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Martes, 14 de abril de 2009

LITERATURA › PABLO TOLEDO PRESENTA SU NOVELA TANGOS CHILANGOS, PUBLICADA ONLINE

“Un texto en el disco rígido no es nada”

Ganador del Premio Clarín de Novela 2000 por Se esconde tras los ojos, Toledo cuenta por qué cuelga su nueva novela en la web, cómo el blog permite el regreso del folletín y por qué quiso escribir sobre el exilio, aunque él no sea hijo de exiliados.

 Por Silvina Friera

El folletín, propio del siglo XIX, siempre regresa. Lo que ha cambiado en esta suerte de “eterno retorno” del género son las tecnologías que facilitan que circule entre los lectores. Si Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Robert Louis Stevenson, Charles Dickens, Emilio Salgari, Honoré Balzac, Gustave Flaubert y Leon Tolstoi, por mencionar apenas un puñado de autores, publicaron muchas de sus más importantes novelas en las páginas literarias de distintos periódicos, antes de que adoptaran el formato libro, ahora los escritores se sirven de la web para divulgar sus obras. Pablo Toledo ofrece por entregas la hasta ahora inédita Tangos chilangos, una novela sobre un hijo de exiliados argentinos en México, escrita entre fines de 2000 y el 2004. Todos los viernes, a partir de las ocho de la mañana, al ingresar a www.tangoschilangos.wordpress.com se podrá leer el episodio colgado en un archivo PDF. “Me harté de esperar a que José Editorial se digne a otorgarme su gracia y se me ocurrió que podía publicarla online”, plantea el escritor en el blog donde sube, semanalmente, los episodios de la novela. “Los textos sólo se convierten en textos cuando los lee alguien –fundamenta Toledo esta elección–. La historia merece un mejor destino que el disco rígido de la computadora.”

El escritor optó por publicar Tangos chilangos online porque es el formato que le permite hacerla pública. “Un texto en el disco rígido de una computadora no es nada”, plantea el escritor a Página/12. “La presenté en varias editoriales y en todas la rechazaron. En una me dijeron que tenían ocho lugares reservados para publicar: siete eran para autores de la casa, uno para un autor nuevo. Estaban entre mi libro y el de equis, pero publicaron el de equis”, recuerda el ganador del Premio Clarín de Novela 2000 con Se esconde tras los ojos. “Está bien, son las reglas del juego. Me ganó equis; lo que resulta incomprensible es que tengan un solo lugar... Debería haber sido fácil publicarla, pero no fue así. Estos rechazos me dejaron por un tiempo un tanto paralizado. ¡Soy premio Clarín, qué hay que hacer para impresionar a esta gente!”, ironiza el escritor, profesor de inglés y periodista de The Buenos Aires Herald. Que la novela le haya demandado cuatro años de escritura, aclara, no implica que haya estado aislado todo ese tiempo en una torre de Marfil. “Tengo que laburar, llevar el gato al veterinario, pagar las expensas y comer –enumera Toledo–. En el siglo XIX, los escritores eran tipos que vivían a ‘tanto dinero la palabra’. Pero hoy no es así, todavía hay una militancia muy contaminada por el romanticismo. Está mal visto que un autor piense en cómo vivir de su obra. El problema es que el escritor antiburgués vive en un mundo burgués, en muchas ocasiones gracias a las becas de la burguesía. No hay forma más burguesa de vivir que recibir guita de una fundación, ser becario del Conicet o que te lleven a esos refugios de escritores en la conchinchina.”

Al escritor le gusta sacar los trapitos al sol y repasar las suspicacias que aún genera un blog frente al prestigio del libro. “Existe esa idea de que los textos en el disco rígido son como las joyas del tesoro, que es el plazo fijo; que subir una novela online es una declaración de derrota. Mi gran pelea interior fue superar la idea de que esto era una claudicación. Yo soy un genio y alguien me va a descubrir y mis obras completas van a ser maravillosas”, dice en un tono zumbón, desmontando prejuicios ya superados. Toledo traza un puente generacional que conecta su novela con una zona de la obra de Félix Bruzzone, con quien comparte un interés común que consiste en “desapropiar” las historias de la dictadura y del exilio de lo que fue el primer relato. “Esta no es una historia de exiliados; es la historia de un hijo de un exiliado. No es una película argentina de los ’80, no es El exilio de Gardel, de Pino Solanas”, compara. Ernesto, el protagonista de Tangos chilangos, tiene 26 años, nació en la Argentina, pero vive en México con su madre. El joven no puede sacarse de encima la pesada mochila del discurso heroico del padre, que hace un tiempo que regresó a la Argentina. La madre, en cambio, se asimiló y construyó una vida nueva. “Yo también puedo escribir una novela de exiliados, aunque no me exilié. Mi generación no se exilió, pero en todo caso se exilió con sus padres. Nosotros también tenemos una historia del exilio que contar, mucho más compleja porque encima tenemos que cargar con la otra sobre nuestras espaldas.”

Toledo señala que a Ernesto le llega por vía paterna el relato épico de los ’70, pero también los clichés tangueros. “Ernesto construye una parte de su vida como si estuviera viviendo en la Argentina, en un Buenos Aires mítico de Pino Solanas, donde todos bailan tangos en las veredas. Ernesto tiene que ‘matar a sus padres’, pero para la generación post ’70, para los hijos del exilio, es una tarea difícil.” Ahora que está recibiendo los comentarios online de los lectores (la primera entrega fue bajada por 250 personas), el escritor revela que a nadie le termina de cerrar la voz del narrador de la novela, un mexicano aporteñado o un porteño que intenta ser mexicano. “Quise hacer un narrador mestizo, incómodo, que no está bien en su piel ni en su lengua ni en su lugar y que reniega de la identidad que tiene. Es la situación conflictiva del exilio como no lugar. Todos los relatos de los exiliados, contados por los exiliados, se refieren a que no saben dónde están sus pies, la sensación es que no están en ninguna parte.”

Aunque no escribió la novela para un blog, como Hernán Casciari, el escritor subraya que Tangos chilangos se adaptó a un formato muy anterior: la novela serializada (que se va escribiendo por entregas) o el folletín (escrito de antemano en su totalidad, como es el caso de la novela de Toledo, aunque luego se publique por capítulos). “Estamos volviendo al siglo XIX. La novela moderna, los grandes autores franceses e ingleses, publicaban de esta manera. Este es el formato de narración de la serie televisiva. De la misma manera que tenés tipos obsesionados bajándose el último capítulo de Lost, cuando salían los libros de Dickens, en Estados Unidos, la gente se iba al puerto a esperar el barco que traía las cajas con los libros y lo empezaban a leer ahí. De la misma forma que leer en pantalla es leer papiro, estamos volviendo a un tipo de relatos que en el fondo sabemos que funciona porque funcionó antes. Lo que cambió es la tecnología. Antes era un tipo con una lira, después fue un juglar que contaba las historias de pueblo en pueblo, a esto le siguió el tipo que vendía una revista semanal y ahora es un blog”, sintetiza Toledo.

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“Hay una militancia contaminada por el romanticismo: está mal visto que un autor piense en vivir de su obra.”
Imagen: Leandro Teysseire
 
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