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Miércoles, 10 de octubre de 2007

LITERATURA › MAÑANA SE ANUNCIA EL PREMIO NOBEL

Otra vuelta olímpica

 Por Silvina Friera

Cada ser humano que habita este mundo globalizado tiene su propio candidato. Suena exagerado, pero con algunos acontecimientos sucede algo similar a lo que pasa en el fútbol: hinchas y espectadores son mejores técnicos que los que se calzan el buzo de entrenador. Cuando mañana se anuncie en Estocolmo quién ganó el tan cotizado como cuestionado Premio Nobel de Literatura, finalizarán las especulaciones y apuestas. Pero, como se sabe que es casi imposible conformar a los jurados y críticos literarios urbi et orbi, se escucharán esas quejas que se repiten en los últimos años contra el premio y los académicos suecos: que el Nobel fue y será una porquería, que todo es igual, que nada es mejor, qué falta de respeto a la calidad literaria, qué atropello a la razón con esta elección política, cómo puede ser que no lo hayan ganado Borges, Tolstoi, Kafka, Marcel Proust, Virginia Woolf, Henrik Ibsen o James Joyce... La lista de los olvidados y humillados puede ampliarse, como la retahíla de cuestionamientos y objeciones. Brillan y pesan más los “ganadores morales”, ninguneados por la Academia Sueca –que les dio la espalda cuando merecían obtener el diploma, la medalla de oro y la suma de diez millones de coronas suecas (equivalente a 1,1 millón de euros o 1,5 millón de dólares)–, que muchos de los que se llevaron el ansiado galardón, como el francés Sully Prudhomme (1901) o el español José Echegaray (1904). El favorito de esta edición es el novelista y ensayista italiano Claudio Magris, según el corredor de apuestas Ladbrokes, que desde hace tres años viene acertando sobre el ganador del Nobel, incluido el triunfador del año pasado, el escritor turco Orhan Pamuk.

Después de Magris, autor de Danubio y Microcosmos y dueño de una exquisita prosa poética y una probada agudeza, le siguen el estadounidense Philiph Roth, un candidato muy mencionado en los últimos años. En esta recta final también estarían bien posicionados dos poetas: el australiano Les Murray y el sueco Tomas Tranströmer. Los aspirantes que siguen son el poeta sirio Adonis (Ali Ahm ad Said Asbar), el israelí Amos Oz, los estadounidenses Joyce Carol Oates –otra de las mujeres que suele figurar entre los candidatos–, Don DeLillo, John Updike y Paul Auster, el belga Hugo Claus y los poetas Inger Christensen (Dinamarca) y Ko Un (Corea del Norte). También figuran el italiano Antonio Tabucchi, el holandés Cees Nooteboom y el checo Milan Kundera. El mundo de la literatura hispana tiene sus nombres, aunque pareciera que con pocas chances, como el “eterno” candidato, el peruano Mario Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes y los españoles Francisco Ayala y Miguel Delibes. En algunos sitios de la web se menciona incluso a Ernesto Sabato.

¿Cómo eligen los académicos suecos al ganador? El 31 de enero de cada año cierra el plazo de inscripciones. El comité de la Academia realiza una primera selección entre las cartas recibidas, que suelen ser unas 2000. Cualquier crítico reconocido, profesor universitario y académico, entidad o persona competente puede postular a un escritor por medio de una carta en la que argumente la elección. Después de esta primera tanda quedan unas 200 candidaturas. El comité las evalúa y hacia mayo reduce el lote inicial a unos cinco o diez aspirantes. Entre junio y agosto los académicos leen la obra completa de los candidatos. En septiembre, una vez que quedaron los tres finalistas, comienzan los debates, que suelen extenderse hasta los primeros días de octubre. Si no hay consenso entre los académicos, el dictamen final surge de una votación, y las decisiones argumentadas se guardan en sobre sellado durante 50 años. A pesar de la estricta reserva con la que se manejan los académicos suecos en todo el proceso de selección, como en las buenas familias, algunos escándalos han trascendido las fronteras de la sede de la Academia, un edificio del siglo XVIII contiguo al palacio real, en el corazón del centro histórico de Estocolmo. Cuando en 1988 el escritor Salman Rushdie fue condenado a muerte por su libro Versos satánicos, figuraba entre los tres finalistas al Premio Nobel. Durante los debates y deliberaciones, una minoría de la Academia propuso que el ganador fuera Rushdie para respaldar su obra. Pero el comité prefirió concedérselo al escritor Elías Canetti. Tres académicos –Werner Aspenström, Lars Gyllensten y Kerstin Ekman– consideraron la decisión una “cobardía” y decidieron no volver a ocupar sus cargos.

La polémica más reciente fue en 2005, cuando se entregó el Nobel a la escritora austríaca Elfriede Jelinek. El crítico literario Knut Ahnlund abandonó la Academia Sueca después del anuncio porque, según explicó en un extenso artículo publicado en el diario Svenska Dagbladet, la elección de Jelinek había causado “un daño irreparable en el prestigio del premio”, ya que su obra mostraba “una desoladora falta de ideas y de visiones”. Cuando mañana la Academia Sueca abra el sobre con el nombre del ganador, la novela de suspenso que se escribe todos los años tendrá su epílogo. Pero, después del asombro inicial y los festejos de los que consideren que se hizo justicia con el premiado, quizá aparezcan, como suele suceder cada tanto, las teorías conspirativas y los reproches de siempre.

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Claudio Magris, uno de los candidatos que se ventilan para la edición 2007 del Nobel.
 
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