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Miércoles, 26 de octubre de 2005

MUSICA › REPERCUSIONES DE LA SUSPENSION DE LA TEMPORADA DEL COLON

Un concierto de palabras

La polémica está instalada: ¿Era lo más conveniente suspender la programación del teatro? Personalidades de la política y la cultura sostienen sus argumentos, a favor y en contra.

Después de la suspensión de la temporada del Teatro Colón, se escucharon ayer numerosas voces de figuras de los ámbitos de la cultura y la política. Luego de que la Secretaría de Cultura porteña decidiera interrumpir la temporada 2005 hasta tanto pueda garantizarse la continuidad de la misma “en un ámbito previsible –expresó un comunicado–, razonable y de respeto al público”, el jefe de Gobierno Aníbal Ibarra respaldó la medida argumentando que “la comuna estaba sometida a un apriete permanente de parte de los trabajadores en huelga”. En cambio, los gremios que agrupan a los músicos y al personal esceno-técnico convocaron para hoy a las 11.30 a una movilización de repudio a la medida en la puerta de la Casa de Cultura, donde actuarán las orquestas y el ballet del teatro.
Ayer, el secretario de Cultura, Gustavo López, reiteró que “ya no había forma de garantizar las funciones, a pesar de haberse cumplido con la mayoría de las peticiones de los trabajadores”. Y comparó la situación del Teatro Colón con la del Hospital Garrahan, “donde un solo gremio rompe el acuerdo de paritarias alcanzado por los otros”. En tanto, el representante de ATE Rodolfo Arrechea solicitó “que se revea la medida porque el cierre significará que 250 personas contratadas pierdan sus empleos”. Marcelo Frondizi, secretario gremial de ATE Capital, agregó: “No estamos de acuerdo con que se suspenda la temporada del Colón porque nos parece una barbaridad. El viernes va a haber una nueva reunión paritaria donde vamos a manifestar nuestro desacuerdo y diremos que el Colón tiene que estar abierto, que todos los cuerpos artísticos y técnicos tienen que estar en el lugar trabajando y ensayando”.
Entre las opiniones consultadas por Página/12, el relator Víctor Hugo Morales, reconocido melómano, argumentó que “pensar en el cierre del Colón es como suponer que Buenos Aires va a quedarse sin una parte de su esencia, como si dijéramos que en la ciudad no habrá noches de tango ni conciertos de rock. Las dos partes tienen sus motivos razonables, y a eso se suma el desgaste que hay en estas instancias, lo que origina un círculo vicioso que termina en este cierre. La medida es de resguardo hacia el propio cliente: los que asistimos al Colón con frecuencia sabemos que la mayor parte de los espectadores no tiene demasiado tiempo ni dinero y concurre por estricto amor a la música”. En cambio, para el dramaturgo Roberto Cossa la suspensión de la temporada del Colón “es un hecho cultural grave que demuestra que el país carece de una política de Estado en materia de cultura. Más allá de la buena voluntad de un funcionario persisten estos brotes como el caso del Colón y del Cervantes”.
En acuerdo con la medida tomada por la Secretaría de Cultura, Gustavo Mollajoli (director del Ballet del Teatro Argentino de La Plata), aseguró que “suspender las funciones fue la decisión correcta, la mejor forma de conservar el prestigio del Teatro Colón, por los abonados, por los directores invitados, por todos. Se ha llegado a un punto en el que no se puede trabajar más, no hay seriedad”. Para Mollajoli, habría que pensar en la reinstalación de legislaciones que ya no siguen vigentes para dar respuesta al reclamo de los trabajadores, que piden que el gobierno se haga cargo de sus aportes laborales. “En la época en que yo dirigía el Ballet Estable del Teatro Colón –siguió– había salido la ley de jubilaciones especiales que nos permitía jubilarnos a los 40. Era una jubilación especial estudiada por médicos, acorde con las condiciones de trabajo y es fundamental volver a pensarla porque si no están obligando a la gente a irse a trabajar afuera del país”. La periodista Magdalena Ruiz Guiñazú interpretó la suspensión de la temporada como “una pérdida significativa para la cultura, tanto para los espectadores como para los artistas. En el aspecto económico –especificó– se perderán alrededor de un millón de pesos por la devolución de abonos y localidades. Y aun cuando los empleados sigan cobrando su sueldo, la suspensión de su fuente laboral es terrible”. Finalmente, Martín Bauer (director del Centro de Experimentación del Teatro Colón), dijo que “se están haciendo planteos caprichosos a una conducción que además de estar en la dirección correcta en cuanto a la propuesta artística, está ofreciendo todo para realizar mejoras. El espacio de debate que se abrió no ha sido entendido cabalmente por algunos representantes. Es cierto que el derecho a protestar es incuestionable –destacó–, pero hacerle tantos paros a una conducción que por primera vez en doce años llamó a paritarias es incomprensible. Así no se puede trabajar”.

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El Teatro Colón en uno de sus momentos más difíciles desde que se desató el conflicto gremial.
 
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