muchos casos, quienes las lucían no aparentaban la edad suficiente como para haberlos visto en vivo, si se considera que en 2017 se cumplirá una década de su última gira, Me verás volver. 
La propuesta del evento era la siguiente: 33 artistas, distribuidos en tres escenarios (el Signos y el Zoom eran los principales, mientras que el Primavera era el más alternativo), tenían alrededor de media hora para alternar su repertorio con covers de Soda. Curiosamente la excepción la estableció el hijo de Gustavo, Benito, quien, junto a su laboratorio sonoro Zero Kills decidió recrear un temazo de la obra solista de su padre, “Perdonar es divino”, incluido en el disco Bocanada (1999). Aunque previamente lo justificó: “Sé que vinieron a ver a Soda, pero me voy a tomar el atrevimiento de hacer algo distinto”. Antes del hijo de Cerati, cuyo show se produjo en el ocaso de una tarde iluminada por un sol cómplice e impecable, habían destacado las performances de Massacre, que, amén de desenfundar “Prófugos” y “Primavera cero”, invitó a un coro gospel para un par de temas propios, al igual que Leo García, Olímpica, Indios y Banda de Turistas, que despacharon una versión muy a su impronta pop, dance y lisérgica de “Zoom”. 
Carla Morrison, además de hacer “Té para tres”, aprovechó la vitrina para introducir los temas de su nuevo disco, el onírico Amor supremo, e incluso para presentarse ante un público que no la conocía. La mexicana, al tiempo que la grilla reunía a tres generaciones de artistas argentinos, fue uno de los actos internacionales que integró esta edición del Movistar Fri Music, donde también intervinieron sus compatriotas de Café Tacvba, el colombiano Juanes, el chileno Alex Anwandter, el peruano Toño Jáuregui y el guitarrista boricua Carlos Alomar (ver nota aparte).  
Y es que Soda Stereo es universal. Por eso los actores de Cirque du Soleil se acercaron al predio para entender la reacción que la agrupación provoca entre la audiencia. Pero nadie les habló de Richard Coleman, uno de los pocos artistas de los alocados y modernos ochenta que supo reinventarse. Brindó uno de los mejores sets de la tarde. Comenzó con una versión acústica de “Estoy azulado”, a la que presentó con la anécdota de cómo la compuso con Cerati, y que cerró con un “Gracias, Gus”. Coleman convocó a Leandro Fresco para hacer “Toma la ruta”. Si a ese dúo se le suma Gonzalo Córdoba, actual guitarrista del ex Los Siete Delfines, y a Fernando Samalea, que tocó la batería en la respetuosa revisita de Illya Kuryaki and the Valderramas a “Ella usó mi cabeza como un revólver”, entonces la cuenta da que hizo acto de presencia la última formación de Cerati. 
¿Qué pasaba con el resto de los Soda? Si bien Zeta dijo presente, y hasta se lo vio al ingeniero de sonido histórico de Soda, Adrián Taverna, dando vueltas por el festival, nunca se supo nada ni de Charly Alberti ni de Tweety González. Muy extraño. No tanto como el show de Kuryaki, que, a pesar de que confirmó que es el camión sin frenos del groove rioplatense, se abocó más a mechar sus clásicos con su más reciente álbum, L.H.O.N, que a cumplir con la consigna del show. Lo que sí hizo al pie de la letra Kevin Johansen, y hasta se excedió en dedicación. Al punto de que, junto a Coleman, fue lo mejor del Movistar Fri Music. 
A continuación, uno de los momentos más esperados: el único Soda del programa en el escenario. Pese a que agradeció por el apoyo al grupo del que fue bajista, Zeta no se subió a la nostalgia y le dio play al repertorio de Opera Galaxy, disco debut de su laboratorio electrónico, Shoot the Radio, que tuvo como invitados a Gillespi, Coleman y Alomar. Llegó Juanes, que alternó hits como “A Dios le pido” y la “Camisa negra” con “Cuando pase el temblor” y la ya mentada “Zoom”, y luego apareció Café Tacvba. Durante una hora, el cuarteto de Ciudad Satélite desbordó más carisma que sustancia, pues presentó el mismo show de siempre, al tiempo que tocó “Juego de seducción” y cerró la fiesta con “De música ligera”, en la que se armó una especie de “We Are the World” con los otros artistas que participaron. Pero esta vez, por fortuna, no apelaron al lugar común del “Gracias totales”.