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Martes, 30 de agosto de 2016

LITERATURA › PREMIO DE LA FERIA DEL LIBRO DE GUADALAJARA PARA NORMAN MANEA

El escritor del exilio global

El narrador y ensayista rumano, autor de El regreso del húligan, fue distinguido por un jurado que ponderó su agudeza e ironía para definir la identidad “en un mundo de espejos cambiantes”. Exiliado del régimen de Ceaucescu, actualmente vive en Nueva York.

 Por Silvina Friera

“¡Sé siempre extranjero!”. Esta frase de Witold Gombrowicz la suele repetir un sobreviviente rumano del campo de concentración de Transnistria (Ucrania). Norman Manea pronto comprendería, a medida que su entusiasmo inicial por la utopía comunista declinaba, que el precio que se paga por la disidencia no es ninguna bagatela. Cada vez más asfixiado y perseguido por una trama de espías, entrenados en el ejercicio de multiplicar la paranoia, se tuvo que exiliar. Una beca para estudiar en Berlín fue el pasaporte que le permitió fugarse de la cárcel en la que se había convertido Rumania en 1986 bajo la dictadura de Nicolae Ceausescu. Dos años más tarde, se instalaría en Nueva York, la ciudad donde actualmente vive. A los 80 años, Manea, autor de la excepcional El regreso del húligan, autobiografía donde la recreación literaria de la vida del narrador y ensayista rumano asume los postulados y atmósferas proustianos, es el primer escritor en lengua rumana que obtiene el Premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) en Lenguas Romances 2016, dotado de 150.000 dólares. “Me considero uno de los últimos representantes de Centroeuropa”, declaró el flamante ganador. “Descubrir la identidad es sólo el principio de un largo proceso. Soy rumano nacido en una familia judía, escribo en rumano que es mi auténtica patria, soy un europeo que vive en América. Es todo muy complicado”.

Establecer un diálogo con los lectores de América Latina y acercarse a la cultura latina, será uno de los objetivos del escritor rumano, quien inaugurará el próximo 26 de noviembre la 30° edición de la FIL de Guadalajara. “Norman Manea es autor de una obra inmensa que no puede definirse por los géneros literarios tradicionales –destacó el jurado que lo eligió por unanimidad–. Frente a las catástrofes de la historia y a los exilios a los que estamos sometidos, Manea pregunta con agudeza e ironía cómo podemos definirnos en un mundo de espejos cambiantes. El personaje central de toda su obra es el judío errante encarnado en múltiples personalidades y épocas. La vieja Europa y el Nuevo Mundo se entrelazan en la obra de Manea para servir de escenario a sus peregrinaciones, con un acusado sentido del humor muchas veces negro”.

Manea nació en el seno de una familia judía en Bucovina (Rumania), el 19 de julio de 1936. No fue consciente de su propia identidad hasta que lo deportaron al campo de concentración de Transnistria a los 5 años. “Yo lo ignoraba todo del judaísmo y del mundo. Y de repente me sacaron a patadas del refugio. Nos trasladaron en un vagón de animales durante dos días y dos noches. Y cuando se abrieron las puertas, los soldados rumanos empezaron a pegarnos y a agarrar todo lo que llevábamos de valor. No entendía de qué se nos acusaba. Esa experiencia educó mi sensibilidad para estar más atento al sufrimiento, porque en ella se encierra toda la complejidad del bien y del mal en los seres humanos. Siempre he procurado conservar esa visión”, planteó el escritor que padeció los totalitarismos nazi y comunista del siglo XX.

Aunque estudió ingeniería en Bucarest, a partir de 1974 se dedicó a la escritura. Recién en el período más “liberal” del comunismo en Rumania pudo editar algunas de sus primeras prosas. “Luego comenzó una trayectoria muy complicada, pero nunca comprometí mi posición moral. Mis únicos jueces son los lectores; ellos dictaminarán si tengo o me falta talento”, dijo Manea a Página/12 cuando visitó Buenos Aires para presentarse en la Feria del Libro de Buenos Aires en 2012. Ha publicado las novelas El sobre negro (2000) El regreso del húligan (2005) y La guarida (2009); los ensayos de Payasos. El dictador y el artista (2006) y La quinta imposibilidad. Judaísmo y escritura (2012); y los cuentos Felicidad obligatoria (1999) y El té de Proust. Cuentos reunidos, entre otros títulos de una extensa obra. El escritor rumano ha sido reconocido con la Beca Guggenheim, el Premio MacArthur, la Medalla Literaria de New York Public Library, el Premio literario internacional Nonino, la elección en la Academia de Arte de Berlín en 2006, el Premio Médicis Étranger, la Medalla del Mérito Cultural, otorgada por el presidente de Rumania en 2007, el doctor honoris causa por las Universidades de Bucarest y Cluj (Rumania) y la Legión de Honor (Francia) en 2008.

Manea, considerado “el más feroz e implacable retratista de la sociedad rumana durante los años de la dictadura de Ceausescu”, reflexionó sobre la crisis de los refugiados vista desde la perspectiva de su exilio y persecución. “Vivimos en un mundo muy peligroso, en un mundo que ha perdido el centro. El exilio se ha convertido en una solución extrema, la gente se ve obligada a huir de un lugar a otro. No podemos olvidar que, desde Abraham o Ulises, el exilio es una experiencia tan antigua como la humanidad. Pero con la velocidad de nuestros tiempos, se ha vuelto más opresivo. Viví el exilio a los cinco años y a los 50, sé lo que significa, es un cambio profundo y no precisamente agradable. Pero también se puede aprender mucho de él”, afirmó el escritor rumano que se convirtió, según el mismo se definió, en un “judío del mundo”, un ciudadano que se mueve en el “exilio global”.

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Manea tiene 80 años. Se exilió de Rumania en 1986.
Imagen: Pablo Piovano
 
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